La viruela era una infección
común en el siglo XVIII. El
cirujano inglés Edwuard Jenner
observó que las personas que
contraían la viruela de vaca,
una infección similar pero menos
peligrosa, nunca se enfermaban
de viruela. En 1798, realizó un
raspado en la piel de un niño a
la que aplicó líquido de una
niña con viruela de vaca, fue la
primera vacuna. Tras seis
semanas, aplicó la viruela al
niño quien no contrajo la
enfermedad.
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