La Puñalada

La traición es el arma de los cobardes.

Platón

La fidelidad comprada
es siempre sospechosa
y generalmente de corta duración.

Tácito

 

"Aún aquel a quien considere mi mano derecha, en quien confiaba, el que comía conmigo, se ha vuelto contra mí" (Salmos 41:9).

Extracto de la novela La Puñalada, de Néstor Gracia Méndez

Escucha el traidor a su padrino decirle por teléfono:

-Yo nunca confié en ti y tú lo sabes, sin embargo siempre te di la oportunidad de demostrarme que yo estaba equivocado, pero no la aprovechaste, preferiste darme la razón. Pudiste decir la verdad sobre lo que ya estaba resuelto y ayudarme pero preferiste mentir, no solo eso, inflamaste el caso y lo llevaste por un camino que me pudo costar bien caro, pero no te salio y yo salí bien.  Eres débil, eres cobarde, no tienes carácter y te dejas intimidar, es mejor para mí estar sin ti. Hoy yo duermo satisfecho por haber confirmado mis sospechas sobre ti y tú vivirás preocupado mientras vivas, sabiéndote que todos te recordaran de ahora en adelante como un traidor.-

¿Desde cuando supiste que no podías confiar en el? le pregunto la hermana a Mando

-Siempre lo supe, desde que lo vi por primera vez, pero eso no me preocupo,  pues el tipo es ambicioso y trabajador y me propuse serle de provecho y ayudarle. Sembrando en el confianza y dándole espacio para crecer. Siempre le hablaba de lealtad y lo importante que es tener negocios solo con una persona y no con varios, lo hacia valiendome de la palabra de Dios que dice: que no se le puede ser fiel a 2 amos, porque se terminará aborreciendo a uno de los dos. De hecho acepte que hasta hiciera negocios propios, en el horario que trabajaba conmigo que yo le pagaba y me hice el que no sabia nada. Le di tiempo para ser recto en nuestra relación y espere por el. Esos primeros engaños como otros cuando visitaba mis clientes y yo le pedía fotocopias de sus gestiones eran para dejarle saber lo que ya yo sabia. Que pena que Paco no tuviera rodillas de hombre, no creo que llegue muy lejos en la vida, sin valor, integridad y lealtad es poco lo que se puede conseguir de ella. El hombre que engaña a quien lo conoce y acepta cual es, terminará engañando a esa otra persona con quien se fué tambien. No se trata de los otros, se trata de uno mismo.

Aunque es duro soportarle desaires a los extraños, más duro es como cuando éstos nos llegan de parte de los amigos y allegados.

Cuenta una fábula que unos leñadores hendían el hacha en un pino, y lo hacían fácilmente gracias a las cuñas que habían hecho de la propia madera de ese árbol. Entonces el pino murmuró:

- No odio tanto al hacha que me corta como a las cuñas que nacieron de mí.

La traición, que es el delito contra la fidelidad dada, es el pecado más detestable de la humanidad, y el personaje que mejor la ha personificado es Judas.

Hubo un tiempo en que Judas fue un amigo leal. Lo prueba el hecho de que fue discípulo de Jesús. Empezó a seguir a su Maestro por decisión propia. No se nos dice como lo llamó Jesús. Pero un día los dos se encontraron cara a cara, se miraron el uno al otro en los ojos. Quizás Judas estuviera entre una muchedumbre y oyera hablar a este extraño profeta: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo" (Mateo 16:24). Las condiciones parecían duras para alguien como Judas, que se preocupaba mucho por el dinero. Sin embargo Judas vio una oportunidad de cambiar su naturaleza que el ya conocia y dejó su vieja vida para convertirse en discípulo.

Pese a sus privilegios, Judas perpetró el crimen más abominable de la historia. Su malévola estrategia tuvo todas las características de un delito moderno: Elabora un plan, hace un estudio detallado de los pasos a dar, pacta su entrega, después sus cómplices buscan a la víctima en el lugar que Judas les dijo que se encontraba; luego, en las sombras de la noche, hay despliegue de fuerzas, intimidación y amenaza. Y, después de haberse dado la pista, que era un beso en la mejilla, viene el arresto de la víctima, luego la inhumana flagelación y finalmente la muerte del inocente. Judas se convirtio en juez al decidir el futuro de su maestro con su acción, Judas sentenció, sin medír consecuencias.

Hay muchas cosas que tienen la apariencia de una flor inocente con una serpiente acechando debajo. Hay hombres que parecen buenos amigos pero al final nos defraudan y esos golpes son los más demoledores pues no hay peor enemigo que el que trae rostro de amigo. Es fácil esquivar la lanza más no el puñal oculto. El Espíritu de Cristo había hablado de esta desilusión a través de un profeta:

"Porque no me enfrentó un enemigo lo cual habría soportado, ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios" (Salmos 55).

La traición es el hecho más bajo y despreciable del mundo, de hecho se paga con la muerte en practicamente todos los paises. Y la traición de Judas, su negra ingratitud, no tiene parangón en la historia de la humanidad. Por eso, Dante, en su "Divina comedia" lo presenta como el ser más monstruoso que es posible imaginar. En el último círculo del infierno, Dante describe con fina imaginación un lago de hielo congelado, cuyas aguas son las lágrimas de la humanidad, allí está Satanás, un mounstro con tres cabezas, y con alas de murciélago. En cada una de sus tres bocas sostiene un traidor: a Brutus y a Casio, que complotaron el asesinato de Julio Cesar, como traidores en contra los Estados constituidos. Y Judas, como traidor en contra del hijo de Dios, es el principal de los tres. Aparece en la boca del centro, rojo de ira, porque su pecado fue contra el amor, y el poco amor que alguna vez tuvo ahora se había convertido en odio.

Judas entregó a Jesús con un beso. Un puñal en su mano no hubiera sido más cruel que aquel beso hipócrita. Esto es lo que hace más terrible su pecado, el hecho de que sacó ventaja del conocimiento del sitio donde Jesús se encontraba. Es deplorable que alguien traicione al Señor, pero lo más abominable es que lo haga un hombre que le conoce bien y que ha recibido sus bendiciones.

Judas no tenía en último término a Jesús por meta, sino sólo a sí mismo, su honor, su propio provecho, el dinero. Podría decirse en su favor que, aunque sabía lo que significaba entregar a Jesús en manos de los principales religiosos, su conciencia endurecida y metalizada no le permitió comprender el total alcance de su infame acción, recién lo comprendió cuando hubo pasado el ardor de la contemplación de las relucientes monedas, y oyó la sentencia del Sanedrín pronunciada contra su Maestro. Entonces, su conciencia despertó y trató de enmendar el mal hecho; pero ya era tarde. Desesperado por el remordimiento, y dudando que el Señor le pudiera perdonar, puso fin a su vida.

La historia de Judas es terriblemente escandalosa. Sin embargo, cuántos hombres hoy reeditan tan incalificable drama, traicionando a quienes confian plenamente en ellos. Su pasión desmedida por las cosas materiales que las monedas de la vida moderna ofrece, les lleva a traicionar la confianza puesta en ellos, mintiendo, calumniando, negándo, injuriándo, eligiendo otras compañías, escogiendo un cambio de conveniencia temporal antes que la virtud de la lealtad.

Jesús sabia que Judas le iba a traicionar y Judas sabia que Jesús lo sabia, sin embargo dejo en manos de Judas el mostrar que podia serle fiel, pero Judas prefirio ser lo que era. La historia tiene a Judas como el simbolo de la negación, traición y mentíra. Así son recordados los que no guardan lealtad.