Definición y áreas de interés        Proyecto Salón Hogar

 

 

L  a  G r a n  E n c ic l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

U n i v e r s o

Definición y teorías

¨(Del lat. universus); adj. de dos terminaciones.

1. Universal: era creencia universa por aquel entonces que, en el confín de los océanos, terribles monstruos esperaban a los navegantes despistados.
2. (sust. m.) Mundo, conjunto de todas las cosas creadas: los antiguos pensaban que la tierra era el centro del universo.
3. (sust. m.) [Uso figurado] La Tierra en su totalidad: estaba dispuesto a recorrer el universo en busca de la mujer de su vida.
4. (sust. m.) [Por extensión] Conjunto de todos los hombres: el universo fue testigo aquella noche del primer paso de un hombre sobre la Luna.
5. (sust. m.) [Uso figurado] Conjunto de individuos o elementos sometidos a estudio estadístico: la encuesta se ha realizado sobre un universo de tres mil individuos.
6. (sust. m.) [Uso figurado] Ámbito, entorno: los organismos unicelulares se mueven en un universo muy reducido.

Sinónimos
Mundo, cosmos, Tierra, ámbito, macrocosmos, orbe, totalidad, creación, humanidad, entorno.

Universo: Origen y formación.

La idea de universo a través de la historia.

Los babilónicos contemplaron el cielo con admiración y convencidos de su influencia en la vida humana. Pronto advirtieron la diferencia entre las simples estrellas (que creyeron fijas) y los astros en movimiento visibles a simple vista, como la Luna, el Sol, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Agruparon las constelaciones a las que impusieron nombres: Géminis, Cáncer, etc.

La periodicidad en la sucesión de las fases de la Luna condujo a la institución del mes lunar; la regularidad en la salida y la puesta del Sol, así como su trayectoria de levante a poniente, desembocó en la noción del día solar y condujo al establecimiento de un horario. La observación de los movimientos solares con relación a las estrellas fijas reveló que el Sol recorre las doce constelaciones del Zodíaco (se dividió la esfera celeste en doce sectores de 30º cada uno) en un largo lapso de tiempo, con lo que se obtuvo la noción de año y la distribución de éste en doce meses. De estas observaciones derivan las actuales divisiones sexagesimales de los ángulos y el tiempo.

Pitágoras (570-480 a.C.) y sus discípulos relacionaron los movimientos de los astros entre sí e idearon un cosmos de forma esférica, cuyo centro ocupaba un cuerpo ígneo y a su alrededor giraban la Tierra, la Luna, el Sol y los cinco planetas conocidos; la esfera terminaba en el cielo de las esferas fijas: Para completar el número de diez (que consideraban sagrado) imaginaron un décimo cuerpo, la Anti-Tierra.

Los cuerpos en movimiento describían, según ellos, órbitas circulares, que guardaban proporciones definidas en sus distancias. Cada movimiento producía un sonido particular y todos juntos originaban la música de las esferas.

También descubrieron que la Tierra, además del movimiento de rotación, tiene un movimiento de traslación alrededor del Sol, sin embargo esta idea no logró prosperar en el mundo antiguo, tenazmente aferrado a la idea de que la Tierra era el centro del Universo.

Platón (427-347 a.C.) postuló la perfección de los cielos y el movimiento de los planetas en círculos perfectos.

Eudoxio (408-355 a.C.) y su discípulo Calipo (330 a.C.) propusieron la teoría de las esferas homocéntricas, una teoría capaz de explicar la cinemática del sistema solar. La teoría partía del hecho de que los planetas giraban en esferas perfectas, con los polos situados en otra esfera que a su vez tenía sus polos en otra esfera. Cada esfera giraba regularmente, pero la combinación de las velocidades y la inclinación de una esfera en relación a la siguiente daba como resultado un movimiento del planeta irregular, tal como se observa. Para explicar los movimientos necesitaba 24 esferas. Calipo mejoró sus cálculos con 34 esferas.

Aristóteles (384-322 a.de C.) presentó un modelo con 54 esferas, pero las consideraba con existencia real propia, no como elementos de cálculo como sus predecesores.

Hiparco (190-120 A.de C.) redujo el número de esferas a siete, una por cada planeta, y propuso la teoría geocéntrica, según la cual la Tierra se encontraba en el centro, mientras que los planetas, el Sol y la Luna giraban a su alrededor. Como con círculos no se pueden explicar los complicados movimientos de los planetas, desarrolló un modelo similar al actual para explicar el movimiento de la Luna, es decir, cada planeta describe con movimiento uniforme una circunferencia alrededor de un punto, el cual a su vez, se mueve sobre una circunferencia mayor con centro en la tierra.

Claudio Ptolomeo (85-165 a.de C.) adoptó y desarrolló el sistema de Hiparco. El número de movimientos periódicos conocidos en aquel momento era ya enorme: hacían falta unos ochenta círculos para explicar los movimientos aparentes de los cielos. El propio Ptolomeo llegó a la conclusión de que tal sistema no podía tener realidad física, considerándolo una conveniencia matemática.

Copérnico (1473-1543) rechazó el universo geocéntrico y propuso la teoría heliocéntrica, con el Sol en el centro del sistema Solar y la Tierra, al igual que el resto de los planetas, girando en torno a él. Seguía utilizando circunferencias y simplificaba los cálculos de las anteriores teorías. Se publicó un año antes de su muerte por miedo a la reacción de la iglesia al colocar al hombre en un lugar tan insignificante.

Thomas Digges en 1576 introdujo la idea de un universo infinito. En la portada de su libro mostraba un sistema solar copernicano, pero las estrellas no estaban dispuestas en una esfera estacionaria, sino dispersas en el espacio (las distancias entre ellas y el Sol eran variables).

Tycho Brahe (1546-1601) pasó su vida recopilando datos referentes al movimiento de los planetas en el mayor laboratorio astronómico de aquel tiempo construido por Federico II, rey de Dinamarca. Sus medidas eran de una precisión extraordinaria a pesar de no contar con la ayuda del telescopio. Brahe descubrió la hoy conocida estrella de Tycho, una supernova que acababa con el concepto griego de la inmutabilidad de los cielos; descubrió que los cometas describían una órbita mas alargada que circular. Construyó un modelo erróneo del universo en el que el Sol y la Luna giraban alrededor de la Tierra, en tanto que los demás planetas lo hacían alrededor del Sol.

Johannes Kepler (1571-1630) fue ayudante de Brahe y utilizó sus datos, junto con la teoría de Copérnico, para enunciar las leyes que llevan su nombre y que describen cinemáticamente el movimiento de los planetas:

1ª. Los planetas describen órbitas elípticas, y el Sol está en uno de los Focos (Ley de las órbitas). Se termina así con las órbitas circulares, la más antigua premisa que hasta el momento unía al sistema copernicano con el modelo griego.
2ª. El vector de posición (línea que une) de cualquier planeta con respecto al Sol barre áreas iguales en tiempos iguales. (Ley de las áreas).
3ª. Los cuadrados de los períodos de revolución son proporcionales a los cubos de las distancias promedio de los planetas al Sol (Ley de los periodos).

Galileo Galilei (1564-1643), al mismo tiempo que Kepler desarrollaba sus leyes, estudió los astros con telescopio. Descubrió los cráteres y montañas de la Luna, los cuatro grandes satélites de Júpiter y defendió el sistema copernicano; sin embargo, abjuró de ellos a los setenta años por no sufrir la tortura de la inquisición, como lo hizo Giordano Bruno en 1600, quemado vivo por defender que el universo era infinito.

Jean Picard (1620-1682), director del Observatorio de París, precisó la medida de la circunferencia terrestre.

Giovanni Domenico Cassinni (1625-1712) determinó los períodos de rotación de los planetas, así como sus distancias.

John Flamsteed (1646-1719), astrónomo del observatorio de Greenwich, usó anteojos con cruz filiar para situar las estrellas. Implantó un sistema para numerarlas, y dio los nombres de las constelaciones que actualmente se sigue usando.

James Bradley (1692-1762), tercer astrónomo real de Greenwich, obtuvo la primera prueba de que la Tierra se mueve alrededor del Sol; cuando la luz de una estrella entra por un anteojo, que es arrastrado por la Tierra en su movimiento de traslación, la luz es ligeramente desplazada, debido al movimiento.

Teoría de la gravitación universal. Isaac Newton (1642-1727).

Newton dedujo la ley de la gravitación universal basándose en las leyes de Kepler y en la ley de la fuerza centrípeta, introducida por Huygens en 1659.

Indica esta ley que la fuerza centrípeta necesaria para mantener un cuerpo en movimiento circular es igual a la masa m del cuerpo por el cuadrado de la velocidad v y dividido por el radio de la circunferencia r.

Fc=mv2/r (1)

La primera ley de Kepler establece que la órbita de un planeta es una elipse. Un caso particular de elipse, cuando ambos focos coinciden, es la circunferencia, que es la trayectoria que se considera.

La segunda ley de Kepler significa que la fuerza de atracción gravitatoria F está dirigida hacia el centro de la circunferencia. Así pues, la fuerza de atracción gravitatoria hace de fuerza centrípeta del movimiento circular del planeta, por lo que

F=mpv2/r=mpw2r

y v=wr, donde w la velocidad angular. Sustituyendo el valor de la velocidad angular en función del período (T), w=2p /T, tenemos

F=mpr4p2 / T2 (2)

La tercera ley de Kepler, referente a los periodos, puede expresarse como

T2 = kr3 (3)

Sustituyendo (3) en (2) se obtiene

F = 4p2mp / (kr2).

La fuerza que actúa sobre el planeta es proporcional a su masa e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia al Sol.

Por la Tercera ley del movimiento de Newton (a cada acción se opone siempre una reacción igual; o sea, las acciones mutuas entre dos cuerpos son siempre iguales y dirigidas a partes contrarias) esta fuerza es igual a la ejercida sobre el Sol por el planeta y es razonable suponer que dicha fuerza sea proporcional a la masa del Sol (Ms).

Haciendo 4p2 / k = GMs, donde G es una constante independiente de la masa del Sol o de los planetas, se obtiene

F = G Msmp / r2

G es llamada constante universal de gravitación y tiene el valor G=6,67*10-11 Nm2/kg2. Ésta es la ley de la gravitación universal, y demuestra que para satisfacer las leyes de Kepler la interacción gravitacional debe ser central e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Expresa que la interacción gravitatoria entre dos cuerpos puede describirse mediante una fuerza directamente proporcional a las masas de los cuerpos e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa.

Hay que destacar que toda fuerza que se ejerce sobre un cuerpo tiene una reacción de igual valor, de sentido contrario y sobre la misma línea de acción.

La fuerza gravitatoria ejercida por o sobre una esfera homogénea es la misma que si toda la masa de la esfera estuviera concentrada en su centro. Para demostrarlo, Newton trabajó durante once años; inventó el cálculo diferencial e integral, y con ello logró demostrar la universalidad de su ley.

Importancia histórica de la unificación de la gravitación terrestre y celeste.

Desde los griegos hasta la teoría de Newton el hombre se esforzaba por dar unas leyes que rigieran el movimiento de la Tierra y de los planetas, fue uno de las mayores problemas de la humanidad y el que mayor número de soluciones aportó. Gracias a ello se observó la periodicidad con que se mueven los astros y se descubrieron muchas constelaciones. La observación fue el único método del que se servían y al que planteaban diversas soluciones matemáticas cada vez mas complicadas que podían servir de explicación de los fenómenos observados. Pero hasta la publicación de la ley de gravitación de Newton no se dio respuesta a todos los problemas en conjunto. Esta ley supuso el enfrentamiento de los científicos con la iglesia y fueron muchos los problemas que se encontraron sus defensores. Se tardó once años en publicar para que su demostración a través del calculo integral no pudiera ser rebatido por nadie.

A partir de su publicación y su extensión la ciencia se convirtió en determinista, pues todo lo que ocurría se debía a la ley de gravitación universal y tiene carácter de reversibilidad temporal. Sirvió de modelo sobre el cual se empezó, no sin dificultades, a construir las leyes sobre la electricidad y magnetismo. Sin embargo, también introdujo conceptos considerados ahora erróneos, como la existencia del flogisto o el éter.

A partir del siglo XIX el descubrimiento de los fenómenos ondulatorios de la luz de Young empezó a demostrar que no todos los fenómenos naturales se regían por la ley de gravitación universal. El gran rebatimiento de esta ley se produjo ya en el siglo XX con la teoría de la relatividad de Einstein, que demostraba la imposibilidad de que las interacciones se propaguen instantáneamente y la necesidad de considerar un cuarto eje con el tiempo como magnitud. El abandono del determinismo científico (que ahora se conoce como la física clásica) se realiza tras el surgimiento de la teoría cuántica, formulada por Einstein, Bohr, Heisenberg y otros, que demostró que para sistemas microscópicos las propiedades ondulatorias de la materia se ponen de manifiesto y la ley de Newton no es aplicable. Además, introduce una descripción de los fenómenos físicos en función de su mayor o menor probabilidad, abandonando el concepto de necesidad inherente a las leyes clásicas como la de Newton. Debe aquí observarse que la teoría general de la relatividad es determinista.

Los físicos ordenan el Universo en una jerarquía de escalas o tamaños cada vez menores. La descripción de los procesos en cada nivel es una generalización de los procesos que tienen lugar en su nivel inferior. Las leyes fundamentales de la Física son válidas para todas las escalas de organización de la materia. Sin embargo, en el macrouniverso se aplican las aproximaciones clásicas de las leyes cuánticas, y en el microuniverso la ley de la gravedad es demasiado débil para manifestarse.

La estructura jerárquica de la organización de la materia, tal como se conoce en la actualidad, es la siguiente

 

Componentes del Universo.

Sistemas planetarios.

Son agrupaciones de cuerpos inertes que orbitan alrededor de una estrella. El único sistema planetario del que se tiene conocimiento es el sistema solar, aunque se supone que existen en gran número en todo el universo. La dificultad en su detección radica en que, por una parte, la estrella, foco principal de radiación, enmascara la débil luz reflejada por el planeta, y se encuentra a distancias comparativamente muy próximas. Por otra parte, la gran masa de la estrella (aporta, en el caso del sistema solar, el 99,8% de la masa total del sistema) hace imperceptibles las perturbaciones en su movimiento, que indicarían la presencia de cuerpos inertes.

La hipótesis más comúnmente aceptada del origen de los sistemas planetarios es la condensación de una nube de gas interestelar. El estudio de estas abundantes nubes en rotación en forma de disco revela que la mayoría acaban formando sistemas de estrellas dobles y es escaso el número de estrellas aisladas como el Sol. Los cuerpos inertes descubiertos alrededor de estrellas que se supone solitarias presentan un tamaño tal que hace difícil su clasificación en planetas gigantes tipo Júpiter o en estrellas pequeñas de escasa actividad. Sin embargo, la evidencia de objetos sólidos inmersos en las nubes en proceso de condensación apoya sólidamente la existencia de sistemas planetarios extrasolares.

Se han propuesto varias hipótesis que explican el origen y composición química de los planetas, bien como condensaciones sólidas a partir de la nube gaseosa o bien como condensación de jirones de materia solar arrancados por la presencia de los planetas gigantes. Su situación en una pequeña capa en forma de disco alrededor de la estrella es seguramente producto de la tendencia de conservación del momento angular. La lenta condensación de 7materia interplanetaria y su captura gravitacional por parte de los planetas parece dar cuenta de la existencia de los satélites.

Estrellas.

El examen y clasificación de los distintos tipos de estrellas es una de las actividades astronómicas más antiguas. Actualmente se admite su clasificación en los llamados tipos estelares, que expresan tanto su tamaño y luminosidad como de su mayor o menor riqueza en elementos químicos pesados. La característica común a todas ellas es que su temperatura y presión es tan alta que en su interior ocurren reacciones nucleares. En su evolución pasan de un tipo a otro, pueden contraerse o expandirse y explotar en novas y supernovas.

Un tipo especial de estrellas son las estrellas de neutrones, estructuras muy pequeñas, del tamaño de satélites, pero cuya densidad excede los miles de toneladas por centímetro cúbico, que presentan un intensísimo campo magnético y se cree que son estrellas en una etapa posterior al de novas. Estas estrellas presentan un altísimo momento angular y emiten radiaciones pulsantes (púlsares) con regularidad.

Si la masa de la estrella excede de ciertas dimensiones, la evolución estelar, tras las etapas de nova y estrella de neutrones, terminaría reduciendo aún más sus dimensiones, alcanzando una densidad de millones de toneladas por centímetro cúbico, y presentaría una fuerza de gravedad tal que ni siquiera la luz podría escapar. Tales objetos, conocidos como agujeros negros, emiten, por procesos de efecto túnel mecanocuántico, radiación que puede ser detectada. Así, la teoría de agujeros negros da una explicación de la intensa radiación que se detecta de zonas del espacio aparentemente oscuras. Son, empero, objetos celestes de difícil comprensión para la teoría de la relatividad y su estudio teórico es un activo campo de investigación.

Galaxias, nebulosas y cúmulos estelares.

Las estrellas no se forman aisladas: suelen encontrarse en grupos y rodeadas de grandes nubes de gas interestelar, con un tamaño típico de 500.000 parsecs. El 70% de las galaxias son discos con estructura espiral, poblados por varios cientos de millones de estrellas, tal y como es la Vía Láctea, galaxia a la que pertenece el sistema Solar. Presentan un centro globular rico en estrellas y unos brazos en forma de espiral, donde se encuentra la mayor parte de las nebulosas que son origen de los sistemas planetarios y las estrellas más jóvenes.

Las galaxias pueden encontrarse en grupos, llamados cúmulos estelares, compuestos de entre varias decenas y 10.000 miembros, de un diámetro de unos 500.000 parsecs y separados entre sí varios decenas de millones de parsecs. También se pueden observar supercúmulos estelares o agrupaciones de cúmulos.

Cuásares.

De las mediciones del desplazamiento que presentan los espectros de los objetos estelares por efecto Doppler, lo que comúnmente se denomina corrimiento al rojo, se ha establecido que las galaxias se alejan entre sí con una velocidad tal que es mayor cuanto más lejana sea la galaxia (Ley de Hubble). Los objetos estelares más alejados de la tierra resultan ser también los más brillantes, llamados cuásares, y se cree que son las primeras etapas de formación de las galaxias. Su velocidad de alejamiento alcanza en ocasiones 0.93 veces la velocidad de la luz. Presentan un tamaño parecido al de un sistema solar típico, pero con una luminosidad miles de veces mayor que la de una galaxia típica.

Radiación cósmica, gas interestelar y materia oscura.

La gran cantidad de procesos nucleares que se realizan en las estrellas producen la emisión de partículas subatómicas y radiación en gran cantidad. Entre las partículas subatómicas, un 83 % son protones, es decir, núcleos de átomos de hidrógeno. También se encuentran partículas alfa (un 16%) o núcleos de átomos de helio. En menor proporción se encuentran núcleos de elementos químicos más pesados. Entre las partículas cargadas negativamente los electrones se encuentran en una proporción de uno por cada 100 protones. Positrones y antiprotones presentan una abundancia mayor que los electrones, cuyo origen se especula debido a los procesos de colisión entre los rayos cósmicos y el polvo interestelar, que también explicarían la abundancia de rayos gamma que provienen de las nubes de gas interestelar. Las hipótesis que explican esta radiación señalan su origen probablemente en las violentas explosiones de novas y supernovas, y su distribución de energía y localización puede explicarse mediante su confinamiento y aceleración en el campo magnético que posee la galaxia.

Otro tipo distinto de radiación que se encuentra es la llamada radiación de fondo, radiación térmica de unos 3 K de temperatura que se cree originada en el big bang, debido a que se encuentra proveniente de las zonas más alejadas del universo y con una isotropía cercana a la parte por millón.

Todas las observaciones de la cantidad de materia y radiación presente en el universo revelan, por una parte, que es insuficiente para dar cuenta de su estructura actual. Este defecto de masa (alrededor del 80%) no detectada se conoce como materia oscura. Se han propuesto como constituyentes de ésta las nubes de átomos, principalmente hidrógeno y helio, residuos de la gran explosión, que explican anomalías gravitatorias en los agrupamientos estelares de los brazos periféricos de las galaxias espirales, así como la existencia de grandes nubes de gas enrarecido en el espacio interestelar. Otra hipótesis lo constituye la abundancia de neutrinos y antineutrinos. El big bang, además de la radiación térmica, se estima que produjo una gran cantidad de estas partículas, en una proporción que oscila, según los cálculos, entre uno y cien millones por metro cúbico del universo, lo que los convertiría en el componente más abundante del universo. Los neutrinos interactúan muy escasamente con la materia ordinaria y no emiten radiación electromagnética, por lo que su detección es muy difícil. Las estimaciones teóricas acerca de su masa establecen un límite superior en 15 eV (compárese con la masa del electrón, 938 MeV), y hay modelos que le asignan masa nula. Una de las áreas de estudio más activa de la astrofísica es encontrar la proporción de estas partículas en el universo y medir su probable masa, pues sería un candidato idóneo como componente de la materia oscura.

Teorías y modelos cosmológicos.

Las teorías modernas acerca del origen, estructura actual y evolución del universo se fundamentan en los dos grandes pilares de la física del siglo XX, la teoría de la Relatividad de Einstein y la teoría Cuántica desarrollada por Einstein, Bohr, Heisenberg y otros.

La gravitación y la geometría del espacio-tiempo.

La Teoría General de la Relatividad descansa en dos hechos empíricos elevados a la categoría de principios básicos. El primero es el principio de relatividad, según el cual un observador no puede distinguir si se encuentra en reposo o en movimiento rectilíneo y uniforme. El segundo es el principio de equivalencia, según el cual ningún observador puede distinguir entre la gravedad y la aceleración a nivel local. Este último principio está basado en la equivalencia de las masas inercial y gravitatoria de un cuerpo, que hace que todos los cuerpos caigan con la misma aceleración en un campo gravitatorio.

La teoría General de la Relatividad establece que la presencia de masa origina una distorsión espaciotemporal, comúnmente llamada curvatura del espacio-tiempo. Así, la geometría euclidiana debe abandonarse, pues la luz no seguiría siempre un camino recto entre dos puntos, sino aquella trayectoria de mínima longitud en el espacio-tiempo curvado. La curvatura del espacio tiene consecuencias extrañas, tales como que la suma de los ángulos de un triángulo es mayor que 180º, o el cociente entre el perímetro de una circunferencia y su diámetro es mayor que p .

En esta teoría, el modelo de universo de Einstein es cerrado en el espacio-tiempo, con un radio R. Los fotones se propagan en línea recta localmente, pero cuando han recorrido una distancia 2pR se encuentran en el lugar de partida, y han "circunvalado" el Universo. Al ser la curvatura del Universo muy grande, estos efectos en la geometría sólo pueden ser percibidos a escala cosmológica.

La teoría de Einstein ha sido ampliamente comprobada experimentalmente en ciertos sistemas astrofísicos como el pulsar binario, las lentes gravitacionales y los agujeros negros.

Modelo cosmológico de Einstein.

Al construir su modelo de Universo en 1917, Einstein se basó en tres suposiciones principales. En primer lugar, que el Universo es homogéneo e isótropo a gran escala, lo que se conoce como el Principio cosmológico, y es una extensión del principio copernicano a todo el Cosmos. En segundo lugar supuso que el Universo tiene una geometría espacial cerrada. El volumen total de un espacio tridimensional con curvatura positiva y uniforme es finito, pero no posee limites o fronteras. Por último, supuso que el Universo como un todo es estático, que sus propiedades a gran escala no varían con el tiempo. Esta suposición la hizo antes del descubrimiento de la expansión del Universo, y fue introducida para evitar la existencia de una "Creación" o instante inicial del Cosmos.

Einstein se percató de que sus ecuaciones de la relatividad general no tenían soluciones con sentido en su modelo de Universo. Para obtener una solución, debía añadir ad hoc un término adicional a sus ecuaciones, la denominada constante cosmológica, que puede ser interpretada en términos prerrelativistas como una especie de fuerza gravitatoria repulsiva, que contrarresta la atracción gravitatoria de la materia y evita el colapso de un Universo cerrado sobre sí mismo. La inclusión de este término en un contexto más general significa, sin embargo, que el espacio-tiempo no sería plano en ausencia total de materia-energía.

Al conocerse la expansión general del Universo se abandonó el modelo con constante cosmológica, a la que Einstein calificó como "el error más grande de mi vida". Irónicamente, recientes desarrollos en física de partículas sugieren que en los primeros momentos del Universo bien pudo haber un valor no nulo de la constante cosmológica, y que este valor está conectado con la naturaleza del vacío.

Modelos cosmológicos de Friedmann.

Los modelos de Friedmann adoptan el Principio cosmológico al igual que el de Einstein. Sin embargo, rechazan la suposición de la independencia del estado del Universo con el tiempo. Friedmann encontró en 1922 soluciones a las ecuaciones de Einstein que dependen del tiempo, y por lo tanto estos modelos predicen un Universo en evolución. Estos modelos evolucionarios corresponden a las teorías de Gran explosión o big bang.

Además, los modelos de Friedmann consideran tanto Universos con curvatura positiva (Universos Cerrados o convexos) como Universos con curvatura positiva (universos abiertos o cóncavos).

En las soluciones de las ecuaciones de Einstein para los modelos de Friedmann aparece el radio de curvatura del Universo como una función del tiempo R(t). Si el Universo está en expansión R(t) aumenta, lo que implica que la distancia entre dos puntos fijos en el espacio aumenta con el tiempo, y la velocidad de alejamiento es proporcional a la distancia que los separa. Ocurre lo contrario si el Universo se contrae, esto es, si R(t) disminuye.

De esta forma, Friedmann predijo teóricamente la ley de expansión del Universo que Hubble encontró experimentalmente unos años después. En efecto, las observaciones espectroscópicas de la luz de las galaxias muy lejanas indican un desplazamiento Doppler hacia el rojo de las líneas de absorción, lo que indica que las galaxias se alejan de nosotros.

Se ha encontrado que la velocidad de recesión es independiente de la dirección (isótropa) y proporcional a la distancia que nos separa de ellas; esto constituye la ley de Hubble de la expansión del Universo. Según la interpretación de Einstein, las galaxias no se mueven en absoluto, es el propio espacio entre ellas el que aumenta al expandirse el Universo.

Debe hacerse notar que en los modelos de Friedmann hay curvatura tanto en el eje espacio como en el eje tiempo, a diferencia del modelo de Einstein.

En el modelo de Friedmann cerrado (véase la figura), en cada instante de tiempo t, el eje espacial forma un lazo cerrado de radio R(t), el radio del Universo. El volumen de este Universo y el número total de galaxias son ambos finitos. En estos modelos la evolución del Universo es la siguiente: el radio R(t) es cero en el instante inicial t = 0, se expande hasta alcanzar un valor máximo en el instante t = tm (la parte media del diagrama), y seguidamente se contrae hasta el valor R = 0 en el instante t = 2tm. Así pues, en este modelo el tiempo tiene tanto un principio como un final. El valor del tiempo tm depende de la cantidad de masa encerrada en el Universo, es menor cuanto mayor se la cantidad total de masa-energía en el Universo. El instante inicial corresponde a la Gran Explosión, donde la densidad de materia era infinita debido a que el tamaño del Universo era nulo. La singularidad final, cuando el Universo se contrae de nuevo hasta un tamaño nulo, se denomina "Big Crunch" o Gran implosión.

 

 

Modelo de Friedmann.

El modelo de Friedmann abierto difiere del modelo cerrado tanto en la estructura espacial como en la evolución temporal. En un Universo abierto el volumen total de espacio y el número total de galaxias es infinito. La geometría tridimensional en este modelo es la correspondiente a una curvatura negativa: la suma de los ángulos de un triángulo es menor de 180º , la razón entre la circunferencia y el diámetro es mayor que p , etc. La historia temporal de un Universo abierto comienza también con una singularidad de densidad infinita (R(t) = 0), pero su expansión continua indefinidamente, y la densidad de masa-energía disminuye continuamente hasta hacerse virtualmente nula. En este modelo el tiempo tiene un principio pero no un final.

Modelo cosmológico de Einstein-de Sitter

En 1932 Einstein y de Sitter propusieron que la constante cosmológica debe tomar valor cero, y construyeron un modelo cosmológico homogéneo e isótropo que representa el caso intermedio entre los modelos abierto y cerrado de Friedmann. Einstein y de Sitter supusieron que la curvatura espacial del Universo no es ni positiva ni negativa, sino nula.

La geometría espacial de este modelo es por lo tanto la geometría plana de Euclides; sin embargo el espacio-tiempo en su conjunto no es plano: hay curvatura en la dirección temporal. El tiempo comienza también en una Gran Explosión y las galaxias se alejan continuamente entre sí, sin embargo la velocidad de recesión (constante de Hubble) disminuye asintóticamente a cero a medida que el tiempo avanza.

Debido a que la geometría del espacio y las propiedades de la evolución del Universo están unívocamente definidas en el modelo de Einstein-de Sitter, mucha gente lo considera el modelo más apropiado para describir el Universo real.

Durante los últimos años de la década de los 70 surgió un firme soporte teórico para esta idea a partir de los estudios en física de partículas. Además, las observaciones experimentales sobre la densidad media del Universo apoyan esta concepción, aunque las evidencias aún no son concluyentes.

Universos ligados y no ligados. Densidad crítica.

Una manera de ver la evolución cosmológica del Universo es examinar si se encuentra gravitatoriamente ligado o no ligado. Los modelos en los cuales las galaxias inicialmente se separan pero después terminan juntándose por efecto de su atracción gravitatoria, representan Universos ligados, y los modelos abiertos donde las galaxias continúan separándose para siempre representan Universos no ligados; el modelo de Einstein-de Sitter en el que las galaxias se separan para siempre pero van frenándose eternamente representa el caso crítico.

La ventaja de esta visión alternativa es que centra la atención en magnitudes físicas locales, con las cuales se puede emplear la teoría newtoniana, mucho más sencilla. Desde este punto de vista, está claro que el factor determinante del destino de las galaxias es la densidad media de masa-energía presente en el Universo, pues tanto la teoría de Einstein como la de Newton dan el mismo valor para la densidad crítica, la que separa los casos de Universos gravitatoriamente ligados y de los no ligados. Estimando la constante de Hubble en 20 km por segundo por millón de años luz, se obtiene un valor aproximado de la densidad crítica equivalente a cinco átomos de hidrógeno por metro cúbico de espacio cósmico. Si la densidad cósmica media fuera mayor que el valor crítico, entonces el Universo estaría ligado (cerrado) y, aunque actualmente esté expandiéndose, terminaría en un colapso de proporciones inimaginables. Si la densidad real fuera menor que la crítica, entonces el Universo no estaría ligado gravitatoriamente, y continuaría expandiéndose indefinidamente.

La masa en las galaxias observadas directamente, cuando es promediada sobre distancias cósmicas, se estima en sólo unas fracciones de la cantidad necesaria para cerrar el universo. El campo de radiación (que es en su mayor parte radiación de fondo de microondas) contribuye notablemente al total de masa-energía. Si esto fuera todo, el Universo sería no ligado y abierto. Sin embargo, la materia oscura, cuya existencia se deduce mediante su efecto dinámico, multiplica la cantidad de masa-energía conocida por un factor entre 1 y 10, de forma que el promedio total de densidad se estima entre un 20 y un 40% de la densidad crítica. Algunos investigadores creen que con nuevas observaciones y estimaciones más afinadas se puede elevar eventualmente esta cifra al 100% de la densidad crítica.

La edad del Universo.

Un método indirecto para averiguar si el Universo es o no ligado consiste en estimar su edad. Dado que la deceleración producida por la gravitación hace suponer que la expansión fue más rápida en el pasado y será más lenta en el futuro, entonces la edad del Universo debe ser menor que la edad correspondiente a una expansión libre, es decir, 15.000 millones de años. Cuanto mayor sea la influencia de la gravedad tanto menor será la edad real comparada con la edad de libre expansión. Puede demostrarse que un Universo de Einstein-De Sitter dominado por la materia-energía tendría una edad actual 2/3 de la edad de libre expansión, es decir 10.000 millones de años. Por lo tanto, el Universo actual, que ha estado dominado por la materia-energía durante largo tiempo, es cerrado si puede demostrarse que su edad real es inferior a esta cifra, y abierto en caso contrario.

Las estimaciones de las edades de los cúmulos globulares de estrellas y de los elementos radiactivos, que deben ser al menos tan viejos como el propio Universo, dan un rango de valores compatibles con la edad crítica de 10.000 millones de años.

Las estimaciones formales de las edades de los cúmulos globulares, sin embargo, son demasiado altas para ser compatibles con el valor crítico, y algunos investigadores han inferido de ello que, o bien el Universo no es ligado o la constante cosmológica no es nula. Estas conclusiones pueden ser prematuras, pues estas estimaciones presentan un error nada desdeñable.

Comprobaciones experimentales globales.

Debido a que ni las comprobaciones locales de densidad media ni la medición de la edad de los objetos celestes más antiguos conocidos han probado su capacidad para determinar claramente si el Universo es abierto o cerrado, se debe investigar la geometría real del espacio a muy gran escala para discernir entre uno u otro caso. Llevar a cabo experimentos de medidas métricas a gran escala mediante sondas espaciales es totalmente inviable. Afortunadamente existen sondas naturales asequibles con las cuales explorar los confines más alejados del espacio y del tiempo, que son los fotones procedentes de las galaxias más lejanas. Para usar estas sondas de forma efectiva como diagnóstico es importante conocer las propiedades intrínsecas de las fuentes emisoras, y examinar los objetos cuyo espectro presente el mayor desplazamiento al rojo posible, de forma que uno va más lejos en el espacio y más atrás en el tiempo. El problema es que los astrónomos únicamente conocen bien las galaxias más cercanas, es decir, las más contemporáneas. La suposición de que las galaxias más lejanas (y más antiguas) son similares a las de ahora se hace más sospechosa a medida que se observan objetos más lejanos, debido a que crece la importancia de los efectos evolutivos. La dificultad de separar los efectos evolutivos de los puramente cosmológicos permanece como el más grande obstáculo en esta línea de investigación

El fin del Universo.

En ausencia de conclusiones observacionales definitivas sólo se puede especular con el posible fin del Universo. Si el Universo es no ligado, la expansión cosmológica continuará, las galaxias y estrellas consumirán su combustible y, debido a la inestabilidad radiactiva inherente a la materia, toda masa quedará deshecha en sus partículas fundamentales y el universo será un mar oscuro y casi vacío de partículas fundamentales y radiación. Si el Universo es ligado, el contenido de masa-energía del Universo volverá a juntarse de nuevo en un tiempo futuro. El fondo de radiación cósmica se desplazará hacia el azul, elevando la temperatura de la materia y la energía hasta niveles inconcebibles, y quizá mezclándose en una singularidad de densidad infinita. Debido al desarrollo de estructuras en épocas previas, el gran colapso probablemente no ocurriría en un sólo punto, tal como sucedió en el Gran estallido al principio del tiempo. La discusión sobre ciclos recursivos de colapsos y explosiones primigenios queda en el campo de la especulación.

 

Fundación Educativa Héctor A. García