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L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 

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Los comienzos del hombre

  • Cuando hablamos de los inicios de la evolución humana, por lo general pensamos en Egipto y Mesopotamia, que fueron las primeras civilizaciones surgidas en el Cercano Oriente durante el cuarto milenio a.C. Sin embargo, cuando estas comenzaban su desarrollo, la Tierra ya tenía miles de millones de años y nuestros antecesores, los primates, ya la poblaban desde hacía más de 70 millones de años.

La prehistoria corresponde al período de tiempo que va desde la aparición del hombre sobre la Tierra hasta la invención de la escritura (alrededor del 3.100 a.C.). Incluye la evolución del hombre desde la forma más primitiva de primate hasta convertirse en un Homo sapiens sapiens, que es la especie a la cual pertenecemos.

Pese a que tardó varios millones de años, la evolución humana fue un proceso de aprendizaje progresivo, lleno de logros y creaciones que aún perduran. Durante la prehistoria, que normalmente asociamos con retraso, el hombre aprendió a pulir piedras y a fundir metales para confeccionar sus herramientas; descubrió el fuego; inventó la cerámica, el bote a vela, la rueda, el telar, el huso y el arado, y quizás lo más importante, pasó de la vida nómade en base al pastoreo, la caza y la recolección de frutos, a la vida sedentaria, tras el descubrimiento de la agricultura y la ganadería.

Esta etapa no fue igual en las distintas zonas del mundo, ya que hubo lugares más desarrollados que otros. Mientras en Mesopotamia y Egipto la prehistoria terminó a fines del cuarto milenio y segunda mitad del segundo antes de Cristo, respectivamente, en algunas partes de Oceanía, África y América se han mantenido formas de vida prehistórica hasta este siglo.

sepultura
Esta sepultura doble de una joven con un niño a sus pies tiene casi cien mil años. Es una de las más antiguas encontradas. Fue descubierta en la cueva de Qafzeh, cerca de Nazaret, en Israel.
Venus prehistorica
Venus prehistórica

En busca de lo desconocido

El conocimiento de la prehistoria ha sido sumamente difícil, ya que como la escritura solo surgió a fines del cuarto milenio antes de Cristo, no hay registros de épocas anteriores. Por esto, los investigadores se han basado exclusivamente en fuentes arqueológicas; es decir, en el estudio de los escasos restos materiales de las sociedades prehistóricas: armas y útiles de piedra y hueso, pinturas y objetos artísticos, piezas de cerámica, huesos de animales o de hombres, la forma de enterrar a sus muertos, etc.

Para conocer la edad o antigüedad de los restos se utiliza el método estratigráfico, que consiste en el estudio de los estratos (capas o niveles) del terreno en los que aparecen los restos, cuya edad se conoce a través de la estructura geológica -composición de la tierra- y del yacimiento -disposición de cada uno de los estratos.

También se efectúa un estudio evolutivo de los objetos y un análisis físico con elementos radiactivos, como el carbono 14, el flúor, los pares de potasio-argón, torio-iridio, etc.

Organizando el pasado

Para ordenar el proceso evolutivo del hombre durante tantos miles de años, se han establecido períodos o etapas dentro de la prehistoria, en base a las costumbres y conocimientos existentes en cada momento.

La división tradicional de la prehistoria, definida por John Lubbock y Christian Jürgensen Thomsen, describe las etapas sucesivas del Paleolítico o Edad de la Piedra Tallada, Neolítico o Edad de la Piedra Pulimentada y la Edad de los Metales -cobre, bronce y hierro.

Otros criterios de periodificación son el de Lewis Henry Morgan, que denominó Salvajismo al Paleolítico, Barbarie al Neolítico, Calcolítico a la Edad del cobre y Civilización a la Edad del bronce antiguo; y el de Vere Gordon Childe, que distinguió entre el Salvajismo (Paleolítico), Revolución agrícola (Neolítico) y Revolución urbana (Edad de los metales).

Nuestros antepasados

Se estima que el Universo nació hace unos 15 mil millones de años. Sin embargo, la historia del hombre es muchísimo más breve. Nuestros antepasados, los primates, surgieron más de 70 millones de años atrás, al evolucionar desde los mamíferos insectívoros.

El primate más antiguo que se ha encontrado es el denominado Purgatorius, de Norteamérica, que tiene 70 millones de años y fue encontrado en las Montañas Rocosas en Estados Unidos. Esta especie fue la única que convivió un breve tiempo con los últimos dinosaurios de finales del período Cretácico.

Los primates desarrollaron varias características que permitieron su evolución hasta el hombre actual. Su visión era similar a la nuestra -binocular, capaz de apreciar relieves y formas a distancia-; tenían el cerebro mucho más grande que otros mamíferos placentarios -aquellos cuya gestación es en el útero materno-; sus extremidades posteriores se adaptaron para el desplazamiento, mientras los miembros delanteros se especializaron en la manipulación de objetos; podían caminar en dos y cuatro patas.

Hace unos 40 millones de años aparecieron los monos llamados antropoides -de la palabra anthropoidea, que en griego significa, semejante al hombre- en Norteamérica o Eurasia, desde donde emigraron hacia otros continentes. Se dividían en dos grupos: los catarrinos, distribuidos en África y Asia, y los platirrinos, ubicados en América Central y Sur. Los dedos de sus manos po-seían uñas, en vez de garras, y una gran movilidad para sujetar y manipular objetos.

El mono platirrino más antiguo que se conoce se descubrió en la zona central de Chile, tiene 20 millones de años y fue denominado Chilecebus carrascoensis.

Hace unos 35 millones de años un grupo de primates se desarrolló para formar otra familia, la hominoidea -que en latín también significa ‘semejante al hombre’- o de los homínidos, que se caracteriza por no tener cola. Sus antiguos representantes, los pliopitécidos, se extinguieron hace 15 millones de años. Después aparecieron los póngidos (orangutanes, gorilas, chimpancés, etc.), 25 millones de años atrás.

Los primeros homínidos eran relativamente pequeños, alrededor de 1.20 a 1.40 metros, su cerebro pesaba unos 425 gramos. Eran parecidos a los actuales chimpancés; sin embargo, la relación cerebro-masa corporal pudo ser el doble de la del chimpancé que conoces y cuatro veces la de un gorila. El parecido más claro de los primeros homínidos con nosotros era que habían adoptado una posición erguida para desplazarse.

Actualmente encontramos póngidos en los bosques tropicales de África y Asia, aunque antiguamente también habitaban en Europa. Estas especies eran de mayor tamaño, como el gigantophitecus, que llegó a tener tres metros de longitud y vivió hace 15 mil años en China y la India.

La desaparición de los dinosaurios
Unos cinco millones de años antes de la aparición de los primates, un gigantesco meteorito impactó la Tierra. Aproximadamente el 65 por ciento de la vida desapareció en un período breve, incluso los grandes dinosaurios.

Desde 1980 se han acumulado pruebas del impacto de este meteorito. La colisión se produjo en el mar y atravesó unos 200 metros de la corteza terrestre. Ocasionó una explosión que lanzó toneladas de material y polvo a la atmósfera, bloqueando los rayos solares durante un largo período, cortando el proceso de la fotosíntesis de las plantas. Enormes incendios se esparcieron por el planeta y después vino un invierno nuclear. Este proceso pudo haber durado miles o millones de años. Solo sabemos que la vida en la Tierra cambió bruscamente.

Los pequeños mamíferos que durante millones de años corrieron entre las patas de los dinosaurios, llevando una vida crepuscular o nocturna para sobrevivir, superaron la catástrofe y en un lapso relativamente corto dominaron los nichos dejados por los dinosaurios y otras criaturas. Si esto no hubiese ocurrido, es probable que nuestro destino como una especie más en la cadena de la vida, jamás hubiera sido posible.

cabeza
Cabeza de terracota hecha durante la primera etapa del Neolítico.
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Bisonte tallado en un asta de reno, hallado en la cueva de La Madeleine, en Dordoña (Francia). Por la posición de la cabeza, parece que el animal se está lamiendo el lomo.

El nacimiento del hombre

Los primates evolucionaron por mucho tiempo, hasta llegar al género Australopithecus, que son los homínidos más cercanos a nuestro género el Homo.

El 25 de octubre de 2000 en Kenia, un grupo de paleontólogos kenianos y franceses descubrieron los restos más antiguos encontrados de nuestros ancestros, un homínido de seis millones de años de antigüedad.

Actualmente se han identificado varias especies diferentes, agrupadas baja la denominación australopitecinos: el Australopithecus ramidus, anamensis, afarensis, africanus, robustus, graciles, bahrelghazali, boisei yaethiopicus. Estos habrían aparecido aproximadamente 4,5 millones de años atrás, extinguiéndose hace menos de un millón de años. Como los hallazgos de restos de homínidos se concentran en África oriental y meridional, se cree que fue en ese continente donde se desarrollaron.

Hace dos millones de años, una de las variaciones de los homínidos se parecía más al ser humano que a los Australopithecus. Se trata del denominado Homo habilis -hombre hábil-. Los hallazgos arqueológicos indican que medían un metro, tenían brazos muy largos, una cabeza mucho más redondeada y un cerebro mayor. Los huesos del cráneo eran más delgados, las manos eran semejantes a las nuestras, y los pies, como los actuales. La mandíbula era menos maciza, por lo que ya no se parecían tanto a los simios.

El Homo habilis fue la primera especie con un cerebro lo bastante desarrollado como para ser capaz de dar forma a una piedra: la golpeaba para dar forma a herramientas útiles. Fue el primero que uso plenamente sus manos. Pudo haber sido más cazador que recolector.

Alrededor de 1.600.000 años atrás, apareció el Homo erectus -hombre erguido-. Fue el primer homínido corpulento y pesado, como los hombres actuales. Podían alcanzar 1,8 metro de alto y pesar unos 80 kg. Tenían un cerebro más grande, que les permitió crear útiles de mayor calidad y ser grandes cazadores.

Se cree que la desaparición de los australopitecinos se debe a la dura competencia por conseguir alimentos que sostuvieron con los H. habilis y los H. erectus, que contaban con útiles herramientas y una mayor inteligencia, que les pudo haber permitido trabajar en equipo. Es probable que el Género Homo haya exterminado a sus predecesores.

Las glaciaciones y el poblamiento global

La situación climática y física de la Tierra cambió drásticamente hace 600 mil años, cuando inmensas masas de hielo cubrieron gran parte de los continentes, iniciándose la primera de una serie de eras glaciales.

Cuando los glaciares estaban en su máximo apogeo, el nivel de las aguas descendió unos 90 metros, dejando aflorar plataformas continentales en las zonas costeras, que funcionaron como puentes que permitieron el traslado del H. erectus, probablemente persiguiendo manadas de animales, desde África a Asia, y de allí al archipiélago indonesio en el océano Pacífico.

El frío los obligó a adoptar nuevas costumbres. Durante las noches ya no podían permanecer sobre un árbol o en el suelo, como seguían haciendo los póngidos. Comenzaron a construir refugios con piedras o colgando pieles de un palo. Si encontraban una cueva apropiada, se refugiaban en su interior, protegiéndose de la lluvia, la nieve y de la fuerza del viento.

Fue justamente al interior de las cuevas donde se han encontrado restos de H. erectus y de las primeras fogatas. El uso del fuego, que diferencia al Género Homo de todos los demás organismos, les permitió la cocción de los alimentos, con lo que la carne se volvía más tierna y mejoraba su sabor -probablemente descubrieron esto al comer animales que se habían quemado durante un incendio-, y se hacían comestibles algunos alimentos vegetales que de otro modo eran difíciles de ingerir.

Además, como el calor mata parásitos y bacterias, la cocción debió tener efectos positivos en su salud.

Nuestros parientes directos

Hace 300 mil años, los homínidos se habían desarrollado tanto que no solo igualaban a los hombres actuales en peso total, sino también en el cerebral. El primer vestigio de ellos se halló en 1856 en el valle de Neander, en Alemania, por lo que fueron llamados hombres de Neanderthal.

Sus cráneos eran menos humanos que los nuestros, ya que tenían protuberancias sobre los ojos, dientes anchos, mandíbulas salientes, la frente inclinada hacia atrás y la barbilla ligeramente hundida. Eran más bajos, robustos y musculosos que nosotros.

Como se asemejaban tanto al hombre actual, excepto en el cráneo, fueron considerados de nuestra especie con el nombre de Homo sapiens neanderthalensis -que en latín significa ‘hombre sabio’-.

Los H. erectus se extinguieron o talvez fueron aniquilados por la nueva especie -que era más inteligente y fuerte- entre 300 y 200 mil años atrás.

Los neandertales se trasladaron a Europa, vivieron durante los períodos glaciales, cazaron al mamut, el rinoceronte lanudo y el oso gigante de las cavernas, y supieron cómo encender el fuego. Sus útiles de piedra eran más variados, elaborados y precisos.

Estos hombres también fueron los primeros en enterrar a sus muertos. El hecho de que los quisieran proteger de ser devorados por los animales -ya que los homínidos anteriores abandonaban los cuerpos donde caían- ha sido interpretado como una valoración de la vida y una muestra de los afectos, ya que prestaban atención y cuidado a los individuos incluso después de la muerte. Con frecuencia se enterraban alimentos y flores con el difunto, lo que puede significar que de algún modo creían que la vida continuaba después de la muerte.

Cerca de 50 mil años atrás, aparece el hombre más parecido a nosotros, cuyo nombre científico es Homo sapiens y que es conocido como hombre de Cro-Magnon -por la localidad francesa donde fueron hallados restos de ellos en 1868-. Eran más altos, esbeltos y menos musculosos que los neandertales. Sus cerebros eran algo más pequeños, pero mayores en la parte frontal. Esta característica permite creer que poseían mayor capacidad intelectual y estaban en mejores condiciones para desarrollar un pensamiento abstracto y un lenguaje elaborado.

El hombre actual

Las dos variedades de Homo sapiens coexistieron durante 20 mil años. Aunque pudieron mezclarse ocasionalmente, hace 30 mil años los neandertales habían desaparecido. De ahora en adelante, ya no nos referiremos a homínidos sino a personas o seres humanos pertenecientes a la especie Homo sapiens sapiens.

Respecto a su distribución geográfica, se cree que hace más de 25 mil años migraron -desde África, Asia, Europa y algunas islas próximas a la costa-, aprovechando el descenso de las aguas a causa de las glaciaciones. De esta manera poblaron toda América, hasta Tierra del Fuego, y Australia, incluida Tasmania, isla situada frente a su costa sudoriental. La Antártida fue la única masa continental que permaneció inhabitada hasta la época contemporánea.

La última edad del hielo terminó hace unos 10 mil años, con lo que el clima se hizo más templado. Crecieron de nuevo los árboles y reaparecieron los bosques. Al mismo tiempo, desaparecieron los mamuts.

Con todos estos cambios del entorno, y producto de la distribución de la población por todo el planeta, lo que implicaba hábitat distintos -sol o hielo, bosque o llano, humedad o sequedad, altura y latitud-, alimentación diferente y herencia genética variada, se produjo una diversificación étnica.

La distinción entre una raza y otra probablemente se produjo entre el 8.000 y el 4.000 a.C., con diferencias de altura y proporción, estructura facial y color de piel, matices y contextura del cabello.

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El uso de la piedra

El Lítico o Edad de la Piedra se extiende desde la primera aparición del hombre hasta alrededor del 4.000 a.C. Corresponde a la época en que el hombre hizo casi todas sus herramientas y armas de piedra. Este período se divide en dos: el Paleolítico y el Neolítico.

El Paleolítico o Edad de la Piedra Antigua, caracterizado por el uso de la piedra tallada, se extendió hasta el 10.000-8.000 a.C.

Las condiciones de vida eran extremadamente duras, a causa de las glaciaciones. Además, abundaban feroces animales, como el mamut, bisonte, elefante, rinoceronte, oso y el león.

El hombre vivía de la caza, la pesca y la recolección de frutas silvestres, y se agrupaba en pequeñas comunidades nómades, que se movilizaban siguiendo a los animales que migraban buscando pasto o impulsados por los cambios del clima. Habitaban en cuevas que les daban protección natural o en carpas de cuero.

Gracias al desarrollo progresivo de la inteligencia de los homínidos, fueron aprendiendo a fabricar armas y herramientas con piedras -técnica que lentamente fueron perfeccionando- y a manejar el fuego. Además de tallar la piedra, utilizaron huesos para hacer agujas y puntas de flechas y arpones.

En esta época también se iniciaron los entierros de los muertos para que no se los comieran los animales, junto a alimentos y herramientas.

De fines del paleolítico son los primeros artistas de la humanidad, de acuerdo a los descubrimientos de pinturas en cuevas del norte de España y Francia.

Los grandes cambios

El Neolítico, o Edad de la Piedra Nueva, corresponde al período en que se utilizaba la piedra pulimentada, que terminó alrededor del 4.000 a.C. en el Cercano Oriente.

El hombre logró aumentar en forma decisiva su dominio sobre la naturaleza, al aprender a pulir y perforar la piedra. Las herramientas más finas y eficaces le permitieron cortar árboles y construir habitaciones de madera. Además, inventaron el huso y el telar, y desarrollaron técnicas para hilar y tejer lana (de origen animal) y lino (de origen vegetal).

Descubrieron que la greda se endurecía al fuego, y con el tiempo aprendieron a fabricar una gran variedad de objetos de cerámica -vasos, ollas, platos-. Con posterioridad desarrollaron técnicas para decorar estas cerámicas con figuras y colores.

Para la pesca y las migraciones, crearon los botes, hechos con el tronco de un árbol ahuecado, mientras que para la caza y la guerra inventaron el arco y la flecha, que solo serían reemplazados por las armas de fuego en el siglo XIV d.C.

Gracias a sus inventos y avances, el hombre pudo dar un paso decisivo: empezó a producir sus alimentos mediante la agricultura y la ganadería; es decir, aprendió a domesticar y criar animales -ovejas, cabras, vacunos y, finalmente, caballos- y a cultivar la tierra.

La cría de animales se efectuó inicialmente en las extensas estepas de Asia, con lo que los hombres se convirtieron en pastores. Pero como había que proveer a los animales de pasto, cambiaban periódicamente de lugar, por lo que continuaron con la vida nómade.

La agricultura, uno de los descubrimientos más importantes de la humanidad, surgió cuando los hombres se dieron cuenta de que las semillas puestas en la tierra brotaban y producían nuevas plantas y semillas. Ya no dependían solo de lo que les daba la naturaleza; podían producir más de lo que necesitaban para su consumo, planificar su futuro y permanecer en un solo lugar. Comenzó el sedentarismo.

Los campesinos tomaron posesión de la tierra, considerándola propiedad de ellos y de su grupo. Para protegerla, formaron aldeas y pequeñas ciudades, y las rodearon de muros defensivos. Cada tribu y pueblo desarrolló su propia lengua, tradiciones y costumbres, religión, arte y forma de vida.

La vida en comunidad obligó a establecer reglas -para los matrimonios, la educación de los niños y la distribución de los alimentos- y a tener a alguna autoridad que las hiciera cumplir -los guerreros más valientes o los vecinos más acaudalados-. Como no existía la escritura, los hombres se regían por el derecho consuetudinario (leyes basadas en el uso y las costumbres), que se transmitía en forma oral.

vaso campaniforme
Vaso campaniforme
vasija
Vasija prehistórica de barro cocido de cuatro asas, realizado por el pueblo Celta en la Edad del Bronce.
puñal
Puñal de la Edad de Bronce

El inicio de la orfebrería

La Edad de los metales comenzó en el cercano oriente en el cuarto milenio a.C. y constituyó la última fase de la prehistoria, inmediatamente anterior a la aparición de la escritura.

La Edad del cobre o calcolítico

Si bien el hombre había perfeccionado cada vez más las técnicas para labrar la piedra, sus instrumentos seguían siendo toscos y su uso era limitado, ya que se quebraban y gastaban con facilidad. Se necesitaba un material más resistente y fácil de trabajar. Fue entonces cuando descubrieron el cobre.

En una primera etapa, le daban forma golpeándolo con un martillo, de acuerdo a la herramienta que necesitaban. Más adelante, aprendieron a fundirlo; vaciándolo en moldes podían hacer instrumentos de cualquier tamaño y forma.

La fundición del cobre coincidió además con el desarrollo de la metalurgia del oro, la plata, el estaño y el plomo.

Edad del bronce

Con posterioridad, en el 3.000 a.C., descubrieron que era más resistente la mezcla de cobre con estaño, y crearon el bronce, que fue la aleación más usada durante unos dos mil años.

En esta época el hombre hizo otra importante invención, el arado tirado por animales, que reemplazó al simple hoyo hecho con un palo aguzado. Esto les permitió aumentar el área de cultivo.

Junto con lo anterior, descubrieron que era importante guiar el agua y proteger los terrenos de las inundaciones, para lo cual construyeron canales de regadío y diques.

Otro invento clave fue la rueda, que facilitó enormemente el transporte de cargas pesadas. Al unir dos ruedas mediante un eje, se crearon los primeros carruajes.

El antiguo bote fue perfeccionado, al agregarle velas, lo que facilitó la navegación de ríos y costas marítimas.

Los nuevos medios de transporte facilitaron el intercambio de productos, tanto de materias primas como de productos elaborados, que se realizaba fundamentalmente en los centros urbanos. Nació el comercio.

Las nuevas actividades e inventos hicieron más compleja la estructura social, debido a la especialización del trabajo. Los hombres no solo eran cazadores, pastores o agricultores; también había comerciantes, marineros y artesanos especializados en la fabricación de armas, cerámicas o herramientas.

La Edad del Hierro

El descubrimiento del hierro en el Cercano Oriente fue parte del fin de la prehistoria -marcado por la invención de la escritura-. Aunque este metal ya se empleaba en bruto en la ciudad mesopotámica de Ur, su fundición no se logró hasta el segundo milenio, ya que hacía falta una temperatura superior a los 1.500° Celsius.

El origen de la metalurgia del hierro parece estar en Armenia, con los pueblos mitani e hititas, que gracias a dicho material pudieron crear poderosos imperios militares.

El uso generalizado del hierro hacia el 1.200 a.C. no supuso la desaparición de las culturas del bronce, ya que convivieron por mucho tiempo.

Como la evolución cultural fue dispareja, los pueblos se fueron diferenciando. Mientras algunos seguían en la edad de piedra y mantenían una vida nómada, los pueblos del Cercano Oriente tenían un rico comercio y grandes ciudades -en Egipto y Mesopotamia-. En tanto, en lo que es hoy el actual Japón se saltaron la edad del bronce, al pasar de la piedra a la Edad del Hierro.

Las primeras manifestaciones artísticas

familiaSe llama arte prehistórico a todas las creaciones con valor artístico realizadas por el hombre antes de la aparición de los primeros textos escritos.

Estas manifestaciones se han estudiado principalmente en Europa, donde se han encontrado en gran cantidad, por lo que se puede seguir su evolución a lo largo de varias docenas de miles de años.

El arte paleolítico se manifestó en: objetos decorados, esculturas, grabados y el arte parietal (en paredes) o rupestre (sobre rocas). Los objetos cumplían una función, pero además eran decorados. Por ejemplo, los propulsores de proyectiles, armas, pulseras, collares o instrumentos domésticos. Hay restos de grabados y pinturas sobre plaquitas de piedra y hueso, en las que aparecen figuras de animales. Estos también están presentes en relieves de piedra y marfil.

Destacan las estatuillas de mujeres desnudas, que pudieron estar relacionadas con cultos a divinidades femeninas de la fecundidad, que propiciarían la continuidad de la especie humana.

Los hallazgos de pinturas al interior de las cuevas de Altamira en España y Lascaux en Francia, entre otros, han permitido saber que mezclaban los colores, especialmente el rojo, negro y amarillo, con la grasa animal, y los aplicaban en las rocas con los dedos o toscos pinceles. También sabían pintar por pulverización, soplando a través de un hueso largo o una caña a manera de tubo.

Se cree que las representaciones de animales, hechas en color sobre las paredes rocosas de las cuevas, tenían un fin mágico: por medio de la magia de la caza, el hombre quería dominar las fieras peligrosas.

Evolución artística

El arte rupestre cambió, al igual que el paisaje y el clima, tras el término de las glaciaciones. Los animales, que eran motivos realistas, fueron reemplazados por signos y figuras esquemáticas.

Más tarde, con la expansión del uso de la agricultura en Europa y gracias a la influencia de las civilizaciones del Mediterráneo oriental, el estilo naturalista desapareció tanto en las pinturas como en los objetos decorativos, con el uso de la combinación de líneas y trazos esquemáticos en la representación de plantas, animales y personas.

La escultura realizada en yeso adoptó formas toscas, ya que los rasgos anatómicos humanos solo están esbozados. Por otra parte, la cerámica, elemento nuevo en el neolítico, aparece decorada con adornos geométricos.

Poco antes del inicio de la Edad del bronce aparecen las primeras manifestaciones de lo que sería la arquitectura monumental -de los grandes y hermosos edificios públicos o de gobierno-. A fines del segundo milenio, se extendió el uso del vaso de bronce con forma de campana.

Los primeros murales 
En 1879 fueron descubiertas las impresionantes pinturas rupestres de Altamira, en la provincia española de Santander. Esto desbarató las concepciones existentes sobre la capacidad artística del hombre prehistórico. De hecho, muchos estudiosos negaron su autenticidad, porque pensaban que los cazadores del paleolítico superior no podían tener la habilidad o la sensibilidad suficiente para crear obras de arte tan expresivas y perfectas.

Pero en 1901, en la localidad francesa de Dordoña se encontró una cueva con grabados similares a los de Altamira. A partir de ese momento los investigadores se pusieron a descifrar las figuras.

En Altamira, una cueva de apenas 18 metros de largo por nueve de ancho, se descubrieron cerca de un centenar de dibujos, casi todos de animales -al igual que en Dordoña-. El más destacado era un bisonte a punto de atacar, pintado de rojo.

En 1940 fue hallada la caverna de Lascaux, también en Francia, donde, entre muchos otros grabados, hay una escena de caza en la que se ve a un bisonte, al parecer herido, embistiendo a un hombre que cae con la lanza desprendida.

Otras manifestaciones similares se han encontrado en distintos lugares del mundo, permitiendo clarificar los motivos y elementos usados por el hombre para pintar hace más de 25 mil años.

 

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