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Los Mayas
El territorio maya

Templo II de Tikal (siglo VIII d.C.). Tiene 46 metros de alto.


Pese al fin de la civilización maya, sus descendientes conservan muchos de sus rasgos étnicos y lingüísticos.


La civilización de Yucatán

En los territorios que actualmente corresponden a los países de Guatemala, Belice, parte de El Salvador y Honduras, y los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, se desarrolló una de las culturas prehispánicas más importante de nuestro continente: la de los mayas.

Aunque el origen de este pueblo es un tanto desconocido, se cree que provienen del sur del actual territorio de Estados Unidos, y que, por tanto, descienden de los pobladores que llegaron desde Asia a América a través del estrecho de Bering.

Los mayas no eran un pueblo uniforme, sino una serie de grupos étnicos y lingüísticos integrados, entre los que se contaban los huastecas, los tzental-maya y los tzotzil.

La región en la que se establecieron se encontraba dividida naturalmente, por diferencias geográficas y climáticas, en:

zona norte o septentrional. Corresponde a la parte norte y seca de la península de Yucatán, que comprende los estados mexicanos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo;

zona central, con características tropicales. Está situada en las tierras bajas de Guatemala, Belice, el oeste de Honduras y las selvas de Tabasco, Campeche y Chiapas en México; y

zona sur, de territorio montañoso. Corresponde a las zonas altas de Guatemala, el sur de Chiapas, el norte de El Salvador y el noroeste de Honduras.

Cada una de estas regiones representó un momento específico de la historia de esta civilización. Nació en las tierras altas del sur, donde desarrolló sus principales características, en lo que correspondió a su etapa arcaica, que habría comenzado entre los años 2500 y 1500 a.C . Su máximo desarrollo fue en la zona central durante el período clásico (siglos III al IX d.C.). Algunos siglos después de que abandonaran la zona selvática, y tras una época de decadencia, la cultura maya resurgió en la zona norte, durante la etapa denominada posclásica (s. X al XVI).

Su imperio estuvo formado por un conjunto de ciudades que no estaban relacionadas o unificadas en un Estado central, ya que tenían instituciones y costumbres propias. Al mando de estas ciudades-estado estaban los Halach Uinic, después venían los jefes locales, consejeros, magistrados, otros funcionarios, la clase sacerdotal, comerciantes, artesanos, campesinos, y al último, los esclavos. Los de menor importancia eran los prisioneros de guerra, que usaban para realizar sacrificios humanos en honor a sus dioses, en especial durante el período posclásico.

En la medida que se desarrollaron, y luego de algunos desplazamientos territoriales, Tikal, Copán, Chichén-Itzá y Uxmal llegaron a ser las ciudades más poderosas. Producían bienes agrícolas y mantenían relaciones comerciales entre ellas.

Los mayas recibieron la influencia de las culturas mexicanas, pero también crearon un patrimonio que incluso ha sido catalogado como el más avanzado del mundo prehispánico. Desarrollaron una compleja escritura jeroglífica; un sistema numérico vigesimal, que incluía el concepto del número 0; construyeron templos piramidales escalonados, con una ornamentación muy rica; realizaron avanzados estudios astronómicos que les permitieron calcular los ciclos solar y lunar, el curso de Venus, predecir acertadamente eclipses solares y lunares. También estudiaron los solsticios y equinoccios, que determinan el inicio de las estaciones. Con todo lo anterior, desarrollaron un calendario más exacto que el actual.

Las manifestaciones más importantes de su arquitectura fueron los palacios de piedra ubicados en El Petén guatemalteco, pirámides y templos (Uaxactún, Uxmal, Chichén Itzá). En escultura sobresalieron Tikal, Copán y Palenque. En pintura, las más destacadas son las inscripciones jeroglíficas de los murales de Palenque, Bonampak, Uaxactún y Chichén Itzá.

Fueron politeístas (creían en varios dioses). Sin embargo, sus creencias evolucionaron a lo largo de su historia. Tenían una cosmovisión muy compleja, establecieron diferentes tipos y jerarquías de dioses y creían en la vida después de la muerte.

Cuando llegaron los españoles, las ciudades mayas se encontraban en desintegración. En 1546, estos lograron el control de la mayor parte de la península de Yucatán. Sin embargo, durante algún tiempo hubo algunos focos de resistencia a la conquista. El último bastión maya en la zona central, se mantuvo independiente hasta 1697.

Juego de pelota

Vaso policromo. Cerámica del período clásico maya ( 550-800 d.C.).


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Escultura de un jugador de pelota.


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Esta pintura ilustra la conquista de Guatemala, encabezada por Pedro de Alvarado.


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En Guatemala todavía se encuentran mercados bastante parecidos a los de los tiempos de la civilización maya.


Dieta alimenticia
Los mayas cazaban mediante la fabricación de trampas o usando dardos. Sus presas eran jaguares, ciervos, conejos y armadillos, entre otros. También comían tortugas, peces, iguanas e insectos.
Su principal alimento era el maíz. Lo comían cocido o en forma de tortillas, que hacían moliendo los granos sobre un mortero (metate) con una piedra cilíndrica. Acompañaban el maíz con frijoles y ají.
En cuanto a las bebidas, tomaban pozole, una mezcla de harina con agua, que alternaban con el chocolate proveniente del cacao.

 

La historia de este pueblo

Los primeros ancestros del pueblo maya comenzaron a poblar las zonas montañosas de Guatemala y Chiapas alrededor del 2500 a.C. Influidos por la civilización de los olmecas -ubicada en la costa del Golfo de México-, construyeron las primeras aldeas y centros ceremoniales y practicaron una agricultura primitiva, cultivando maíz, frijoles, calabazas y tubérculos.

Durante este período, conocido como arcaico, que terminó aproximadamente el 300 d.C., construyeron templos en madera, esculpieron pequeñas figurillas en piedra y crearon una cerámica monocroma (de un color). Los principales centros poblacionales fueron La Victoria, Uaxactún y Tikal.

El período clásico

El viejo imperio, también conocido como período clásico, ocurrido entre los siglos III y IX, fue la época en la que alcanzaron su máximo esplendor, desarrollándose especialmente en los ámbitos de la religión y las creencias, la ciencia y la arquitectura. Construyeron ciudades y pirámides, donde sepultaban a sus gobernantes y los veneraban después de muertos, junto a sus dioses.
Al comienzo, se ubicaron en la región de El Petén, donde se encontraban las ciudades de Uaxactún y Tikal. Se cree que esta última fue la más antigua capital de la civilización maya.

Durante el siglo IV, los mayas iniciaron su expansión territorial por el oeste y el sudeste, donde fundaron las ciudades de Palenque, Piedras Negras y Copán. Más tarde, se dirigieron al norte, incorporando el territorio de la península de Yucatán. Se cree que esta expansión se debió al explosivo crecimiento de la población.

Los siglos VII y VIII permitieron la consolidación de su cultura en los nuevos territorios. Durante la segunda mitad del siglo VIII alcanzaron su mayor desarrollo cultural, que se aprecia en las ruinas de los templos de Tikal, Palenque y Copán, así como en una gran cantidad de estelas (monumento en forma de pedestal) con relieves jeroglíficos, y en una rica cerámica policromada (de varios colores) y figurativa (representación de figuras y cosas).

Según algunos investigadores, las ciudades estado mayas formaban en aquella época una especie de federación, en la que los gobernantes ejercían la autoridad divina (teocracia). La sociedad estaba estrictamente jerarquizada en diferentes clases sociales.

Después vino un período de decadencia, que llevó a la población a abandonar las ciudades y trasladarse al norte de la península de Yucatán. Esta migración se debió a que no había suficiente alimento para la gran cantidad de población, debido a la explotación intensiva de tierras que ya estaban erosionadas. Además, la caída de Teotihuacán (centro religioso tolteca situado en México) terminó el flujo de mercaderías que llegaban de esa zona.

Debido al hambre, se produjeron disturbios y rebeliones contra los sacerdotes y entre las clases sociales, lo que fue aprovechado por otros pueblos para invadir.

El período posclásico

Con el tiempo, la paulatina migración ocasionó una nueva concentración de los mayas al norte de la península de Yucatán, lo que permitió revivir las tradiciones y reorganizar el Estado. Comenzaba el nuevo imperio o imperio posclásico (s. X al XVI).

Al inicio de este nuevo período, los pobladores mayas se fundieron con el grupo invasor de origen tolteca, liderado por un rey-sacerdote llamado Quetzalcóatl (serpiente emplumada) o Kukulcán por los mayas, que impuso sus cultos religiosos y un sistema militarista. Se instalaron en Chichén Itzá, donde recrearon su antigua capital, Tula, al amparo de Quetzalcóatl, que presidía la vida maya-tolteca desde la cumbre del Castillo, la principal pirámide de la ciudad. Esta tenía escalinatas en los cuatro costados, y desde su parte superior se apreciaba gran parte de la península.

Otro pueblo invasor fue el de los itzáes, que se habían establecido en el siglo IX en Champoton, sobre la costa de Campeche, región que ocuparon hasta el año 1240. Tiempo después, fundaron Mayapán en el sector centro oriental de la península.
Durante el período posclásico, las principales ciudades fueron Chichén Itzá, Uxmal y Mayapán, que durante algún tiempo mantuvieron una alianza conocida como la liga de Mayapán. Esto, hasta que un breve período bélico (guerras) dio la hegemonía a Mayapán, que organizó una especie de imperio del que dependían una docena de ciudades.

Al parecer, los señores de estas ciudades fueron capturados para evitar rebeliones. Además, mediante matrimonios se establecieron alianzas familiares con los dominados. Los personajes más conflictivos fueron vendidos como esclavos a los pueblos vecinos.

Todas estas medidas permitieron a Mayapán mantener su liderazgo hasta alrededor de 1450, cuando Ah Xupan Xiú, perteneciente a la familia Tutul-Xiú, se rebeló. Los gobernantes, de la dinastía de los Cocom, fueron asesinados, y la ciudad fue saqueada y luego destruida.

Después de esto vino la anarquía y desintegración del imperio. Las ciudades recuperaron su independencia y se enfrentaron en luchas para imponer su poderío. Se produjo un rechazo a las influencias mexicanas, por lo que se retomó la cultura maya clásica. En las tierras altas de Guatemala, los quichés formaron un pequeño imperio que no duró mucho tiempo.

A todo esto, hay que sumarle el huracán de 1464 y la peste de 1480, por lo que los centros poblacionales fueron abandonados. Los mayas se instalaron nuevamente en la zona central, en la región de Petén.

La decadencia de los mayas y sus múltiples conflictos internos facilitaron la conquista y asentamiento de los españoles, que descubrieron la península de Yucatán en 1517 (Hernández de Córdoba).

Aunque las primeras incursiones conquistadoras fracasaron, a finales de la década de 1520 casi todos los territorios de influencia maya habían sido dominados. En 1524, Pedro de Alvarado conquistó el territorio de Guatemala, fundando la ciudad de Quezaltenango. En 1527, Francisco de Montejo ocupó Yucatán, ocupación que culminó su hijo en 1536. En 1546 ya se había conquistado la mayor parte de la península, aunque los mayas que quedaban seguían resistiéndose.

La zona central, donde se encontraban los itzáes, fue sometida en 1697, cuando Martín de Ursúa atacó su fortaleza, Tayasal, a orillas del lago Petén Itzá, en las profundidades de la selva de la actual Guatemala.
Durante este tiempo, también hubo algunas revueltas en Yucatán y Chiapas. Sin embargo, los conquistadores lograron imponerse.

Calendario religioso

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Relieve maya. Probablemente representa a un gran señor.


Medicina
Este pueblo también se preocupó del cuidado de los enfermos, para lo cual combinaban el uso de la ciencia y la magia. Esto, porque consideraban que las enfermedades también podían tener un origen sobrenatural. El médico o hechicero (ahmén) recetaba infusiones, ungüentos, sangrías o productos mágicos.

Los funerales
Las personas que se enfermaban eran atendidas por los sacerdotes, quienes empleaban sangrías, oraciones y las propiedades medicinales de algunas plantas.
Cuando alguien moría, envolvían su cuerpo en una sábana y le llenaban la boca de maíz, para que no pasara hambre en la otra vida.
Las personas del pueblo enterraban a sus muertos en el patio de su casa y les ponían sus objetos personales dentro de la tumba. Los nobles quemaban a los difuntos y guardaban sus cenizas en grandes vasijas.
Los muertos eran adorados y respetados como dioses de la familia.

Organización política y social

En términos generales, las ciudades mayas se dividían en dos sectores: uno urbano, en el que se encontraban los residentes del centro ceremonial, la clase dirigente, sacerdotes, artesanos y mercaderes, y otro rural, en el que habitaban los campesinos.

Cada ciudad funcionaba como un Estado ordenado jerárquicamente:

Halach Uinic (Hombre Verdadero): era el soberano absoluto, la máxima autoridad política. Se encargaba de dictar las leyes, administrar justicia y organizaba el comercio. Gobernaba asesorado por el Gran Consejo, integrado por los principales jefes de aldea y sacerdotes. Era divinizado y en muchos casos tenía el cargo de supremo sacerdote. Vivía en un palacio rodeado de sirvientes y esclavos. Músicos, bailarines y una especie de bufones amenizaban sus momentos de esparcimiento.
El cargo se traspasaba de padre a hijo. Si este aún era menor de edad, ejercía como regente el hermano del señor difunto.

Ah cuch caboob: miembros del consejo asesor. Estos siempre estaban acompañados por ayudantes mensajeros, los kuleloob.

Bataboob: jefes de las aldeas, que cumplían funciones civiles, militares y religiosas. Eran los encargados de mantener los lazos y obligaciones entre los campesinos y el centro ceremonial, especialmente en lo referido al trabajo tributario y el servicio militar.
Eran elegidos por el sumo sacerdote de entre los miembros de la nobleza.

Nacom: suprema autoridad militar, que se elegía cada tres años en relación a sus hazañas militares.

Tupiles: guardianes, que velaban por el cumplimiento de las leyes.

Ah holpopoob: jefes de los linajes, que cumplían las órdenes de los Ah cuch caboob.

Los bataboob constituían la nobleza hereditaria o almehenoob. No pagaban impuestos y eran como una corte real. Los funcionarios menores también gozaban de privilegios mientras ejercían sus cargos.

Cada funcionario llevaba implementos distintivos de su cargo: indumentaria, tocado, aros, collares, anillos. Los principales eran transportados en literas cargadas por esclavos, y recibían a la gente común sentados en una especie de trono.

La clase sacerdotal tenía un gran poder, ya que solo ellos conocían el desarrollo de las estaciones y los movimientos de los astros, de gran importancia en la vida económica maya. El sumo sacerdote (Ahuacán) poseía los secretos de la ciencia astronómica, redactaba los códices -libros- y organizaba los templos. Por debajo de él estaban los ahkin, encargados de elaborar los discursos religiosos; los chilán o adivinos, y los ahmén, que eran los hechiceros/curanderos.

Los sacerdotes eran la clase más culta, ya que sabían leer y organizaban el calendario mediante la astronomía y las matemáticas. Además, se dedicaban al estudio de la arquitectura.

Durante el período clásico, los sacerdotes detentaron el poder político, que posteriormente les fue arrebatado por los guerreros. La dignidad de supremo sacerdote tenía carácter hereditario.

Los artesanos y los campesinos constituían la clase inferior, llamada ah chembal uinicoob. Ellos debían trabajar y además pagar tributos a los altos dignatarios civiles y religiosos. Por lo general, los campesinos se encontraban en las selvas, agrupados en pequeñas comunidades. Vivían a bastante distancia del centro de las ciudades, pero cerca de los terrenos de cultivo.

Pese a la distancia, iban periódicamente al centro urbano, donde compraban bienes traídos desde el exterior, que intercambiaban por alimentos y trabajo. En los meses en los que no trabajaban en las labores agrícolas, acudían a ejecutar las tareas encomendadas por los dirigentes. Su trabajo permitió la construcción de pirámides, templos, palacios y otros monumentos que caracterizan a sus centros urbanos.

También asistían a ceremonias religiosas, efectuaban sacrificios personales y recibían la administración de justicia.

En el último nivel estaban los esclavos o pentacoob. Podían ser prisioneros de guerra (destinados a los sacrificios humanos), se compraban en las poblaciones vecinas o eran ladrones y asesinos que adquirían esa condición.

Primer observatorio de la época clásica

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Pirámide del Adivino, templo principal de la ciudad de Uxmal.


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Plaza principal de la ciudad de Tikal.

 

Su arquitectura

Las ciudades clásicas mayas estaban formadas por un núcleo, llamado centro ceremonial. Estos estaban distribuidos en torno a una plaza central, delimitada por plataformas a cuyos costados se erigían otras estructuras generalmente orientadas hacia los puntos cardinales (norte, sur, este y oeste).

Los edificios de piedra eran recubiertos con un estuco de tierra y arena.
Las principales obras mayas son los templos piramidales. Conformados por varios cuerpos escalonados, culminaban en una cima en la que se ubicaba el templo, al que se llegaba mediante una escalinata central de peldaños muy angostos. En su interior se realizaban los sacrificios. Algunas pirámides, como el Templo IV de Tikal, superaban los sesenta metros de alto.

Frente a los templos colocaban altares de piedra y estelas, que eran monumentos esculpidos con figuras, en bajo o sobrerrelieve, representando dioses o personajes significativos en la historia o estructura social maya. En los costados escribían el hecho conmemorado y la fecha en que ocurrió.

Los altares, colocados junto a las estelas, tenían formas redondas, y en algunos casos imitaban a animales. En ellos se depositaban ofrendas, que podían ser animales, piedras preciosas, plumas y alimentos. En ocasiones muy importantes ofrendaban sangre humana, pinchándose con agujas de hueso los labios, lengua o lóbulos de las orejas. También quemaban mucho incienso de copal.

Los palacios tenían varios cuartos con anchas puertas. Los techos planos eran sostenidos por vigas y columnas. Sobre el techo, y paralelo a la fachada principal, construían otro muro, que decoraban con bajorrelieves. Estos tenían por objetivo elevar las construcciones respecto a los árboles que las rodeaban. Se les conoce como cresterías.

La parte superior de los muros y sus costados eran decorados con mosaicos o mascarones de deidades.

Durante el período clásico se han identificado tres estilos arquitectónicos, correspondientes a las ciudades ubicadas en la zona norte de la península de Yucatán:

Río Bec: trataba de imitar las construcciones de la ciudad de Tikal, con torres sólidas y escalinatas de peldaños tan angostos que eran imposibles de subir. Las fachadas eran adornadas con estucos, en los que se entrelazaban motivos geométricos con figuras humanas o de animales.
Este estilo correspondía a las ciudades de Xpuhil, Becán, Hormiguero y Río Bec.

Chenes: muy similar al anterior, pero sin torres falsas. Las fachadas eran más recargadas y tenían incrustaciones de figuras talladas en piedra.
Este estilo fue característico en las ciudades ubicadas entre la zona sur y las montañas Puuc. Las más representativas son Santa Rosa Xtampax, Dzibilnocac y Hochob.

Puuc: las fachadas eran cubiertas de estucos con mosaicos, sobre los que se superponían cuerpos de serpientes y máscaras de deidades con nariz ganchuda. Con mucha frecuencia utilizaban arcos falsos y columnas redondas o cuadradas.
Chichén Itzá, Uxmal, Kabah, Labná, Sayil y Kayal son las ciudades más conocidas que corresponden a este estilo.

 

Las familias
La base de la organización político-social maya era el parentesco, tanto consanguíneo como ritual.
Los derechos de la familia se transmitían hereditariamente. Los grupos familiares se distinguían por el apellido del padre y se evitaban los matrimonios dentro de la misma familia.
Los jóvenes se casaban con quienes les destinaban sus padres. Los contrayentes generalmente eran del mismo territorio, pero algunas veces no se conocían sino hasta el momento de la ceremonia nupcial. Los casamenteros se encargaban de concertar los matrimonios. Desde el día de la boda, el varón se quedaba en casa de la esposa, con la obligación de trabajar para su suegro por espacio de seis o siete años; si durante ese tiempo no cumplía con lo estipulado, los suegros lo echaban de la casa y entregaban su hija a otro hombre.
La educación de los hijos estaba a cargo del padre más que de la madre. A los niños del pueblo se les enseñaban, especialmente, las labores del campo, mientras que los hijos de los señores recibían una educación que los preparaba para ser gobernantes.
La numeración maya

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Vasija con efigie de un dios.

 

Las actividades económicas

La base de su economía era la agricultura, aunque su nivel de avance era mínimo. El sistema de cultivo, basado en rozas (quemas), provocó el fin del viejo imperio, tras la migración de la población por el agotamiento de los suelos fértiles.

Este sistema consistía en que, para cultivar, despojaban el terreno de todo tipo de árboles y plantas, que luego quemaban. Las semillas eran puestas en agujeros cavados en el suelo mediante palos puntiagudos. Agotada la tierra, debían mantenerla sin cultivar (en barbecho) durante unos años. Al mismo tiempo, debían limpiar nuevas zonas de la selva para el cultivo.

La agricultura estaba ligada a sus conocimientos de las matemáticas y la astronomía, lo que les permitía conocer el ciclo estacional para lograr mejores cosechas. Cultivaban maíz, judías o porotos verdes, calabazas, algodón, tabaco y algunos tubérculos (papas, camotes y yuca o mandioca).

También cosechaban cacao, tomates, ají, pimientos y vainilla, entre otros, y recolectaban frutas silvestres, como el aguacate (palta), papayas, guayabas, plátanos, etc. También practicaban la caza, pesca y domesticaban animales para alimentarse. No conocieron la rueda, el arado o la tracción animal.

Cuando las cosechas eran buenas, comerciaban los excedentes. Cada ciudad tenía recursos propios, por lo que se vieron obligadas a establecer un contacto comercial a través del cual lograron integrarse constituyendo una sola civilización, aunque desde el punto de vista político eran totalmente autónomas.

El intercambio se realizaba a través de rutas fluviales. Las embarcaciones transportaban, de un lugar a otro, pedernal, obsidiana, ámbar, lava volcánica, incienso, pieles, plumas y sal. Este comercio estaba en manos de la clase dirigente, que organizaba caravanas de esclavos, único medio de carga que conocían, para hacer llegar sus mercaderías a otras ciudades.

Como medios de intercambio empleaban plumas, semillas de cacao, cal, incienso, algodón, plaquitas de jade o esclavos.

La clase dirigente repartía estos bienes entre los campesinos, quienes a cambio le entregaban su trabajo y servicios.

Trabajaron la piedra, que utilizaron para construir armas, adornos e instrumentos de trabajo. Además, trabajaron la cestería y la alfarería.

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Esta es otra porción del mural del templo de la ciudad de Bonampak.


Matemáticas
Los mayas desarrollaron el sistema de numeración vigesimal, a base de puntos y líneas, además de crear un número equivalente al cero y establecer el valor posicional de las cifras.

Testimonios escritos

Los mayas escribieron innumerables libros sobre historia, genealogía, astronomía y religión. Estos fueron estampados en estelas jeroglíficas, códices y también en vasijas de cerámica, muchas de las cuales han sido recuperadas porque eran puestas junto a los difuntos cuando los enterraron.

Los códices estaban hechos en corteza de árbol bañada en cal, sobre la que se pintaban jeroglíficos y numerales en colores. Formaban una larga tira que se doblaba como biombo.

Gran parte de los códices estuvieron almacenados en la ciudad de Maní, en lo que prácticamente fue la biblioteca de los mayas que habitaron en la península de Yucatán.

Estos relatos fueron quemados por orden del obispo Diego de Landa, que pretendía eliminar las fuentes de creencias e idolatrías mayas. Solo lograron salvarse tres, que se conocen por el nombre del lugar donde están guardados: el Dresdensis (en Dresde, Alemania), el Tro-Cortesianus (en Madrid), y el Perezianus (en París).

En el siglo XVI se escribieron en lengua maya, pero con alfabeto latino, varios textos de gran interés que se convirtieron en una gran fuente de investigación. Entre los más importantes están el Popol Vuh, relato mítico sobre el origen del mundo y la historia y mitología del pueblo quiché, habitantes de las tierras altas de Guatemala, y los libros de Chilam Balam, recopilación de varios relatos sobre mitos, profecías, medicina e historia del Yucatán.

Astronomía
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El Caracol, observatorio astronómico de Chichén Itzá. Es el único edificio circular de la zona norte del territorio maya.

Los mayas estudiaron minuciosamente los astros, lo que les permitió determinar con una gran precisión el año solar en 365, 242 días, además del año lunar y la trayectoria de Venus.

La astronomía les facilitó los trabajos agrarios, ya que el conocimiento del ciclo de las estaciones contribuía a la optimización de las cosechas.

Para realizar sus estudios astronómicos construyeron edificios cuyo fin era ser observatorios.

Los mayas idearon un complejo calendario que combinaba dos divisiones temporales: el tzolkin, o conjunto de 260 días, y el haab, que tenía 365 días, divididos en 18 meses de 20 días cada uno, más cinco días libres.

Ambos calendarios se superponían, dando origen a la rueda o calendario circular. Tenían dos formas de fechar las cosas: una cuenta larga o serie inicial, que partía del comienzo de la era maya; y una cuenta corta, que permitía determinar fechas por tiempos más breves, y que duraba 256 años.

El alfabeto maya

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Palacio de las Monjas en Chichén Itzá. La decoración en piedra de su fachada es un ejemplo del estilo Chenes de la zona norte.


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Estela conservada en el museo de Tikal.


El uso de los árboles
La selva les proporcionaba abundantes recursos, fuera de la madera y los combustibles.
El árbol zapodilla o chiclero era utilizado para las esculturas; del caucho sacaban resinas impermeabilizantes y materia prima para hacer pelotas; del copal obtenían una especie de incienso; y de la corteza de otros árboles fabricaban papel, perfumes y adhesivos.

Las creencias mayas

Al igual que otras culturas prehispánicas, los mayas eran politeístas; es decir, creían en varios dioses, a los cuales jerarquizaban y relacionaban con distintos elementos o situaciones.

Pensaban que su vida estaba regida por los dioses, desde su nacimiento hasta la hora de su muerte; les rendían culto durante todo el año, les ofrecían ayunos, oraciones y sacrificios humanos.

A lo largo de su historia, la religión maya fue evolucionando. Al principio, las fuerzas de la naturaleza eran el centro de su devoción, como es característico de los pueblos nómadas. Posteriormente, con el asentamiento del viejo imperio, surgió una poderosa clase sacerdotal y un gran panteón de divinidades.
El tiempo era considerado un proceso cíclico, continuo y de carácter divino. Creían que antes del mundo en el que se desarrollaron habían existido otros, y que el de ellos se destruiría al cumplir su período, para hacer posible el comienzo de un nuevo ciclo.

Pensaban que al principio el hombre fue creado de tierra y destruido por su falta de inteligencia; luego, de madera y, finalmente, de una pasta de maíz.

Los mayas creían que el creador del mundo era Hunab Ku, único dios existente, que después pasó a ser un dios ocioso. Su hijo Itzamná, con forma de serpiente, presidía a los demás dioses, tenía el poder del fuego y del hogar, y era el inventor de la escritura y los libros. Fue especialmente venerado en Yucatán.

Otro dios serpiente, pero emplumada, fue Kukulcán, versión maya del Quetzalcóatl de aztecas y toltecas. Era el garante de la descendencia real, y su imagen en forma de cetro era usada por los soberanos.

El dios del maíz era representado en forma juvenil, de árbol o cruz ramificada, y frecuentemente en lucha con el dios de los muertos, Ah Puch, señor de los infiernos, representado como un esqueleto.

El dios solar era Kinich Ahau, y la diosa lunar, Ixchel, que según sus creencias brillaba menos porque su marido, el Sol, le arrancó un ojo en castigo por su infidelidad.

El dios de la lluvia, Chaac, con nariz a modo de trompa prolongada, era muy venerado en la zonas áridas.

Además de los dioses mencionados, había muchos otros: del firmamento, los números, los meses y los días. El panteón era mucho más complejo, ya que dividían el mundo en cuatro direcciones, cada una asociada a un dios, un color, un árbol y un pájaro.

Los cielos estaban escalonados en trece estratos sobre la tierra y en nueve bajo ella. Cada estrato correspondía a un dios. Los trece dioses que gobernaban el cielo recibían el nombre de Oxlahuntikú, y los nueve del mundo inferior se denominaban Bolontikú.

La actitud de los mayas ante los dioses era de plena sumisión y súplica, ya que eran dueños de la felicidad o la desgracia de los hombres.

En honor a los dioses se ofrecían sacrificios de animales, aves, insectos, peces, productos agrícolas, flores, caucho, jade y sangre humana (autosacrificios) derramada por cortes en la lengua, orejas, brazos, piernas o genitales. También se realizaron sacrificios humanos, en los que lo más común era la extracción del corazón de la víctima mediante un cuchillo de pedernal (piedra). Esta práctica aumentó en el período posclásico, aunque nunca fueron tantos como los de la civilización azteca.

El sacrificio humano y el desangramiento era entendido como un intercambio de fluidos sagrados: los seres humanos daban su sangre para el sostenimiento de sus dioses. A cambio, estos les retribuían enviándoles el agua necesaria para la vida.
También practicaban la oración, el ayuno y la continencia sexual (a veces durante 260 días) antes de los principales actos de culto.

Creían en la vida después de la muerte, aunque no hay indicios de que esperaran un paraíso feliz luego de la muerte. Sí aguardaban una supervivencia sin sufrimientos.
El elemento distintivo de la religión maya fue la profundidad de sus conocimientos científicos mezclados con la mitología, además de su culto a la eternidad del tiempo.

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