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  Geología:

¨(De geo-, del gr. gew, de la raíz geo- ´tierra´, y -logía, del gr. -logia ´tratado, estudio, ciencia´); sust. f. 

La Geología es la ciencia que estudia la forma interior del globo terrestre, las materias que lo componen y su formación, los cambios o alteraciones que estas han experimentado desde su origen, y la colocación que tienen en su actual estado.

   

Historia geológica de la Tierra

La Tierra tiene un pasado y, en consecuencia, una historia en la que se han sucedido toda una serie de acontecimientos en el transcurso de los tiempos geológicos. Su estado actual no es otra cosa que la consecuencia final de todos estos acontecimientos, encadenados en el tiempo.

Las rocas que forman los continentes, su disposición en estratos superpuestos o plegados, los restos fósiles de animales o vegetales que contienen, las capas de carbón, etc., son auténticos "documentos históricos" del pasado de la Tierra, donde han quedado registrados acontecimientos pretéritos. El estudio e interpretación del registro estratigráfico permiten al geólogo reconstruir la historia de nuestro planeta, análogamente a como un arqueólogo interpreta los restos de antiguas civilizaciones y llega a conocer la historia de los pueblos en la antigüedad.

La rama de la Geología que estudia el desarrollo en el tiempo de los materiales y formas del planeta, así como de las formas de vida es la Geología histórica. Esta ciencia proporciona una visión conceptual de la evolución del planeta, basándose en principios desarrollados principalmente por la Estratigrafía, la Paleontología y la Geocronología. La Estratigrafía estudia las rocas sedimentarias, su estratificación y las relaciones espaciales y temporales mutuas, así como la interpretación de los acontecimientos de carácter "histórico" que generaron los depósitos. La Paleontología, describe los fósiles, y estudia las condiciones ambientales en las que se desarrollaron, las relaciones genéricas existentes entre ellos, las causas de su desaparición, etc. Y la Geocronología data las rocas y fenómenos acaecidos en el pasado por métodos diversos.

La historia de nuestro planeta comprende dos grandes divisiones: los tiempos cosmogónicos (o periodo pregeológico), que abarcan desde la formación de nuestro planeta hasta los 4.000 millones de años, y los tiempos geológicos, que comprenden desde esta fecha hasta nuestros días.

Los tiempos pregeológicos no presentan una división cronológica, ya que no existe registro alguno en el que basarse. Sin embargo, la parte de la historia terrestre correspondiente a los tiempos geológicos, presenta una división geocronológica cuya precisión aumenta progresivamente con el paso del tiempo. Sus límites se han establecido por medio de criterios (paleontológicos, tectónicos y sedimentarios) con carácter universal, de tal forma que suelen corresponder con la separación neta entre materiales distintos, que se agrupan en unidades estratigráficas diferenciadas.

Los tiempos pregeológicos.

Según la hipótesis sobre el origen del Sistema Solar, la Tierra tuvo su origen hace aproximadamente 4.500-4.600 millones de años; no obstante, las rocas conocidas de mayor antigüedad por medio de la datación isotópica no superan los 3.900 millones de años. Existe, por tanto, un espacio de 700-800 millones de años sin registro alguno, cuya evolución ha sido objeto de grandes controversias.

Véase el apartado Origen del Sistema solar desarrollado en el artículo Astronomía.

Las estimaciones relativas a la antigüedad de nuestro planeta se encuentran aceptadas actualmente de forma unánime tanto por geólogos como astrónomos. Esta edad se ha obtenido por medio de dataciones radiométricas (métodos del rubidio-estroncio y de uranio-plomo) realizadas tanto en rocas y minerales terrestres, como en muestras Lunares y rocas procedentes de otros cuerpos planetarios que han llegado a la Tierra en forma de meteoritos. La similitud obtenida por las diversas dataciones ha demostrado que todos los cuerpos planetarios presentan un origen común y que su diferenciación debió producirse prácticamente al mismo tiempo.

La Tierra como cuerpo planetario, fue durante sus primeros estadios un sistema muy energético, aunque con gradientes geotérmicos muy variables. Su diferenciación tuvo lugar con bastante rapidez y culminó con el origen del núcleo y la atmósfera primigenia.

El origen del núcleo, según el geofísico de la Universidad de París Claude J. Allègre, tuvo lugar probablemente hace 4.440-4.410 millones de años. El impacto de los planetesimales provocó la fusión del hierro terrestre y su descenso al interior para formar el protonúcleo. La Tierra semifundida y aún en crecimiento acumulaba nuevas partículas metálicas que se añadían al núcleo, por contraste de densidad con el manto; cuyos silicatos no superaron el 20% de fusión durante este proceso de acreción.

La mayoría de los autores descarta la existencia de un océano de magma superficial, como el que parece pudo haber en la Luna; sin embargo, si que suponen un nivel profundo en estado fundido, precursor de la astenosfera actual. La litosfera provisional de naturaleza basáltica tuvo que ser intensamente bombardeada por asteroides al igual que el resto de las superficies planetarias en estos primeros estadios de la formación de los planetas. Las primeras rocas, probablemente de composición basáltica, debieron de situarse en equilibrio inestable sobre una capa fundida hasta constituir una corteza primigenia.

 

 

 

 

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El progresivo enfriamiento y del planeta llegó a desarrollar un manto y una corteza primigenia de forma paralela a la diferenciación del núcleo. Al mismo tiempo, la diferenciación terrestre comenzó a emitir una gran cantidad de gases que dieron lugar a una atmósfera primitiva; compuesta principalmente por dióxido de carbono y nitrógeno, y en menor cantidad por metano, amoníaco, dióxido de azufre y ácido clorhídrico. Los procesos de contraste de densidades y evolución magmática dieron como resultado la aparición de magmas, enriquecidos paulatinamente en ciertos elementos (sílice, aluminio, sodio, potasio, etc.), cuya cristalización originó las primeras rocas graníticas.

Los fragmentos estables de corteza terrestre debieron situarse en un principio sobre zonas convectivas ascendentes, donde la acumulación de rocas graníticas acrecionó una incipiente corteza terrestre. Los magmas graníticos contenían en su composición una serie de impurezas (elementos químicos en pequeñas concentraciones); de entre las cuales el circonio, dio origen al mineral circón. Mediante el estudio de los circones (minerales de gran resistencia frente a la erosión), se descubrió que podían permanecer estables durante miles de millones de años y servir como indicadores de la corteza más antigua del planeta, ya que podían encontrarse en depósitos sedimentarios tras haber completado varios ciclos de erosión-sedimentación. Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia encontró en el Este de su país circones con edades comprendidas entre los 4.100 y 4.300 millones de años. Es razonable considerar, por consiguiente, que la corteza primigenia debió originarse en esa época.

La Tierra en estos primeros cientos de millones de años debió de ser un lugar demasiado caliente como para que las rocas se consolidasen de forma permanente. Debido a ello, este espacio de tiempo ha recibido el nombre de Hádico (en referencia al infierno de la mitología griega, Hades). Algunos autores consideran al Hádico como la era más antigua del Arcaico.

Periodo geológico.

Los primeros intentos en la realización de un calendario de la historia geológica terrestre no superaban los 600 m.a., espacio de tiempo que recibió el nombre de Fanerozoico (término de origen griego que significa "vida visible"), ya que a partir de esta fecha los fósiles presentes en el registro geológico dejaban de ser abundantes. El resto de la historia geológica (alrededor de 4.000 m.a.) se bautizó con el nombre de Precámbrico, cuya basta extensión no llegó a conocerse hasta la aparición de los métodos de datación radiométrica.

La evolución en las técnicas de datación han permitido, no obstante, la obtención de unidades geocronológicas, que, junto a las unidades cronoestratigráficas previamente establecidas, han permitido la división tanto del Precámbrico como el Fanerozoico en un único calendario geológico.

Una unidad cronoestratigráfica es una división del tiempo geológico basada en entidades rocosas reales y su secuencialidad. Las unidades cronoestratigráficas ordenadas de menor a mayor categoría son: Piso, Serie, Sistema, Eratema y Eonotema. De tal forma que varios pisos constituyen una Serie, varias series un Sistema, varios sistemas una Eratema y el conjunto de eratemas un Eonotema.

Las unidades geocronológicas, a diferencia de las anteriores, no son unidades materiales, sino un concepto abstracto del tiempo, durante el cual se han depositado las unidades cronoestratigráficas. Se trata, por tanto, de unidades equivalentes a las anteriores, que ordenadas de menor a mayor magnitud son: Edad, Época, Periodo, Era y Eón. La historia geológica de la Tierra queda por consiguiente dividida en tres eones, que a su vez se subdividen sucesivamente en eras, periodos, etc. Estos son: el eón arcaico, que comprende desde 4.000 a los 2.500 millones de años; el eón proterozoico, desde 2.500 a aproximadamente los 570 millones de años, y el eón fanerozoico, desde 570 millones de años hasta la actualidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Fundación Educativa Héctor A. García