SOMOS GUARACHEROS


OCULTACIONES que salen a la luz

de Johhny Pacheco

 

¿Sabias que el tremendo éxito, Quimbara Quimbara de Celia Cruz, es de la autoría del joven boricua Junior Cepeda? "Seguramente no lo sabia" ni yo mismo lo sabia, hasta que buscando información histórica encontré esto:

La historia del origen del mítico tema Químbara la publicó Armando López el 17 de julio de 2004 en el sitio Cubaencuentro.com en una entrevista con Johnny Pacheco:  él explica.  “Estaba yo en Puerto Rico, cuando se me acerca un muchachito y me dice: 'Pacheco, yo tengo unos temitas que quiero que oigas', y le digo: 'bueno espérame aquí, tomate un café que tengo una reunión'.

Pero me entretuve allá adentro. Cuando salí, ni me acordé del muchacho. Ya me iba, cuando me cayó atrás, gritando: '¿Eh, tú no me vas a oír?', '¿Oír qué?', le respondí. '¿No me dijiste que te esperara?.

Y yo, con ganas de quitármelo de arriba, le lancé a modo de excusa: '¿tienes la partitura, o la grabación?'. Y me contestó: 'no señor, la tengo aquí', y apuntó para su garganta, y ahí mismo me cantó: "Químbara, quimbara, quimbaquín bambá…". ¡Me noqueó! Y le dije: 'ven pa' arriba, jovencito, déjame oír eso bien'. Se llamaba Junior Cepeda.

Le grabé como diez temas. Fue tanto el éxito de sus salsas,(*) que se mudó para Nueva York, pero se empató con una mujer mayor, que celosa le pegó tres balazos. Lo mató cuando acababa de cumplir 22 años. La infeliz asesinó a uno de los mejores autores de salsa de todos los tiempos. Celia grabó Químbara, lo demás es historia.

(*) No existen en Internet, hasta ahora, los datos de esos otros éxitos de los que habla Johnny Pacheco. Esta información nunca la dio Johnny Pacheco a ningún medio de Nueva York y Puerto Rico.

Dentro de este esquema de no darle crédito a los puertorriqueños y la intención de ocultar información para llevarse la gloria, hemos visto un patrón constante de algunos para minimizar nuestro verdadero impacto músical.

 

Sobre Celia Cruz:

Alguna  gente cree que •Celia Cruz• fue una de las fundadoras de todo ese movimiento salsero que arrasó con toda la región latinoamericana en los años setenta, que Celia, estuvo siempre ahí,  marcando el rumbo de todo ese nuevo sonido mestizo y agresivo. Pues hay que aclarar que eso no fue así, Celia llegó tarde -y casi sin imaginárselo- en 1973, cuando el movimiento estaba ya gestado y caminaba por su cuenta. Los puertorriqueños  Richie Ray y Bobby Cruz, Willie Colón y Héctor Lavoe, Rafael Cortijo e Isamael Rivera, los Hermanos Lebrón, Ray Barreto y su Orquesta, los hermanos  Eddie y Charlie Palmieri, El Gran Combo de Puerto Rico, la Sonora Ponceña, Tommy Olivencia, Willie Rosario con su orquesta y Bobby Valentín con la suya, ya estaban ahi y habian creado sus exitos.

En los años sesenta, cuando esos trombones y  orquestaciones, esa mezcla, estaban empezando a sonar de maravilla en Nueva York, y aquel movimiento salsero se iba desplazando  lentamente por el resto del continente, Celia Cruz vivía en México, desfasada, semiolvidada por su público y disgustada además con su contrato con Tico Records, un sello disquero que estaba entrando en decadencia y apenas se acordaba de ella, concentrado como estaba en salvar lo que pudiera en Manhattan, ante la muerte del boogaloo, la pachanga, el mambo, cha cha cha y otros sones. El empuje de la salsa y el temprano declive de la vieja música caribeña de influencias cubanas, hizo que se comenzaran a cerrar clubes como:  El Palladium y otros que eran famosos por aquellos viejos ritmos y músicos. La juventud recibio a la Salsa con los brazos abiertos, los músicos y seguidores de la vieja música la rechazaban.

Celia viajaba poco, porque era una época en la que había una ola de secuestros de aviones que terminaban aterrizando en Cuba, y ella tenía mucho miedo de acabar en una de esas aeronaves. Celia era de La Habana y desde que salió de gira con la Sonora Matancera en 1960 no pudo regresar a su isla querida,  ni siquiera cuando murió su madre, Catalina Alfonso, pues Fidel dijo tajantemente que no le iba a permitir la entrada.

Más aclaraciones: aquellos discos, en los que ella sale cantando con las orquestas de Tito Puente o Memo Salamanca, o incluso con la Matancera, fueron poco exitosos y algo carentes en la volcalización artística: Aquella música tenía muy poco que ver con la sonoridad que comenzaba a reinar en esa epoca de nuevos cambios musicales, como -la de Nueva York y Puerto Rico- y además, esas grandes orquestaciones de Puente -que nunca han envejecido, impedían el desarrollo pleno de las facultades vocales de la guarachera. Se decia continuamente que Tito Puente, tenía demasiada orquesta para su voz y qie la instrumentación y fuerte sonoridad de orquesta la opacaban. Tito Puente y orquesta, era una Big Band que estaba muy por encima de la orquesta tradicional salsera.

En dos frases: la mujer parecía atrapada por su propio destino, estaba encallada en la baja marea, de la vieja música latina.

Ella desde México pensaba que  ahora sería recordada con un dejo de nostalgia, como una más de las tantas viejas glorias (como Carmen Delia Dipiní, Myrta Silva o Graciela Grillo). Si no fuera porque el puertorriqueño Ismael Miranda, no hubiese decidido en 1972 montar tienda aparte y dejar a Larry Harlow, Celia nunca habria llegado a la Salsa. A Larry Harlow, se le ocurrió hacer una ópera-salsa (Hommy). En ese proyecto había un personaje femenino, la Gracia Divina, y Harlow decidió enviarle a Celia la maqueta en un cassette, a ver si ella estaba dispuesta a poner su voz. Cruz, hartita que estaba de Tico y hartita que estaba de vivir en la periferia de la periferia del movimiento que se estaba gestando, dijo que sí, que cómo que no. Y viajó a Nueva York.

Esa sesión con Harlow fue el punto de partida para que Johnny Pacheco, un dominicano que no se quitaba de encima la vieja música cubana y  que la oyó cantar, mostrara interés en grabar con ella.

Fue así como surgio el LP: Celia & Johnny.

En la grabación Pacheco copió casi al calco la sonoridad de la Sonora Matancera -para que la voz de Celia no tuviese competencia instrumental- y reunió a Papo Lucca en el piano, Ralph Marzán en los bongós, Héctor bomberito Zarzuela y Luis perico Ortiz en las trompetas, Víctor Venegas en el bajo, el recién llegado a Fania, Ismael Quintana, en las maracas, Justo Betancourt en los coros y él mismo, en la percusión, además de encargarse del güiro y la flauta. Solamente agregó a Charlie Rodríguez en las cuerdas y a Johnny Rodríguez en las congas, para tratar de marcar un cierto distanciamiento con Cuba.

Estaba claro que Johnny, no quería correr riesgos con la jugada comercial. Por eso no hay trombones, ni campanas, Fania lanzó una estrategia comercial muy bien pensada destinada a renovar los vínculos que ella tenía con sus viejos tradicionales oyentes, mientras animaba a los jóvenes seguidores de la salsa a recibirla con los brazos abiertos. Este último detalle es importante de destacar: para la fecha de publicación del disco, 1974, Celia rozaba los 50 años y doblaba en edad a buena parte de los músicos y voces de Fania Records.

El disco comienza con Químbara quimbara, una guaracha salsera, que está entre los diez mejores temas de todo el género de la salsa, escrito por el joven puertorriqueño Junior Cepeda.

Esta es la canción que le abrió las puertas al mundo de la Salsa a Celia Cruz.

 

MUY INTERESANTE

En un articulo encontrado en el periodico Hoy digital de la Republica Dominicana escrito por Alexis Méndez, encontré la entrevista mucho más completa, vean:

 

POR ALEXIS MÉNDEZ

http://hoy.com.do/junior-johnny-quimbara/


Júnior tenía más de una hora esperando. Su vista tropezaba con los cuadros que colgaban en la pared, con las chalinas de los camareros y con las etiquetas de los vinos. Pero no se desesperaba. Sabía que en algún momento Johnny bajaría, y él dejaría de escudriñar todos los rincones del lobby de aquel hotel.

Estaba convencido de que era su única oportunidad, y estaba decidido a permanecer allí el tiempo que fuera necesario.

Mientras dormitaba, oyó unas voces. Cuando levantó la cabeza, se vio rodeado de un grupo de personas. Ahí estaba la regia figura del gran Johnny Pacheco, rodeada de amigos y revestida de un aura de fama, talento y poder.

Sin perder más tiempo, Júnior se le acercó diciéndole:

-Oye Pacheco, tengo un temita que quiero que oigas.

Todos se quedaron mirando aquel jovencito que había quebrado las carcajadas del grupo. Johnny le contestó que tenía una reunión importante en ese momento, que se tomara un café mientras volvía.

Tomarse otro café era un sacrificio para Júnior. No obstante lo hizo complacido, porque, a diferencia de los anteriores, este venía endulzado con la esperanza de ser escuchado por el maestro de la música latina.

La reunión se prolongó más de la cuenta. Junior había bebido tres tazas de café y no tenía más dinero para una cuarta. De repente vio a Johnny subir las escaleras, esta vez solo. El famoso flautista se entretuvo en aquella reunión, lo que le hizo olvidar que Júnior lo estaba esperando. El chico no vaciló en correr hacia él. Mientras lo hacía le gritaba.

-¿Eh, tú no me vas a oír?

-¿Oír qué? -respondió Johnny

-¿No me dijiste que te esperara?

Buscando la manera de quitárselo de encima, Johnny le preguntó si tenía una partitura o una grabación de lo que quería mostrarle.

-No señor, la tengo aquí -respondió, apuntando a su garganta.

En ese mismo instante, sin que Johnny se lo pidiera, Júnior encorvó su cuerpo, usó sus muslos como tambores y empezó a cantar: -Quimbara quimbara quimbaquín bambá?-

Johnny quedó enamorado de aquel canto. De inmediato, sus manos aportaron la clave para continuar aquella rumba que se desarrollaba en medio de una escalera.

-Eh mamá, eh eh eh mamá -Seguía cantando Júnior

-Eh mamá, eh eh eh mamá -Le respondía Johnny, como si en su mente ya estuviera haciendo los arreglos de aquella canción.

-Para sorpresa de Júnior, este fue el tema que le dio el éxito a la dupla Celia Cruz-Johnny Pacheco. Había sido difícil para Jerry Masucci, presidente de Fania Records, poder juntar a estas dos estrellas, y cuando al fin lo logró ahí estaba -Quimbara-, la composición de Júnior Cepeda, la cual fue punta de lanza para que el disco titulado -Celia y Johnny-, del 1974, alcanzara grandes cifras en venta.

Las liquidaciones por derecho de autor fueron llegando. Cada día aumentaban las demandas de músicos que le pedían a Júnior que le hiciera una -cancioncita-. Johnny llegó a grabar diez de sus composiciones.

El joven tuvo que mudarse, de Puerto Rico a Nueva York, porque allí estaba el negocio. En aquella urbe se concentraba la crema y nata de la música latina, cantantes, músicos, compositores, todos buscando el esplendor que se desprendía del maridaje entre el Caribe y la cultura urbana de esta ciudad.

Allí, también conoció a una mujer que le doblaba la edad. Con esta mantuvo una relación amorosa, inaceptable para sus más cercanos. Un día, arrebatada por los celos, esta le dio tres balazos a Júnior. El muchacho murió con apenas 22 años, y ansioso de que sus creaciones continúen aportando a ese nuevo movimiento musical que tambaleaba al mundo en compases 4×4.

En una ocasión en que se le pidió a Johnny Pacheco comentar aquel hecho, este se limitó a decir: -La infeliz asesinó a uno de los mejores autores de salsa de todos los tiempos-.