Proyecto Salón Hogar

JORGE LUIS BORGES
(1899-1986)


Famoso escritor de gran cultura y extraordinaria imaginación, nació en Buenos Aires, Argentina. Educado solamente en la lengua inglesa durante sus primeros años, adquirió una sólida formación literaria en la biblioteca paterna. Cuando se le preguntó alguna vez: Borges usted cual cree que sea la cara de Dios? El escritor respondió: Yo no creo en Dios; pero si creyera? Si creyera en Dios, pienso que su cara sería la de mi padre!.

Se educó y viajó por Europa en especial en Suiza, para regresar a la Argentina en 1921. Compuso poesía y escribió historias cortas y cuentos en los cuales mostró su permanente interés por los conceptos del tiempo y el espacio. Dirigió la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Entre sus obras más famosas: Ficciones, El Aleph, El Idioma de los Argentinos, El Tamaño de mi Esperanza, Evaristo Carriego, Antología de la Literatura Fantástica, Otras inquisiciones, Historia de la Eternidad, Historia Universal de la Infamia.

En 1955 perdió la vista pero continuó creando: El Hacedor, Cosmogonías, El Informe de Brodie, El Libro de los Seres Imaginarios, La Rosa Profunda, La Cifra. Su obra logró la aceptación mundial del "realismo mágico hispanoamericano"; obtuvo el premio Cervantes en 1980. Se le consideró por muchos el ser merecedor del Premio Nóbel de Literatura pero de manera injusta nunca se le otorgó.

Al regresar a Ginebra, Suiza, besó el suelo, alegre de ver nuevamente su segunda patria y murió allí algún tiempo después.

APARTES DE LA OBRA DE BORGES:

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimos. Desde cualquier hexágono, se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal.

Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie: otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente a que esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas... (La Biblioteca de Babel) .

En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) eran infinitas cosas, porque yo claramente las veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide (El Aleph).

Mis amigos me dicen que los pensamientos de Pascal les sirven para pensar. Ciertamente no hay nada en el Universo que no sirva de estímulo al pensamiento; en cuanto a mí, jamás he visto en esas memorables fracciones una contribución a los problemas, ilusorios o verdaderos, que encaran. Las he visto más bien como predicados del sujeto a Pascal, como rasgos o epítetos de Pascal. Así, como la definición "quintessence of dust" no nos ayuda a comprender a los hombres sino al príncipe Hamlet, la definición "Roseau pensant" no nos ayuda a comprender a los hombres pero sí a un hombre, Pascal. Valery, creo, acusa a Pascal de una dramatización voluntaria; el hecho es que su libro no proyecta la imagen de una doctrina o de un procedimiento dialéctico, sino de un poeta perdido en el tiempo y en el espacio. En el tiempo, porque si el futuro y el pasado son infinitos, no habría realmente un cuándo; en el espacio, porque si todo ser equidista de lo infinito y de lo infinitesimal, tampoco habría un dónde. (Pascal-Otras inquisiciones)

En el octavo libro de la Odisea se lee que los dioses, tejen desdichas para que a las futuras generaciones no les falte algo que cantar; la declaración de Mallarmé: El mundo existe para llegar a un libro, parece repetir, unos treinta siglos después, el mismo concepto de una justificación estética de los males. Las dos teleologías, sin embargo, no coinciden íntegramente: la del griego, corresponde a la época de la palabra oral, y la del francés, a una época de la palabra escrita. En una se habla de cantar y en la otra de libros. Un libro, cualquier libro, es para nosotros un objeto sagrado: ya Cervantes, que tal vez no escuchaba todo lo que decía la gente, leía hasta "los papeles rotos de las calles". (Del culto de los libros).

SPINOZA

Las traslúcidas manos del judío
Labran en la penumbra los cristales
Y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales).
Las manos y el espacio de Jacinto
Que palidece en el confín del ghetto
Casi no existen para el hombre quieto
Que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama ese reflejo
De sueños en el sueño de otro espejo,
Ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
Labra un arduo cristal: el infinito
Mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.
 

LOS BORGES

Nada o muy poco sé de mis mayores
Portugueses, los Borges: vaga gente
Que prosigue en mi carne, oscuramente
Sus hábitos, rigores y temores.
Tenues como si nunca hubieran sido
Y ajenos a los trámites del arte.
Indescifrablemente forman parte
Del Tiempo, de la Tierra y del olvido.
Mejor así, cumplida la faena,
Son Portugal, son la famosa gente
Que forzó las maravillas del Oriente
Y se dio al mar y al otro mar de arena.
Son el rey que en el místico desierto
Se perdió y el que jura que no ha muerto.