Proyecto Salón Hogar

MARCO AURELIO ANTONINO
(121-180)


Fué el miembro más ilustre de la dinastía Antonina. Fue emperador, filósofo y escritor sobresaliente. Al ser electo como emperador, se cumplió el sueño de la filosofía clásica de tener un filósofo a la cabeza del Estado.

Nació en Roma dentro de una familia distinguida, siendo su padre de origen español. Al morir su padre cuando Marco Aurelio contaba con solo tres años de edad, su educación fue encargada a su abuelo paterno, personaje distinguido en Roma y confidente del emperador Adriano.

Su educación se llevó a cabo por tutores cuidadosamente seleccionados y se le preparó desde muy joven para una carrera dentro de las altas esferas públicas. Recibió en sus estudios una gran influencia del filósofo estoico Epictetus.

Cuando el futuro emperador contaba con 16 años, su tío materno Antonino Pío, asignado como sucesor de Adriano, adoptó a Marco Aurelio y a Lucius Verus, creando así la futura dinastía Antonina.

Al morir Adriano ese mismo año, el tío ascendió al cargo de Emperador con el nombre de Antoninus Píus y Marco Aurelio fue nombrado Cónsul.

Marco Aurelio se casó a los 24 años con la hija de Antonino y aseguró así su sucesión como emperador. Marco Aurelio manifestó desde muy temprano gusto por la literatura y en especial la filosofía, la cual cultivó al punto de pensar en renunciar a su carrera política con el fin de dedicarse por entero a ellas. El enfoque de sus principios fue el Estoicismo.

Al morir su padre adoptivo, Marco Aurelio exigió que Lucius Verus su hermano por adopción fuese co-emperador con él. Marco Aurelio se distinguió como guerrero y durante su período participó en muchas operaciones contra los enemigos de Roma; sin embargo siempre tuvo tiempo para cultivar la filosofía y aún en medio de sus campañas escribió fielmente su diario espiritual llamado: Meditaciones. En las Meditaciones se refleja la lucha en su interior entre sus principios estoicos y sus deberes como emperador.

Amó la justicia y se le describe como de carácter amable y con profundo sentido del deber. Su cargo como emperador ha sido criticado por unos (una de las peores persecuciones contra los cristianos, la de Lyón, ocurrió durante su mando) y alabada por otros, pero en general se le considera como un "buen emperador". Su error más grave fue el de nombrar a su hijo Commodus como su sucesor (se le atribuye la decadencia del Imperio Romano).

El emperador Marco Aurelio murió en Vindobona cerca a Viena cuando se encontraba en una de sus campañas, al parecer a causa de la peste. Su nombre fue inscrito entre los dioses romanos. Fueron sus contemporáneos entre otros: Lucio Apuleyo, Galeno, Epicteto.

Sus obras principales fueron: Correspondencia con Fronton (uno de sus maestros) y los Pensamientos (su diario espiritual) de gran contenido filosófico. Marco Aurelio consideró que dentro de nosotros está la fuente del bien: "La vida es de poco valor y pasajera. Somos una misma cosa con la Naturaleza. No hay más que un solo mundo que lo comprende todo, un solo Dios que está en todo, una sola materia, una sola ley, una razón común a todos los seres dotados de inteligencia". Algunos de estos pensamientos podrían haber inspirado a Spinoza varios siglos más tarde.

PENSAMIENTOS SACADOS DE LAS MEDITACIONES DE MARCO AURELIO

Nada lleva tanto a la grandeza de la mente como la habilidad para examinar de manera sistemática y honesta todo lo que encuentras en la vida.

A mi abuelo le debo el consejo de evitar la educación de las escuelas y tener buenos tutores en cambio en el hogar y el darme cuenta que ningún costo se debe discutir a este propósito.

Comienza cada día por decirte a ti mismo: Hoy encontraré interferencia, ingratitud, insolencia, deslealtad, maldad y egoísmo, todos ellos debidos a la ignorancia por parte de los culpables de lo que es bueno o malo. Por mi parte, desde hace mucho tiempo he percibido la naturaleza de lo bueno y su nobleza, la naturaleza de lo malo y su odiosidad, y también la naturaleza del ser culpable, que es mi hermano (no en el sentido físico, sino como una criatura compañera, igualmente dotada con razón y compartidora de lo divino); por lo tanto, ninguna de esas cosas me puede herir; porque nadie puede comprometerme en lo degradante.

Hora por hora resuelve firmemente, como un romano y como humano, el hacer lo que se presente con dignidad y con humanidad, independencia y justicia. Permite a la mente libertad de todas las demás consideraciones. Esto lo podrás hacer, si te acercas a cada acción como si fuera la última, superando el pensamiento negativo, el distanciamiento emocional de los mandatos de la razón, del deseo de causar una impresión, la adoración de sí mismo, el descontento con tus sueños. Mira cuan poco requiere el humano para pasar sus días en quietud y piedad. El debe sólo observar estos pocos consejos, y los dioses no pedirán más.

En la vida de un hombre su tiempo es sólo un momento, su ser un flujo incesante, sus sentidos una luz temporal, su cuerpo presa de gusanos, su alma una corriente inquieta, su fortuna oscura y su forma dudosa. En breve, todo lo que es el cuerpo son como aguas que corren, todo lo que es el alma como sueños y vapores. La vida una batalla, una breve estadía en una tierra extraña; y después de la fama, el olvido.

¿Dónde, entonces, puede el humano encontrar el poder para guiar y guardar sus pasos? En una única cosa: Filosofía. Ser un filósofo es mantener sin mancha y sin defecto el espíritu divino dentro de sí mismo, de tal manera que pueda trascender todo placer y todo dolor. Tomar nada sin un propósito y nada falsamente o con disimulo; depender no de las acciones o inacciones de otro, aceptar cada fruto como venido del mismo origen como él mismo y por último y lo principal: Esperar con valor la muerte, como algo más que un disolverse de los elementos que componen cada cosa. Si esos elementos en sí mismos no se ofenden de su incesante unión y desunión, por qué mirar con desconfianza el cambio y la disolución de la unidad? Es por la Naturaleza; y en los modos de la Naturaleza no se encuentra lo maligno. Dejando al lado todo lo demás, afiérrese a la siguiente regla, recuerde que el humano vive sólo en el presente, en este efímero instante: Todo el resto de su vida se ha pasado y terminado o aún no revelado.

Esta vida mortal es poca cosa, vivida en una pequeña esquina de la tierra; y pequeña, también, es la más grande de las famas por venir, dependiente como es de una sucesión de pequeños humanos deleznables, que no tienen conocimiento ni aún de sí mismos; mucho menos de alguien ya muerto y finalizado. Una cosa se afana por ser, otra se apresura a terminar. Aún cuando una cosa se encuentra en el acto de formarse, alguna parte de ella ya ha dejado de existir. El flujo y el cambio están para siempre renovando la fábrica del Universo.

Al igual que el transcurso incesante del tiempo se encuentra por siempre renovando el rostro de la Eternidad. En tal río caudaloso, donde no hay piso firme, qué debe valorar el humano entre todas las cosas que pasan a su alrededor? Sería como poner todo el amor en un ave pasajera, la cual en el mismo momento se pierde de vista. La vida de un humano no es más que inhalación del aire y una exhalación de la sangre. Y no hay verdadera diferencia entre tomar una respiración profunda solamente para exhalarla nuevamente, como lo hacemos a cada instante y recibir el poder respirar como lo recibió usted casi ayer al nacer, solamente para perderlo un día del todo y entregarlo al origen del cual usted lo recibió.