Proyecto Salón Hogar

NATHANIEL HAWTHORNE
(1804-1864)


Nathaniel Hawthorne es considerado por críticos como Fields, "El genio más insigne que los Estados Unidos han dado a la literatura universal".

Nació en Salem, Massachusetts, Estados Unidos y fue descendiente de una familia puritana prominente. Entre sus antepasados figuraba uno de los desafortunados jueces que condenaran a las víctimas inocentes conocidas como "las brujas de Salem", hecho que apenó a Hawthorne toda su vida y que llevó a su familia a cambiar parte de su apellido.

Estudió en la Escuela Boudoin y se dedicó a la literatura. Luchó toda su vida contra la pobreza; ocupó un puesto estatal en las casas de aduanas de Salem y de Boston pero odió dicha experiencia. Esos años de trabajo le inspiraron la que tal vez fuera su obra más famosa: "La letra escarlata" o "La mujer marcada" (análisis sutil de las pasiones humanas, siendo su tema las consecuencias y el poder destructivo de una sola falta).

Entre sus otras obras: La casa de los siete aguilones (joya descriptiva de el poder de la juventud y el amor), La novela de Blithele, El fauno de mármol, Cuentos contados dos veces, Alegorías, Bocetos Y Narraciones. Escribió igualmente cuentos sobresalientes como La historia del sillón del abuelo, Un libro maravilloso para niños, Cuentos de Tanglewood.

Sus historias cortas son igualmente excelentes y entre ellas: El velo negro del Ministro, El entierro de Roger Malvin, El joven Goodman Brown, La hija de Rapaccini.

En 1842 se casó con Sofía Peabody, compañera fiel y constante hasta su muerte.

Tuvo una estrecha amistad con Thoreau, Emerson y Melville quienes vivieron cerca de él.
Al morir, Longfellow dijo ante su tumba: " Ah, quién volverá a levantar esa varita mágica y a recobrar el perdido hilo?, La ventana sin concluir de la torre de Aladino, sin concluir debe quedar".

PENSAMIENTOS:

Cada individuo tiene un lugar en el mundo y es importante en algún sentido lo quiera él o no.

Los únicos finales lógicos de la literatura son, primero, el trabajo placentero de escribir; segundo, el placer de la familia y los amigos; y por último, el dinero en efectivo. Y no necesariamente en ese orden.