Proyecto Salón Hogar

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
(1651-1695)


Sor Juana Inés de la Cruz es considerada como una de las más grandes figuras en la literatura de la época colonial del Nuevo Mundo. Su verdadero nombre fue: Juana Inés Asvaje y Ramírez; nació en San Miguel Nepantla, Virreinato de Nueva España, marchando a la ciudad vecina de México a los nueve años. Mostró desde esa edad una gran capacidad intelectual y se ganó la amistad y el apoyo de la esposa del virrey: María Luisa Manrique de Lara quien logró el que sus obras fuesen publicadas en Madrid.

En 1667 entró en un convento carmelita sólo para dejarlo al poco tiempo e ingresar al Convento de San Jerónimo donde contó con la existencia de una biblioteca muy completa en la cual pudo saciar su sed de conocimiento.

La publicación de sus obras la hizo extremadamente popular tanto en Europa como en América. Sor Juana Inés muestra en toda su creación profundo conocimiento en muchos campos, incluyendo la filosofía, teología, historia, ciencia y literatura. Se preocupó con la posición de la mujer de su época en la sociedad del Nuevo Mundo.

Su trabajo incluyó poesía, drama y prosa, si bien es conocida en especial por su poesía lírica secular. Sus sonetos cubren temas tan variados como la vanidad de las ilusiones humanas, la esperanza, la fidelidad en el matrimonio, la ausencia, el sufrimiento en el amor, la naturaleza, la imaginación. Todo esto analizado siempre desde el punto de vista de la mujer.

Si bien Sor Juana conservó siempre el respeto a su vocación religiosa, también defendió su derecho como mujer a la educación y al uso de la razón dentro del contexto de su obra. En 1690 cuando el obispo de Puebla la invitara a dedicarse en su trabajo a temas religiosos más que a los seculares, ella lanzó su famosa: "La respuesta a Sor Filotea de la Cruz", en la cual de manera valerosa y elocuente defendió su vocación intelectual y su derecho a prender y a escribir.

Defendió igualmente a la mujer cuando dijo: "Si Aristóteles hubiese cocinado algo, hubiese escrito aún más". Se considera a Sor Juana como una figura clave a fin de entender al México colonial.

Entre sus obras en prosa: El divino narciso, El mártir del Sacramento, Athenagórica, El cetro de José, Amor es más laberinto. Fue en su obra poética, perteneciente a la lírica barroca, en la cual logró su mayor éxito y en ella sobresalieron: Inundación castálida, Segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz, Fama y obras póstumas del fénix de México y décima musa.

Fueron sus contemporáneos: Diego Velázquez, Pedro Calderón de la Barca, Baruch de Spinoza, Jan Vermeer. Sor Juana Inés murió en la ciudad de México en medio de una epidemia, al contraer la enfermedad cuando ayudaba, llevada por su compasión a sus compañeras enfermas. Tenía 44 años y se encontraba en la plenitud de su vida.

POESIA:

VOSOTROS HOMBRES.

Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, el mismo empaña el espejo y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana: pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana

Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.