L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 

La fiesta de los vientos

 

 

          Una familia de pitirres vivía en una ceiba gigante.  Como en ella había tanta sombra y protección, otros pájaros trataban de anidar allí también: las reinita, los changos, las tórtolas, las palomas...

-¿Podemos vivir con ustedes en este árbol tan cómodo? –rogaban

Pero los pitirres no les permitían ni siquiera posarse un segundo en las enormes ramas.

          Los pitirres se pasaban el día cantando alegremente pi-ti-rrrre, pi-ti-rrrre.  ¡Pero hay de aquel pájaro que se atreviera a acercarse a la ceiba!  Entonces, usaban sus picos, pero no, para cantar...

          Las aves de Puerto Rico tenían las costumbres de celebrar, cada año, la gran fiesta de los vientos, en El Yunque.  Durante tres días, cantaban juntas, bailaban al ritmo de la brisa, se bañaban en los chorros de agua y jugaban al esconder entre la neblina que cubría la montaña.

          Los pitirres también fueron a la fiesta.

          -Hola, ¿como están? ¡Bienvenidos! – les saludaron amigablemente los pájaros que ya estaban allí.

          El ultimo día de la fiesta, las golondrinas sugirieron:

-Vamos a visitar al viejo múcaro de la montaña, que está enfermo y no puede volar.

-Las aves estuvieron de acuerdo.  El múcaro vivía en un yagrumo todavía mas viejo y enfermo que el.  Cuando los pitirres llegaron, ya los demás pájaros ocupaban todas las ramas, pero el múcaro les dijo:

          -Hagan espacio, para que quepan los pitirres también.

El yagrumo parecía un árbol de Navidad, con sus hojas verdes por un lado y plateadas por el otro, y las aves de muchos colores adornándolo.

          Al rato, el múcaro miro a los pitirres con sus grandes ojos sabios y amarillos, y les dijo con voz profunda:

-Recuerden siempre este árbol.  En él está la felicidad.

          Aunque los pitirres no entendieron sus palabras, se unieron al canto de despedida de los pájaros, que ya empezaban a volar hacia el norte, el sur, el este y el oeste. 

          Solo cuando llegaron a su ceiba, y la vieron tan solitaria y triste, comprendieron lo que el mucaro les habia querido decir.

          Desde entonces, cantaron con mas alegria que nunca su pi-ti-rrrre, pi-ti-rrrre, porque aprendieron a compartir el arbol con su familia mayor, que eran todas esas aves diferentes que cantaban junto a ellos en la inmensas ramas de la ceiba.

                                               

Edgardo Sanabria Santaliz (puertorriqueña)

 

Entiendo el cuento.

A. Escribe un titulo para esta ilustración.

 

B. Ordena el dialogo, según el cuento.  Usa los números del 1 al 5.

___ -Hagan espacio, para que quepan los pitirres también.

___-¿Podemos vivir con ustedes en este árbol tan cómodo?

___-Vamos a visitar al viejo múcaro de la montaña, que está viejo y no puedo volar.

___-Hola!, ¿como están? ¡Bienvenidos!

 

C. Marca el comportamiento que demuestra este personaje del cuento:

___egoísta

___ generoso

___ valiente

___bromista