L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

Vivir con los demás

Reglas mínimas de convivencia para niños:

1 - Respetar a los demás.
2 - No molestar.
3 - Hacer amigos porque siempre es bueno
4 - Compartir y convivir en paz
5 -También no discriminar a la gente porque se siente mal.
6 - Ser bueno con la familia y ser respetuoso con los padres y los adultos.
7 - Convivir todos y que nos respeten como nosotros también lo respetamos.
8-  No insultar a nuestros compañeros.
9 - No insultar a la maestra.
10-No pelear


1. Aprender a convivir

Como todas las facetas de nuestras vidas, la convivencia necesita un aprendizaje. Desde que somos pequeños estamos relacionándonos con otras personas, tanto en el ámbito familiar como en el colegio o el vecindario. Vamos aprendiendo una serie de normas que van a regir nuestras relaciones sociales.

Los niños suelen ser egoístas e intentan satisfacer sus deseos y caprichos en cada momento. Al tener contacto con otros niños es cuando tienen que acostumbrarse a ceder y no pensar solamente en ellos. Para poder convivir con los demás, empiezan a adquirir una serie de conocimientos y reglas, que proceden tanto de sus padres y profesores como del propio contacto con otros pequeños. Es lo que denominamos educación.

Este concepto de educación es fundamental en la convivencia y comunicación con nuestros semejantes, y no debe entenderse únicamente como una serie de normas y convencionalismos sociales que debemos utilizar al tratar con extraños o con personas que no pertenezcan a nuestro entorno más próximo. Por eso, también en el ámbito familiar o con nuestro grupo de amigos y compañeros, debemos aplicar conceptos tales como tener paciencia, saber escuchar, respetar las ideas y opiniones de los demás, hablar con respeto, etc.
 

2. Elementos para una buena convivencia

- El respeto: Cuando establecemos cualquier tipo de comunicación con otra persona, la primera premisa es aceptar la dignidad de esta persona como tal, sin prejuicios ni discriminaciones, y entender que puedan tener pensamientos y opiniones distintos a los nuestros. Esto no implica que no podamos discutir o combatir estas opiniones, pero siempre respetando a la persona.

- La afabilidad: Entendiendo ésta como una actitud positiva en nuestra relación con los demás. Un ambiente de cordialidad facilitará nuestras relaciones con los demás pero si nuestra actitud es recelosa o indiferente, difícilmente nos llevará a una convivencia satisfactoria.

- La inteligencia: En las relaciones sociales, las buenas intenciones no son siempre suficientes. Cuantas veces hemos visto a personas que tienen el dudoso don de la impertinencia y molestan continuamente sin ser conscientes de ello. Para tratar con inteligencia a los demás, es importante saber escuchar e intentar conocer a la otra persona y, en caso contrario, saber callar en determinados momentos. Una persona socialmente inteligente sabe estar y comportarse con personas muy diversas, social y culturalmente, aunque haya tenido quizá menos formación en la infancia.

- La educación: Es una de las bases de una buena convivencia, y la podemos considerar como un compendio de los puntos anteriores.

 

3. Factores negativos para la convivencia

- Los prejuicios: Estos implican una mala predisposición de antemano a la convivencia, lo que nos hará tener una actitud negativa ante los demás dificultando enormemente la relación. El prejuicio va en contra del respeto que cada persona merece.

- La intransigencia: Convivir con los demás supone un esfuerzo en conseguir puntos de acuerdo. Para ello, todas las partes deben ceder a menudo en sus posturas. Cuando alguien nunca está dispuesto a ceder, la convivencia no es posible, se podrá producir una relación de acatamiento o subordinación, pero nunca de auténtica convivencia.

- La falta de comunicación: "Hablando se entiende la gente" es un dicho popular realmente acertado a este respecto. Cuántas veces la falta de comunicación provoca situaciones difíciles en todos los ámbitos de nuestra vida, que podrían ser solventadas con una simple conversación.

4. La convivencia en el mundo actual

El ritmo de la vida actual y la revolución en las comunicaciones han creado un doble efecto: por un lado, hemos aumentado la cantidad y diversidad de personas con las que nos relacionamos, pero por otro, la calidad de la relación entre las personas se ha hecho más superficial y más utilitarista.

La vida en las ciudades tiene como común denominador hoy en día la falta de tiempo. Las prisas y el estrés no son buenos aliados para la convivencia. La relación con nuestros vecinos, en muchos casos, se limita a un saludo de rigor y la convivencia familiar se resiente del cansancio de la jornada laboral.

Un tratamiento especial merece el impacto que la aparición de la televisión ha tenido en la convivencia familiar. La televisión no deja de ser un electrodoméstico más, cuyo objetivo es la información y el entretenimiento y que, usado en su justa medida, es de suma utilidad.

El problema es cuando este electrodoméstico no deja de funcionar durante todo el día y comienza a sustituir las conversaciones entre los miembros de la familia. Por ello, es recomendable apagar el televisor en los momentos de reuniones familiares y a la hora de la comida, para favorecer la comunicación familiar.

 

4. La Sinceridad

La sinceridad no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza…

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto parece muy sencillo, pero muchas veces cuesta más de lo que se cree. Se utilizan las ‘’mentiras piadosas’’ para ocultar cualquier cosa que para nosotros es una tontería, pero que en realidad a la persona que mientes haces daño, y esta pequeña mentira que en un principio nos es nada se va haciendo más y más grande hasta que la verdad se acaba sabiendo y sorprendiendo a quien mientes.

La sinceridad no sólo se ve en las palabras, sino que también se demuestra por medio de nuestras actitudes.

Cuando se aparenta lo que no somos (en la edad, trabajo, amistad…) se tiende a aparentar lo que no se es (más joven, inteligente, educados…) Si se descubre la gran mentira que nos han hecho creer se nos viene a la memoria el refrán: ‘’Dime de que presumes… y te diré de que careces’’ y entonces se produce una gran desilusión ya que se pierden las esperanzas de lo que la persona no es en realidad.

También indicar que ‘’decir’’ siempre la verdad con palabras es una parte de la sinceridad, pero también hay que ‘’actuar’’ acorde con la verdad.

Para ser sincero se necesita tener mucho ‘’tacto’’ y esto significa que cuando debemos decirle a una persona la verdad de lo que pensamos y esta verdad la incomoda debemos utilizar las palabras, las expresiones correctas ya que el primer propósito es ‘’ayudar’’ a esa persona, y esto es necesario para que la persona escuché y vea que lo que se la dice va con buenas intenciones y sin ánimo de ofenderla.

La sinceridad también requiere valor ya que a la hora de decir la verdad a un amigo o a una amiga por ejemplo, el no decir la verdad no se puede justificar con no decirlo con el perder una buena amistad o por el concepto que se tiene de la persona.

La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Ya que vernos sorprendidos mientras mentimos es más vergonzoso aún.

Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos y nuestras palabras.

A medida que nos vamos haciendo más mayores, la sinceridad debe ir en aumento y debe convertirse en un elemento básico para vivir nuestra vida con auténtica plenitud y sinceridad.

 

5. ¿Que es el caracter o personalidad?

Carácter (psicología), conjunto de reacciones y hábitos de comportamiento que se han adquirido durante la vida y que dan especificidad al modo de ser individual.

Junto con el temperamento y las aptitudes configura la personalidad de un individuo. Con esta noción se hace referencia a disposiciones permanentes, profundas y difícilmente modificables. La génesis y estructuración del carácter han sido objeto de diversas investigaciones y propuestas teóricas. Muy conocidas son las de Klages, Lersch, Wellek, Rothacker, Lewin y Freud. Todas ellas tienen en común la idea de que el carácter no se manifiesta de forma total y definitiva en la infancia, sino que pasa por distintas fases hasta alcanzar su completa expresión al final de la adolescencia. En cierto modo, y en tanto que aprendido, uno es responsable de su propio carácter; de ahí que el concepto se vea muchas veces teñido de una valoración moral (se ha calificado como bueno o malo) y haya sido objeto de reflexión en la educación.

Personalidad, pautas de pensamiento, percepción y comportamiento relativamente fijas y estables, profundamente enraizadas en cada sujeto.


La personalidad es el término con el que se suele designar lo que de único, de singular, tiene un individuo, las características que lo distinguen de los demás. El pensamiento, la emoción y el comportamiento por sí solos no constituyen la personalidad de un individuo; ésta se oculta precisamente tras esos elementos. La personalidad también implica previsibilidad sobre cómo actuará y cómo reaccionará una persona bajo diversas circunstancias.

Las distintas teorías psicológicas recalcan determinados aspectos concretos de la personalidad y discrepan unas de otras sobre cómo se organiza, se desarrolla y se manifiesta en el comportamiento. Una de las teorías más influyentes es el psicoanálisis, creado por Sigmund Freud, quien sostenía que los procesos del inconsciente dirigen gran parte del comportamiento de las personas. Otra corriente importante es la conductista, representada por psicólogos como el estadounidense B. F. Skinner, quien hace hincapié en el aprendizaje por condicionamiento, que considera el comportamiento humano principalmente determinado por sus consecuencias. Si un comportamiento determinado provoca algo positivo (se refuerza), se repetirá en el futuro; por el contrario, si sus consecuencias son negativas —hay castigo— la probabilidad de repetirse será menor.

Muchas de las reseñas que hacen mención a la definición de personalidad, se centran en el conjunto de cualidades psicológicas que conforman a la persona. Heredadas y adquiridas pero, sobre todo, únicas, que sientan las bases de las diferencias entre los seres humanos.

Sucesos y experiencias de vida que se construyen sobre la base del carácter

La personalidad y el carácter, en síntesis, hacen referencia a cómo se relacionan los seres humanos con su entorno, cómo interactúan en sociedad y cómo se rigen por las leyes tácitas que regulan la convivencia social en base a la cultura y el arraigo.

 

La personalidad es el resultado de los factores externos a los que se sometió el individuo durante su desarrollo. Eminentemente psicológico el término personalidad encierra en sí mismo una acepción de unidad. Una personalidad única, para una persona única que resuelve sus problemas dentro de su ámbito social con una respuesta también única.

Carácter, soporte indivisible de la personalidad

También conocido como temperamento, es un aspecto inmodificable que parte de la simbiosis entre el sistema neurológico y el psíquico, que en base a los diferentes estados y estímulos recibidos, provocan reacciones bioquímicas que ejercen una acción constante sobre el sistema nervioso y produce reacciones emocionales y respuestas diversas frente a los estímulos.

El carácter está relacionado con el estado físico, presión arterial, tono muscular, frecuencia cardiaca, rapidez de respuesta frente la volición, etc... En el carácter interviene tanto la genética y las hormonas como los factores externos y los hábitos de vida.

Este tipo de cualidades no se modifican pero se pueden regular o encauzar según sean las necesidades, el carácter en sí mismo, es uno de los factores con mejor respuesta al trabajo interno que existe.

Evolución del carácter clave en la personalidad

Conviene recordar que las personas no nacemos con un carácter definido, ésta se va desarrollando a la vez que nos desarrollamos como individuos y depende de la relación social y las condiciones en las que vive el individuo que se obtenga un resultado u otro.

El medio cambia a las personas

Esto significa que las diferentes situaciones a las que nos vamos enfrentando son detonantes del carácter que se va formando y, lo que es más importante, modificando con el paso del tiempo, las experiencias acumuladas y los aprendizajes obtenidos.

El carácter de un niño se moldea desde el primer momento por la familia directa con la que convive, es su primer contacto con la sociedad y al adaptarse a su entorno familiar va adquiriendo un carácter que adoptará a las diferentes situaciones a las que deba enfrentarse y las diferentes acciones que deba ejecutar.

Conclusiones

La personalidad se forma bajo el prisma del carácter que es absolutamente cambiable y modificable, el individuo se enfrenta de forma constante a situaciones contrarias a su naturaleza y su respuesta, la forma en la que regula y equilibra su interacción ante esas situaciones consideradas hostiles es lo que va formando el carácter.

Conviene tener presente que el ser humano es un ser racional y es precisamente esa característica la que nos diferencia del resto de los animales, de igual forma que podemos cambiar nuestros hábitos alimenticios en la búsqueda del bienestar o el peso ideal y podemos cambiar nuestras costumbres financieras en la búsqueda del ahorro, podemos cambiar nuestra respuesta ante los estímulos sin ir en contra de nuestra naturaleza, únicamente buscando la armonía y el equilibrio, claves en la libertad de las personas.

Si somos capaces de ejecutar esos procesos de adaptación y modelaje de nuestro carácter, estaremos no solo fortaleciendo nuestra personalidad, sino también, llevando a cabo un proceso de evolución y crecimiento personal.

 

La Universidad de Puerto Rico

Todo comenzó hace más de 100 años. En el pueblo de Río Piedras se fundo una escuela, la Escuela Normal. Los 154 jovenes que entraron en esa escuela salieron convertidos en maestros. Luego construyeron la torre, el teatro, el museo, la biblioteca, y mas pisos con salones. La Escuela Normal se convirtio en universidad. Es este el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.

Hubo otras instituciones que precedieron a la Universidad de Puerto Rico en la tradición de la enseñanza superior. La primera fue la Universidad de Estudios Generales de Santo Tomás de Aquino en San Juan, fundada por la Orden de Dominicos en 1532. Tanto el Seminario San Ildefonso como la Institución de Enseñanza Superior fueron incorporados posteriormente a aquella universidad. Esta última institución fue creada en el 1888 bajo los auspicios del Ateneo Puertorriqueño, siguiendo las normas establecidas por la Universidad de La Habana. La predecesora inmediata de la Universidad de Puerto Rico fue la Escuela Normal e Industrial fundada en Fajardo en 1900 para el entrenamiento de maestros destinados para las escuelas públicas de la isla. En el 1902, se trasladó la Escuela Normal a su presente localidad más accesible y centralizada que ocupa hoy el Recinto de Río Piedras. En el 1903, se reconstituyó como la Universidad de Puerto Rico.

Según Puerto Rico fue desarrollándose durante las próximas décadas y fueron creciendo sus necesidades, la Universidad avanzó al mismo paso. La antigua Escuela Normal se convirtió en el Colegio de Pedagogía en 1925 y en 1926 fueron fundados el Colegio de Administración Comercial y la Escuela de Medicina Tropical, esta última con la cooperación de la Universidad de Columbia. Los programas graduados tuvieron un comienzo prometedor en 1927 con el inicio de cursos conducentes al grado de Maestría en Estudios Hispánicos. En el 1924, la Escuela de Leyes incorporó los cursos que desde 1913 ofrecía el Departamento de Leyes. La Escuela de Leyes fue acreditada por la Asociación Americana de Abogados en 1946 y admitida a la Asociación Americana de Escuelas de Leyes. Los estudios en el campo del trabajo social, iniciados en 1929, fueron recogidos en un departamento dentro del Colegio de Pedagogía en 1934 e incluían un programa graduado de dos años acreditado por la Asociación Americana de Escuelas de Trabajo Social. En 1943, este departamento se incorporó a la Facultad de Ciencias Sociales y en 1947 se convirtió en una escuela profesional a nivel graduado.

 


LOS ORIGENES

Con la llegada de los españoles a Puerto Rico, traen también usos y costumbres relacionados con los estilos de vida y la cultura. Fernando el Católico quiso ser diferente en su política y decidió que a los niños de cada poblado en Puerto Rico se les ofreciera algún tipo de educación. El 20 de marzo de 1503 ordenó que se les ofreciera instrucción religiosa, lectura y escritura. A partir de esta orden y hasta varios siglos más tarde, todo lo relacionado con la educación estaba ligado a la evangelización y no se encontró ningún otro intento educativo por parte del gobierno. No obstante, la educación privada para las familias pudientes económicamente seguía un buen curso. Según señala Coll y Toste, las directrices que recibe Cristóbal Colón de los Reyes Católicos en las que se pone de manifiesto la capacidad política que los caracterizó al reconocer que los indios responderían mejor a los intereses de la Corona si los hijos de los caciques se incorporaban rápidamente a la cultura de los colonizadores. 

En 1512 se creó la sede Episcopal de San Juan y fue nombrado obispo don Alonso Manso, quien tenía dentro de sus responsabilidades impartir algún tipo de educación, por lo que comenzó a enseñar la gramática española. La Escuela de Gramática, con posible sede inicial en la Villa de Caparra, se trasladó, en San Juan, al Hospital San Alfonso, el cual "por estar sin enfermos se usaba como escuela" (Coll y Toste, 1909, 13), mientras se construía la Catedral, luego al atrio sur de la Catedral y finalmente  a la casa llamada de los Curas o Casa Parroquial (Cuesta Mendoza, 1946, 59). La Escuela de Gramática funcionó por más de doscientos años, sostenida por los diezmos de la iglesia y por donativos de algunos vecinos. El contenido curricular consistía de: lógica, dialéctica y retórica, aritmética, geometría, astronomía y música, con el latín como disciplina básica, además de la historia sagrada. También se impartían nociones de ciencia, arte, política, gobierno, filosofía y teología.

Para el 1522 se inició la construcción del convento de los Dominicos. Aquí se enseñaba gramática y arte liberales. Se aceptaban estudiantes de educación superior. Según el historiador don Aurelio Tió, en este convento y, por mandato del Papa Clemente VII, se fundó la primera universidad de Estudios Generales en América. Este relato fue tomado del documento papal titulado In Splendide die, fechado en 1532. 

No se escribió más sobre educación primaria hasta el año 1688 en que el Obispo Padilla escribe al rey informándole que aunque en la Isla impera la pobreza, se ha continuado enseñando a leer, escribir, contar y la doctrina cristiana. 

La educación pública no se conoció en la Isla durante los primeros siglos de colonización. Según aparece en las Actas del Cabildo de 1732, fue en una de sus reuniones que se acordó nombrar un maestro para que enseñara a leer, escribir y la doctrina a “los niños de los hijos y los vecinos”, por ser esto esencial. El cabildo de San Juan usó el término “escuela pública” a partir del 3 de noviembre de 1739. Dicho Cabildo nombraba maestros, pagaba sus sueldos y velaba por la educación gratuita y la enseñanza de calidad. En 1779, el Cabildo de San Juan se encargó, por primera vez, de abrir escuelas para niñas. Para esta misma fecha, los franciscanos también mantenían abierta una escuela primaria, por primera vez. El Cabildo de San Germán, también se ocupó de la educación pública a partir de 1797. 

En el Directorio general publicado en 1770 para informar sobre la labor del Gobernador Miguel de Muesas, se hace mención de la educación pública en las áreas rurales de la Isla, organizando y reglamentando la instrucción pública en toda la Isla ; cuidando que el maestro fuera recompensado oportunamente y con regularidad; inclinando á los padres de familia á que enviasen primero un hijo y luego todos á la escuela. Un dato singular, para ese momento, es que mediante el Directorio de Muesas "se decretó oficialmente la integración racial en las escuelas públicas de Puerto Rico", pues éste "combatía el antagonismo de razas con el envío de mulaticos y negritos a la misma escuela de los blancos", según lo señalado por Coll y Toste (1910, 1G) para destacar el espíritu democrático del sistema de educación pública de la época. Añade Loida Figueroa (1970) que "en el mismo momento en que el Estado empezaba a tomar responsabilidades en cuanto a la instrucción, la disposición de Muesas se adelantaba los tiempos" 

Una del las mayores dificultades para el desarrollo de la educación en Puerto Rico fue el marcado absentismo, dado que los estudiantes vivían lejos de los centros donde se ofrecían las clases, situación que continuó durante los próximos siglos, pues la mayoría "vivía a una distancia de dos o tres leguas, ¿Como habrían los niños de asistir diariamente a la escuela?"

En 1805, don Toribio Montes, gobernador de la Isla estableció el decreto del 17 de septiembre, que aunque era parecido al de Muesas, decía que todos los niños de edad escolar debían ir a la escuela. Hace referencia a la necesidad de crear escuelas públicas para niñas. Más tarde don Miguel de la Torre echó a bajo todos los esfuerzos de Montes.

Ilustre y bien querido fue el maestro Rafael Cordero. En 1810, mientras residía en San Germán, Cordero abrió una pequeña escuela para niños negros, mulatos y pobres. Su labor continuó al regresar a su ciudad natal, San Juan, donde estableció una escuela en una casa en la calle Luna.  Su hermana Celestina, se cree, hizo más tarde un tanto con las niñas, ya que la instrucción se impartía por separado en la Isla, al igual que en el resto del mundo. La fama de la buena educación que el Maestro Cordero impartía en su escuela provocó que estudiantes de todas las clases sociales asistieran a su aula. Allí, mientras arreglaba zapatos y elaboraba cigarros para mantenerse, les inculcaba una educación cristiana y les instruía en materias como la Gramática, la Historia y la Aritmética. Fueron sus discípulos los líderes políticos y culturales Román Baldorioty de Castro, José Julián Acosta y Manuel Elzaburu, entre otros. Por su gran labor, la Sociedad Económica de Amigos del País lo reconoció con el Premio de la Virtud, un agradecimiento que venía acompañado de 100 pesos de plata. En aquella ocasión, el Maestro Cordero repartió el dinero de su premio, en partes iguales, entre sus alumnos más pobres y otras personas indigentes de la ciudad.

En el año de 1812 las escuelas de San Juan admitieron negros para que disfrutaran de la enseñanza. Hasta este año los negros habían estado desprovistos de educación formal. Esta medida ayudó a desarrollar negros instruidos que sabían comportarse en la sociedad de aquella época. Ya no era válida la teoría de que los negros eran malos por su color. Era que les faltaba el pan de la enseñanza.

Para la fecha de la Constitución Española de 1812 ya se estaba organizando en Puerto Rico la Sociedad Económica de Amigos del País, la que fue fundada en 1813 por el sub Secretario del Tesoro, Alejandro Ramírez. Durante su existencia, esta institución realizó incontables esfuerzos para organizar y fomentar la educación en Puerto Rico. Cabe destacar entre sus logros, la promoción y auspicios monetarios en la apertura de varios centros educativos para varones; pero en especial para niñas; así como las iniciativas en la preparación de maestros, ya que no existía en Puerto Rico un lugar ni un programa para tales propósitos.

El Gobernador Gonzalo Aróstegui se tomó á pecho el impulsar la enseñanza en la Isla. En la Imprenta Nacional de Puerto Rico se publicó en el año 1820 una Instrucción Metódica sobre lo que deben observar los maestros de primeras letras para la educación y enseñanza de los niños, con una breve exortación á los padres de familia, por don Francisco Tadeo de Rivero, regidor diputado de Escuelas del Exento. Ajuntamiento Constitucional de la Capital de Puerto Rico. Este interesantísimo trabajo es revelador de los esfuerzos aunados que se hacían en dicho año de 1820 por impulsar la instrucción en el país. No podemos menos de anotar que entre los premios y correcciones, el sabio munícipe condena el castigo corporal, considerándolo como un símbolo de la antigua barbarie. Hacemos hincapié en este punto, porque desgraciadamente en las leyes de la época se encontraba implantado el castigo corporal. (Coll y Toste, 1910).

El método (Sistema de Bell y Lancaster) organizaba la educación en cuatro años comenzando el niño la misma a los seis años. Se enfatizaba el método y el programa de estudios. El programa de estudios consistía de religión cristiana, moral, lectura, escritura, gramática castellana, ortografía, aritmética, nociones de política, civismo, y el estudio de la Constitución de 1812. El plan de Tadeo era uno muy completo y avanzado a su época. El texto fue subsidiado por la Sociedad Económica de Amigos del País y distribuido a través de toda la Isla para beneficio de todos los maestros (Coll y Toste, 1921, 3). El esfuerzo de Tadeo de Rivero, según Carmen Astado (1991), "dio como resultado el primer cambio coherente por codificar y reglamentar la instrucción en Puerto Rico" (p. 61). El método lancasteriano en Puerto Rico, según Coll y Toste (1910), "fue un fracaso, a pesar de los esfuerzos realizados por el gobernador de la Isla, Miguel de la Torre, de la Sociedad de Amigos del País, de la Diputación y el Ayuntamiento" (p. 22). Osuna (1949) opina que este plan fue una iniciativa "excelent on papers, but which was never realized" (p. 34).

 

A la Sociedad Económica Amigos del País le siguió la fundación del Seminario Conciliar en 1832. El objetivo del Seminario era la preparación de sacerdotes para servir en Puerto Rico. Algunos que se educaron en dicha institución, como Tapia, Acosta y Baldorioty, luego siguieron otras profesiones. A mediados del siglo 19 los Padres Jesuitas se hicieron cargo de dirigir el seminario y fundaron un colegio secundario en el cual recibieron formación académica y religiosa muchos pensadores influyentes de fines del siglo 19.

En 1842 funcionaban en San Juan cinco escuelas primarias, dos de las que eran públicas, una dirigida por Don Juan P. Monclova y otra por Don Francisco Boneta, y tres privadas sostenidas por Don Francisco Jiménez, Don Juan de la Cruz Coca y Don Ramón Castans. Las dos escuelas públicas eran sostenidas por el ayuntamiento debiendo los estudiantes comprar los libros de texto.
 

Las mujeres en Puerto Rico habían levantado sus reclamos bajo la dominación española, exigiendo acceso a la educación. Las respuestas se materializaron con lentitud, pero poco a poco surgieron algunas iniciativas concretas. En 1860 se fundó en San Juan el Colegio Asilo de San Ildefonso, regentado por las Hermanas de la Caridad, con la misión de instruir a la mujer en lectura, escritura y fe cristiana.

En 1851 el gobernador Juan de la Pezuela fundó la Real Academia de Bellas Letras, que se mantuvo hasta 1865, cuando un cambio de gobierno provocó su cierre. Esta escuela confería licencia a los profesores de primaria, formulaba los métodos de enseñanza, y sostuvo concursos literarios. El 1 de febrero de 1865, todos los municipios estaban obligados por orden del gobernador, José Lemery, a ejecutar las apropiaciones para las escuelas rurales. En 1897 había 209 de estas escuelas establecidas en toda la Isla para los niños ricos y pobres.

Mediante el Decreto Orgánico de 1865, el gobernador Félix María Messina ordenó la reorganización de todo el sistema educativo. Se dividió la primera enseñanza en elemental y superior, y se hizo obligatoria la elemental hasta los nueve años, según la Ley de la Península de 1841, con multas a los padres que no cumpliesen. Los niños certificados por el cura o por el alcalde como pobres tendrían la primera enseñanza elemental gratuita. Este decreto es importante ya que mediante el mismo "se entra en una fase de completa legalidad en la educación en Puerto Rico" (Rivera, 1984, 149).

El General Eugenio Despujol y Dussay tomó posesión del cargo de gobernador el 24 de junio de 1878 y dos años mas tarde, en 1880, completó su Plan de  Instrucción Primaria, según el cual once escuelas secundarias para ambos sexos, 204 escuelas elementales y 231 escuelas para muchachos en áreas rurales fueron fundadas. Juntamente con 26 instituciones privadas, este plan aumentó el número de establecimientos educacionales en la isla a un total de 556, con no más de 25,000 estudiantes. En 1880 se creó además, el Colegio de las Madres del Sagrado Corazón, auspiciado por el presidente de la Diputación Provincial, don Pablo Ubarri. Este lugar, que contaba con pensionado, habría de educar a las niñas de familias acomodadas de la isla.

Ese mismo año se estableció la Asociación de Damas para la Instrucción de la Mujer, con el fin de formar niñas de clase baja o media para dirigir una escuela pública o privada.

En el 1882 el rey Alfonso XII autorizó la inauguración del Instituto Civil de Segunda Enseñanza, conocido también como "el Instituto Provincial". Además del instituto, ofrecía preparación secundaria el Ateneo Puertorriqueño, fundado en 1876. El 28 de noviembre de 1883 el instituto abrió sus puertas a la juventud puertorriqueña, siendo su director José Julián Acosta. El real decreto proveía también que este instituto debía ser la única institución oficial de enseñanza secundaria en la isla, y que el Colegio de los Jesuitas y otras escuelas quedarían subordinadas a él. Desde su fundación, fue la única institución en Puerto Rico autorizada a graduar bachilleres. Dada la uniformidad de la enseñanza española, su programa de estudios era el que se cursaba en sus similares de la Península y se terminaba aproximadamente en cuatro años. El currículo del Instituto pretendió un programa mucho más amplio en el cual se incluían clases de francés, inglés, geometría y trigonometría, sicología, dibujo lineal y topográfico, figura y paisaje. Las clases se aprobaban por exámenes orales tomados ante un tribunal examinador nombrado por el Director del Instituto. Los estudiantes pagaban moderados derechos de matrícula, derechos de exámenes y por el título de bachiller al graduarse. El costo promedio del bachillerato completo era de 170 pesos, más o menos, según Adolfo de Hostos en su Historia de San Juan, Ciudad Murada.

La Institución Libre de Enseñanza Popular fue fundada en 1888 por el profesor Jaime Comas y Montaner. Tenía como propósito proporcionar instrucción gratuita a las clases trabajadoras. Se daban clases nocturnas gratis en las aulas del Instituto Provincial, y  los gastos eran cubiertos por los miembros de la Institución con sus pagos y donaciones, y ayuda financiera ocasional del Gobierno Provincial y el Consejo de la Ciudad de San Juan.

En 1890 se crearon dos escuelas normales, una para mujeres y otra para hombres, en virtud del Real Decreto del 19 de junio de 1890. En ellas se podía obtener el título de maestro o maestra normal, es decir, de enseñanza básica.
 

Coll y Toste opina que ya para el 1897 la "instrucción pública estaba organizada en toda la isla". Entre San Juan y los restantes pueblos, con sus barrios y poblados, identificó a más de quinientos centros escolares de primera y segunda enseñanza con sus respectivos profesores y matrícula, clasificados en escuelas de enseñanza elemental y superior, y escuelas modelo o normal.

El 9 de febrero de 1898 el régimen autonómico concedido a Puerto Rico por el Gobierno español, el primer sistema de auto-gobierno jamás concedido en la isla, fue inaugurado. Bajo la Carta Constitucional concedida por España, la isla obtenía casi todas las prerrogativas de un estado soberano e independiente. El nuevo gobierno duró solo unos pocos meses porque las fuerzas armadas norteamericanas ocuparon la Isla en julio de ese año. Durante ese breve período Don Manuel F. Rossy ocupó el Ministerio de Instrucción pública.

Durante el período español en la gobernación de Puerto Rico, fueron varios los esfuerzos por mejorar la educación y por fortalecer la educación pública como tal. Se promulgaron varios decretos entre éstos: el Reglamento de los tenientes a Guerra, (considerado como el primer documento oficial que regulaba la instrucción pública en Puerto Rico); Instrucción metódica sobre la conducta que deben observar los maestros de primeras letras para la enseñanza de los niños; las Comisiones de Instrucción Pública establecidas en los pueblos de la isla; la Academia Real de Buenas Letras; la Junta Superior de Enseñanza de Instrucción y el Decreto Orgánico de Despujols. No obstante, los intentos por conseguir mejorar la educación, los mismos no alcanzaron sus metas, pues al llegar los norteamericanos a la Isla encontraron un sistema de educación muy pobre, avalado por las tristes estadísticas de un 80% de analfabetismo, solamente 518 escuelas elementales, 26 escuelas de enseñanza secundaria y donde solamente el 16% de la población escolar asistía a la escuela. Los sueldos de los maestros eran bajos y no tenían seguridad en el cobro. 

Los norteamericanos trajeron una serie de reformas, recopiladas en las leyes que han regido la educación del país. En 1900, la Ley Foraker estableció el Departamento de Instrucción Pública y el puesto de Comisionado de Instrucción, quien sería el encargado de dirigir la educación puertorriqueña. A partir de ese momento, la historia de la educación en Puerto Rico ha sido diferente.