L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 

España y Portugal reclaman sus territorios

 Mapa del Tratado del Tordesillas, 1494

Luego de algunas disputas coloniales, españoles y portugueses se repartieron el mundo no europeo por medio del Tratado de Tordesillas (1494). El mundo quedó dividido en dos hemisferios por un meridiano imaginario situado a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. Las tierras situadas al oeste de este meridiano pertenecerían a la corona española, y las orientales a la portuguesa. Como el saliente oriental de América del Sur quedaba dentro del ámbito portugués, este país iniciará en 1500 la colonización de Brasil.


Las bulas papales
 

Una vez descubierta América, los españoles y los portugueses trataron de legalizar, o hacer ver ante los ojos del mundo, que, tenían no solo bases jurídicas, sino, morales y religiosas, para ser los dueños de los territorios ubicados “viajando hacia el occidente”, entre Europa y las Indias Orientales.

Cuando los ibéricos (españoles y portugueses) entraban en contacto con  pueblos desconocidos y diferente cultura, respecto a la europea, superior y cristiana, alegaban para legitimar su conquista, derechos jurídicos y morales, sobre los territorios y las “almas” (evangelización).

Bulas papales legitimaron, tanto las conquistas portuguesas, por ejemplo tanto en Africa, como las tierras descubiertas por Colón. Los papas se sentían con el derecho de orientar, no solo a sus ovejas cristianas sino, también, a los infieles, pues la facultad recibida de Cristo era plenaria, sobre lo temporal y sobre lo espiritual en este “valle de lágrimas”.

Las disputas entre las dos naciones ibéricas se solucionaron “santamente” por medio del Tratado de Tordesillas de 1494, el cual estableció los límites jurisdiccionales correspondientes a España y Portugal.

Para ello, se dividió el Océano Atlántico por un meridiano a las trescientas setenta millas náuticas del oeste de las islas del Cabo Verde, de donde resultaron dos áreas para la exploración, la española y la portuguesa.

Con la firma de ese tratado, Portugal se aseguraba las pretensiones sobre una parte del Nuevo Mundo

El papa Alejandro VI repartió el territorio americano entre España y Portugal. Por medio de las bulas conocidas como Inter Caetera, promulgadas en 1493, concedió a los Reyes Católicos el derecho de gobernar todos los territorios a los que llegó Cristóbal Colón y a los que se descubriesen ubicados desde el Polo Ártico a 100 leguas al occidente de Cabo Verde.

Portugal podía hacer lo mismo hacia el este. Los portugueses no estuvieron de acuerdo y se aprobó una nueva división que estipuló una línea trazada a 370 leguas del archipiélago de Cabo Verde. Resolución que fue aprobada en el Tratado de Tordesillas, el 7 de junio de 1494.

Antecedentes

Pocos años antes de que acabara el siglo XV, mientras en Mesoamérica se desarrollaban culturas tan importantes como la Mexica y la Maya, al otro lado del mar, un gran descubrimientos geográficos abría nuevas vías de comercio. Cristóbal Colón, buscando la ruta para llegar a la India navegando hacia el Poniente (Oeste), se topa con un continente hasta entonces desconocido por los europeos y que años después recibiría el nombre de América.

Cristóbal Colón, al igual que el florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli, creía en la redondez de la Tierra y discurrió llegar a la India navegando hacia Occidente. Sin embargo, no conocía el tamaño de la superficie terrestre, la consideraba más pequeña y pensaba que la ruta del Atlántico era más corta, pero se equivocaba. Tampoco sabía que en el mar Océano, que según él iba desde las costas de Europa hasta las de Asia, existiese un continente poblado por culturas distintas a todo lo conocido hasta entonces.

Colón buscó afanosamente el apoyo de reyes y comerciantes pues necesitaba dinero, barcos y marinos para realizar su proyecto. Durante catorce años trató de convencer al rey Juan II de Portugal, quien llevaba la delantera en los viajes Atlánticos. Sin embargo, éste se la negó porque creía que el plan era irrealizable y le interesaba llegar a la India rodeando África y no cruzando el Atlántico.

Ante la negativa portuguesa, Colón ofreció el proyecto a los reyes de España quienes lo hicieron llegar a las Universidades de Córdoba y Salamanca para su estudio, pero los sabios de dichas instituciones lo rechazaron por considerarlo con bases poco fundamentadas y débiles. Colón no se da por vencido y se dirige a Francia para ofrecer sus servicios al rey, pero al pasar por el convento de la Rábida, los frailes Juan Pérez y Antonio de Marchena se lo impiden ofreciéndole presentar su trabajo a la Reina Isabel y solicitar su ayuda.

Sin embargo, siete años esperó Colón a que los reyes de España se decidieran a apoyar su proyecto. En 1492, cuando los Reyes Católicos terminaron la reconquista de los territorios que se encontraban en manos de los árabes, al tomar Granada, último reino musulmán en España, finalmente los pudo convencer y lo pudieron ayudar.

Resuelto el problema, el 17 de abril de 1492 se fijan las condiciones del acuerdo entre los soberanos de España y Cristóbal Colón, conocido como Capitulaciones de Santa Fe, mediante el cual los Reyes Católicos lo hacían virrey de todas las tierras que descubriera y almirante del mar océano. Le concedían también la décima parte de todo lo que comerciara y el privilegio de nombrar jueces y autoridades de gobierno en los territorios que descubriera.

Finalmente, el 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón zarpó del puerto de Palos de Moguer, situado al sur de España, para emprender su gran aventura con una tripulación integrada por 120 hombres, víveres para tres meses y tres pequeñas naves: la "Santa María" bajo su mando, la "Pinta" y la "Niña" al mando de Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón.

Poco tiempo después llegaron a las Islas Canarias. Pero el 12 de octubre de 1942, llegaron a una isla desconocida que los habitantes llamaban Guanahaní. Colón le puso a la Isla el nombre de San Salvador y a los habitantes de la misma los llamó indios, pues estaba convencido de que había llegado a la India. En aquel viaje, Colón descubrió también otras islas, entre ellas las que hoy conocemos con los nombres de Cuba y Santo Domingo. Poco después, regresó a España para dar cuenta de sus descubrimientos.

Durante días y semanas las naves avanzaron empujadas por el viento, pero no avistaron tierra alguna. A medida que pasaba el tiempo, el temor y la desconfianza hacía presa a la tripulación que comenzó a mostrar inquietud y manifestar, cada vez con mayor insistencia, el deseo de retornar. Después de cuarenta días los tripulantes comenzaron a desesperar, la fatiga y el desánimo empezaron a propagarse entre los marineros. Pero la férrea convicción del almirante con relación a su proyecto, y su serena firmeza, lograron controlar los ánimos para continuar con la gran aventura.

Finalmente, la madrugada del 12 de octubre de 1492, se escucha el tan ansiado grito del gaviero de la Pinta, Rodrigo de Triana, ¡¡Tierra!! Aparece sobre el horizonte una pequeña isla llamada por los nativos Guanahaní, e identificada comúnmente con la actual isla de Watling de las Lucayas, en el archipiélago de las Bahamas. Colón y sus hombres desembarcaron ante los sorprendidos ojos de un grupo de aborígenes, empuñando el estandarte de Castilla y la espada. Tomó posesión de la isla en nombre de sus Majestades Católicos y la bautizó la isla con el nombre de San Salvador, porque su descubrimiento le evitó regresar a España derrotado.

El explorador siguió navegando y descubrió Cuba, a la que nombró Juana, y Haití, a la que llamó la Española. Colón estaba convencido de haber conseguido su objetivo: llegar a los países descritos por Marco Polo navegando en dirección oeste.

Cuando regresó a España, Colón deslumbró a la Corte de los Reyes Católicos con sus relatos de riquezas fabulosas; con los maravillosos objetos, animales y seres humanos que traía del otro lado del mar. Tuvo un gran recibimiento por parte de Isabel y Fernando, quienes decidieron financiar un segundo viaje a las Indias, como llamaban los europeos a América. Casi inmediatamente se organizó, esta vez con más recursos (1,599 hombres ansiosos por hacer fortuna, 4 carabelas y tres naves de carga). Partieron de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. En este segundo viaje Colón descubrió las islas Dominicas, Puerto Rico y Jamaica.

Dos viajes más realizó Colón. En el tercero (1498), exploró la costa del ahora llamado continente americano, descubrió la desembocadura del río Orinoco y la isla de Trinidad. En su cuarto viaje (en 1502) descubrió la costa de América Central, desde Honduras hasta el Darién (en la actual Panamá), pero cada vez tuvo más problemas con los funcionarios del gobierno español.

En Santo Domingo, ciudad fundada por Bartolomé, hermano de Cristóbal, los nativos se sublevaron trayendo como consecuencia enfrentamientos. Algunos enemigos de Colón recurrieron a los reyes quienes lo mandaron arrestar enviándolo de regreso a España. Después de muchas tribulaciones Colón pudo volver, pues su propósito seguía siendo llegar a las tierras descritas por Marco Polo. Después de pasar por diversas dificultades el 7 de noviembre de 1505 regresó a España con la noticia de que su protectora, la reina Isabel, había muerto. El rey no le atendió y se retiró a Valladolid donde vivió modestamente subvencionado por la corte. Olvidado, triste, enfermo y agotado, por esfuerzos y penalidades, sin cosechar el fruto de su hazaña, Colón murió el 20 de mayo de 1506.

Colón nunca supo que había llegado a un continente desconocido para los europeos. Murió creyendo que había navegado por tierras inexploradas de las Indias. De ese error nació el término indios, que los exploradores aplicaron a los nativos del continente. Sin embargo, años después, Américo Vespucio exploró el litoral de Sudamérica y argumentó que se trataba de un continente distinto, el cual recibiría el nombre de América su honor, ya que se había dado cuenta de que esas tierras no pertenecían al continente asiático. A partir de entonces, comenzaron las disputas entre España y Portugal por los territorios descubiertos.

Colón abrió el camino entre dos mundos antes separados. En adelante, quedarían comunicadas estas dos partes de la Tierra, entrarían en contacto sociedades distintas y las influencias mutuas cambiarían sus formas de vida.

Poco años después, los españoles trataron de establecer un dominio efectivo sobre sus territorios americanos. Para ello organizaron expediciones y campañas militares a fin de someter a los indígenas.

En las décadas que siguieron a los viajes de Colón, los navegantes europeos completaron la exploración de las costas de América y finalmente comprobaron la redondez de la Tierra. Los movía el espíritu de aventura y la ambición que despertaban los rumores sobre fantásticas riquezas. En 1500, Pedro Álvarez Cabral llegó a las costas de Brasil y reclamó el territorio para el rey de Portugal.

Muy pronto comenzaron los problemas entre España y Portugal, pues ambos estados deseaban expandirse por el Atlántico. Para entender el proceso que se relata a continuación hay que recordar que en el siglo XV en la Europa occidental, religión y política están totalmente unidas, lo que explica la intervención de los Papas de Roma en los conflictos entre españoles y portugueses.


Ya a mediados del siglo XV, cuando se hicieron notables los descubrimientos portugueses, estos acudieron al Papa de Roma quien les concedió la exclusividad en las exploraciones de conquista mediante dos documentos papales o bulas pontificias:
Primero se publicó la bula Romanus Pontifex de 1454 que concede al rey Alfonso de Portugal la posibilidad de conquistar tierras en manos de musulmanes o paganos, amenazando con la excomunión a quienes obstaculicen estas conquistas.


Posteriormente fue publicada la bula Inter Caetera de 1456 que confirmaba lo anterior y dejaba en manos de los reyes portugueses todas las nuevas tierras que se descubriesen más allá del Cabo Bojador, incluyendo todo el centro y sur de África y cualquier territorio que encontrasen en su proyecto de llegar a la India.

El problema de Canarias: el Tratado de Alcacovas

A pesar de que por los anteriores documentos el Papa otorgaba la exclusividad de los descubrimientos en el Atlántico, existía el problema de las islas Canarias, bajo control de los reyes de Castilla. Por esta razón Portugal y España firmaron el Tratado de Alcaçovas en 1479 que trazaba un paralelo a la altura de las islas Canarias: los castellanos podrían explorar y conquistar tierras al norte de esa línea, los portugueses al sur. Esto dejaba libre el camino portugués ya muy avanzado para circunnavegar África como medio de llegar a las Indias, puesto que los españoles tenían prohibido navegar más al sur de las Canarias.Pero el problema se agudizó cuando la expedición de Colón, navegando al sur de esa línea para evitar los vientos contrarios descubrió nuevos territorios que el rey de Portugal en aplicación del Tratado de Alcaçovas reclamó. Ante el problema planteado, los monarcas españoles acudieron al Papa (Alejandro VI, español), que les concedió mediante varias bulas la exclusividad de los descubrimientos que se hiciesen por la zona de “las Indias” viajando hacia el oeste.

Dos de esas bulas publicadas en 1493 después del primer viaje de Colón se denominan también Inter Caetera, como la bula concedida a los portugueses en 1456. Esas bulas de 1493 concedían a España derechos sobre las nuevas tierras descubiertas, siempre y cuando no estuviesen ya bajo el control de otro príncipe cristiano, lo que respetaba las conquistas portuguesas. En la Primera Bula Inter caetera de 1493 el Papa concede derechos sobre las nuevas tierras descubiertas a los españoles. La Segunda Bula Inter Caetera  definía los territorios españoles como los situados más allá de cierta línea imaginaria la cual se describe con las siguientes palabras: “... la cual línea diste de las islas que vulgarmente llaman Azores y Cabo Verde cien leguas hacia occidente y mediodía,....”


Estas bulas de 1493 suponen un importante éxito de los castellanos, en cuanto limitan los antiguos derechos portugueses a expandirse por el Atlántico. Sin embargo, con estas decisiones papales el problema entre portugueses y españoles no se resolvía: las bulas primeras dejaban en manos portuguesas el sur de África, pero también, “Las Indias”, y Colón creía que había alcanzado “las Indias” viajando hacia el oeste.

El Tratado de Tordesillas

Ante esta situación, representantes de las dos coronas se reunieron y así nació el Tratado de Tordesillas en 1494 que supone la división de los nuevos territorios en torno a una línea imaginaria trazada “a trescientas setenta leguas de las islas de Cabo Verde para la parte de poniente”, esto es a 370 leguas al oeste de las islas Cabo Verde. Hacia el oeste de esa línea las nuevas tierras descubiertas serían españolas, mientras que al este de la misma pertenecerían “al dicho señor rey de Portugal y a sus subcesores para siempre jamás”.


Los “ganadores” de este Tratado de Tordesillas serían los portugueses, pues cuando avancen los descubrimientos en América la parte más próxima de este continente a las islas Cabo Verde, el actual Brasil, entrará dentro de su zona. Algunos historiadores consideran que es muy posible que los portugueses conociesen ya la escasa distancia de las costas brasileñas a las islas Cabo Verde y de ahí su intento de "mover" la línea de las bulas Inter Caetera 200 leguas hacia el oeste. A su vez los reyes españoles cedieron para evitar una posible guerra con Portugal que podría sumarse la que estaba a punto de estallar con Francia. Este tratado permitía a los portugueses conservar íntegras sus aspiraciones de conquista sobre la India a la que llegará la expedición de Vasco de Gama sólo tres años después de la firma de Tordesillas.


Esta situación se mantuvo más o menos estable hasta que en 1522 la expedición de Magallanes tuvo éxito y demostró la rentabilidad de una ruta hacia las Indias por el oeste y circunnavegando América por el sur. Si la línea trazada en el Tratado de Tordesillas se prolongaba hacia el otro hemisferio, los españoles comenzaron a afirmar que las Islas Molucas, entre otros territorios, quedarían en la zona española. Por esta razón se acordó el Tratado de Zaragoza, por el cual el rey de España en 1529 vendía todos sus derechos a la conquista, posesión y comercio en aquella zona por 350.000 ducados de oro. Con este acuerdo las Islas Molucas (y las especias) quedan en manos portuguesas, mientras España se concentra en la creación de un imperio en América y "descuida" un poco sus intereses en Asia.