L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 

El islam y la cultura árabe

El mundo árabe

Antes de Mahoma, Arabia se componía de provincias independientes y de tribus enconadas por guerras continuas. Un siglo después de su aparición, el imperio de los árabes se extendía desde la India hasta España. En todas las ciudades donde flotaba el estandarte del Profeta, brillaba la civilización.

A principios del siglo VII d.C., mientras Europa se hundía en esa “noche de la historia” conocida como Edad Media, apareció en Arabia (Cercano Oriente) una nueva religión monoteísta (es decir, que cree en un solo dios), llamada islamismo o religión musulmana. Era la tercera que surgía en esta área del mundo, propicia a la especulación religiosa, que con anterioridad había visto primero el nacimiento del judaísmo y más tarde del cristianismo.

Entre los siglos VI y VII, en su afán de conversión el islamismo conquistó gran parte de África, de Asia y penetró hasta Europa, dominando desde España hasta la India. Fue la causa primera de las más grandes y prolongadas guerras de la Edad Media, las Cruzadas. Desde su creación, sus progresos han sido continuos; aún hoy, ninguna religión gana tantos prosélitos como él. Se estima en más de 1.300 millones los musulmanes que hay en el mundo, lo que la hace la segunda religión en importancia en la actualidad (algunas estadísticas la ponen en el primer lugar).

El entorno geográfico

Arabia (o Yazirat-al-Araba, que significa isla de los nómades), la tierra de los árabes, cuna del islam y primer foco del inmenso imperio formado por los sucesores del profeta Mahoma, su difusor, es una vasta península situada al suroeste de Asia. Tiene una extensión aproximada de 2.700.000 km2 y se extiende entre el mar Rojo, el océano Índico (mar Arábigo) y el golfo Pérsico. Hoy, la mayor parte de la península forma parte de Arabia Saudita.

Como conjunto, forma una amplia meseta desértica (el Neyeb) inclinada hacia el golfo Pérsico y atravesada por algunas alineaciones montañosas, que alcanzan las mayores alturas en su reborde occidental. La cumbre culminante de la península es el Yebel Manar, de 3.219 metros, en Yemen.

Los principales desiertos son el Nefud, el desierto Sirio y el Rub al Khali, este último arenoso y también el más extenso y desolado. Aparte de algunos oasis dispersos, las tierras más fértiles corresponden a la zona costera de la región de Asir, en el suroeste de la península. El clima, de tipo desértico, determina una vegetación esteparia, con arbustos espinosos (acacias y otras especies análogas). Un elemento característico de la vegetación es la palmera datilera. En las zonas irrigadas y con lluvias suficientes, los cultivos predominantes son el café, algodón, caña de azúcar, áloe, árboles del incienso y de la mirra (sustancia aromática) y cocoteros. La población, en su mayor parte nómadas, se dedica al pastoreo de ovejas, cabras y camellos; pero la gran riqueza de la península Arábiga reside en el petróleo.

El profeta Mahoma

El año 570 de la era cristiana (algunos precisan que el 27 de agosto) nació Mahoma en La Meca. Su padre, Abdallah, muerto dos meses antes de este hecho, fue hijo de uno de los pontífices del célebre templo de la Caaba, y su madre, Amina, era hija de un jefe de tribu.

Mahoma fue primero amamantado por su madre, y después, según costumbre, colocado en una tribu nómada del desierto, donde no permaneció más que hasta la edad de tres años. Apenas salía de la primera infancia cuando su madre murió, dejándolo al cuidado de su abuelo Abd-el-Mottatib, que lo crió en medio de comodidades. Pero este murió dos años después de Amina y, recogido por un tío suyo, un comerciante en permanente viaje, Mahoma debió cuidarse a sí mismo. Años después, debido a su matrimonio con una rica viuda llamada Jadidja, Mahoma tuvo suficiente estabilidad económica para dedicarse a meditar.

Gracias a las caravanas comerciales que emprendió por los negocios de su familia política, Mahoma entró en contacto con las principales ideas de las religiones monoteístas, es decir, del judaísmo y el cristianismo, pero en versiones alejadas de la ortodoxia. Según la tradición islámica, una noche en que Mahoma meditaba en el monte Hira, el arcángel Gabriel se le apareció y le comunicó la existencia de un solo Dios (Alá) y que él, Mahoma, sería su profeta, por lo que su misión era llevar la palabra de Dios a los infieles (no creyentes).

En el año 613, Mahoma comenzó a predicar en la ciudad de La Meca, el centro comercial más próspero de los árabes y sitio de la Caaba, el templo principal del culto politeísta que se practicaba entonces. Mahoma se oponía al politeísmo, y por esta razón despertó el enojo de muchos personajes importantes y de los comerciantes. Debido a los ataques, en 622 el profeta emigró con sus seguidores hacia la ciudad árabe de Medina. A este episodio de su vida, cuando Mahoma huye de La Meca y comienza su peregrinación, se le llama la hégira, y con él se señala el fin de la época preislámica y el inicio de la era del Islam, por lo que los musulmanes lo consideran el año cero de su calendario lunar.

Así que estuvo en Medina, Mahoma empezó a organizar el culto que había fundado; y el Corán, que entonces no era más que un bosquejo, fue completándose por medio de frecuentes revelaciones que el cielo enviaba al profeta en todas las circunstantes difíciles.

En el año 630 Mahoma volvió a La Meca y la conquistó. El profeta del Islam destruyó los ídolos de los dioses y quitó las pinturas que se encontraban en la Caaba, dejando solo la piedra negra que permanece hasta hoy. Tomada La Meca, el territorio sagrado fue delimitado y la Caaba fue establecida como centro del Islam. Este acontecimiento fue decisivo, pues dotó al mundo islámico de un símbolo de unidad a través de la diversidad. En vida, el profeta Mahoma consiguió dar a la península arábiga una unidad musulmana. Con ello culminó un proceso –gestado desde el siglo V– que se encaminaba a la formación de un Estado en Arabia. Pero cuando murió el profeta, sin dejar herederos varones o un sucesor, surgió una crisis política.

Razas y lenguas
El mundo islámico comprende diversas razas y lenguas. El árabe, la lengua de Mahoma, el persa y el turco son los tres principales idiomas hablados. Aunque todos ellos se escriben en alfabeto árabe (con la excepción del turco moderno) y, por lo tanto, parecen iguales a la vista, estos tres idiomas son diferentes. De la misma manera, turcos, persas y árabes son pueblos muy diferentes desde el punto de vista étnico.

En la actualidad, al Islam pertenecen cientos de millones de personas alrededor del todo el mundo: desde el norte de África hasta el sureste asiático. Así, reúne a gente de muchas razas, idiomas y niveles económicos y sociales.

Después de Mahoma

A partir del año 632, fecha de la muerte de Mahoma, sus sucesores, los califas, construyeron un gran imperio musulmán. El primer califato, llamado legítimo u ortodoxo (632-661) conquistó Siria, Palestina y Egipto (las zonas más ricas y pobladas del Imperio Bizantino) y los territorios dominados por Persia. En el 661, tras el asesinado de Alí, primo de Mahoma, nació el califato Omeya, cuya capital se asentó en la ciudad de Damasco.

La corte de los califas adoptó un refinamiento y una estructura administrativa inspirados en los modelos bizantinos y persas; el Imperio quedó organizado en una red de provincias gobernadas por los emires o walíes bajo la dirección suprema del califa (soberano político y religioso) y sus colaboradores, el Mexuar (consejo), el hachib (primer ministro), los visires (ministros) y los cadíes (jueces). El 750 los chiítas, secta musulmana formada por los partidarios de la dinastía de Alí, destronaron a los omeyas e impusieron un nuevo califato, el abasí, con capital en la ciudad de Bagdad. A partir de ese momento se inició un período caracterizado por la progresiva fragmentación del imperio árabe hasta la desaparición del califato en 1258 y el surgimiento de distintos reinos musulmanes, entre los que alcanzó papel sobresaliente el de los turcos otomanos.

Mahoma y las mujeres

Según el historiador árabe Abulfeda, Mahoma aseguraba que existe cierto número de hombres perfectos; pero que entre las mujeres no puede citarse más que a cuatro: Aseia, mujer de Faraón; María, madre de Jesús; Jadidja (o Khadija), mujer del profeta, y Fátima, su hija.

Mahoma no tuvo hijos sino de su esposa Jadidja, y de esos hijos, que fueron siete, tres varones murieron, no quedándole más que cuatro hijas, la más conocida de las cuales es Fátima, que se casó con su hijo adoptivo Alí. A su muerte, Mahoma dejó nueve viudas, las que no se casaron en virtud de la prohibición que de ello hiciera el Profeta.

Expansión del Islam

Jesús en un asno y Mahoma en camello cabalgando juntos (miniatura persa).

 

La Kaaba, en la Gran Mezquita de La Meca, principal lugar sagrado del Islam.


La religión de Mahoma dio un ideal común a pueblos que carecían de él, un ideal capaz de inspirar un ardor tan grande a los discípulos del profeta, que todos estaban dispuestos a morir por él.

La difusión del islamismo fue rápida y efectiva. Sus años de mayor expansión fueron del 632 al 1050. Los ejércitos árabes –cohesionados por el fervor religioso, así como por incentivos políticos y económicos– tomaron el poder de los regímenes residentes en Siria e Irak (638), Irán (641) y Egipto (642); marcharon hacia el este, en dirección a Asia central, y hacia el oeste a través del norte de África, y para el año 732, el mundo islámico se extendía desde España a las fronteras de India y China. Más tarde lograron otros avances territoriales en África, Asia central, India y en especial Turquía, con la caída, en 1453, de lo poco que quedaba del Imperio Bizantino. En el sureste asiático, a principios del siglo XVI, hubo otra expansión del islamismo.

El islamismo vinculó, por primera vez en la historia, a pueblos tan variados y distantes como los españoles, africanos, persas, turcos, egipcios e hindúes. En el desempeño de esta función unificadora, el Islam transmitió su cultura, que demostró ser crucial para el desarrollo de la civilización occidental. El genio del Islam radicó en su capacidad para asimilar elementos de las varias culturas que dominó, sintetizarlos y luego ensanchar esa amalgama.

La fe musulmana

Los musulmanes se unen en la devoción a un solo Dios omnipotente conocido como Alá. En el islamismo hay vida después de la muerte, un paraíso para aquellos que han seguido el camino y un infierno para aquellos que se han desviado de él. En el Día del Juicio, al final de los tiempos, las acciones del hombre serán juzgadas.

Mahoma mismo no es visto como una deidad y, por lo tanto, no es objeto de culto. Más bien Mahoma es considerado el último y más grande de una serie de profetas, tales como Abraham, Moisés y Jesús.

La práctica de fe requiere de la realización de una serie de actos conocidos como los pilares del Islam:

La profesión de fe o Testimonio. La expresión de la frase: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es el Profeta de Alá” es suficiente, según los teólogos musulmanes, para que un individuo sea considerado musulmán.

Oración colectiva, plegaria del viernes en la gran mezquita de Balkh (Afganistán).

Oración. La oración ritual es requerida cinco veces al día: al alba, a mediodía, en la tarde, a la puesta del sol y en la noche. El orador debe estar limpio (por eso siempre hay fuentes en las mezquitas) y debe orar en un lugar limpio. Los musulmanes oran con la mirada hacia La Meca, lugar donde se encuentra la Caaba. Los momentos de oración son anunciados por el llamado del almuédano, desde la alta torre o minarete, adjunta a casi todas las mezquitas. La oración puede realizarse en privado o en congregación, excepto las oraciones de mediodía del viernes o en el Sabat musulmán, en que es obligatorio rezarlas en las mezquitas. La oración ritual consiste en una serie de movimientos y expresiones de profesión de fe, fórmulas de rezos y pasajes del Corán.

El pago del diezmo, o zakat, una contribución financiera al Estado o a la comunidad. Este pago es diferente de la dádiva de limosnas a los pobres.

El ayuno. Durante el mes de Ramadán, el noveno mes del calendario musulmán, los fieles deben abstenerse de comer, beber y mantener relaciones sexuales del alba al atardecer.

Hacer la peregrinación o hayy. Por lo menos una vez en la vida todo musulmán debe realizar una visita ritual a las dos ciudades sagradas de Arabia: La Meca y Medina, durante un periodo específico del año, para representar la emigración de Mahoma y sus seguidores. Aquellos que estén incapacitados para realizar el viaje pueden designar a otros para que lo realicen en su lugar.

El Corán

La palabra divina fue revelada al profeta Mahoma, quien transmitió o recitó estas enseñanzas a sus seguidores. Al poco tiempo de la muerte de Mahoma, en 632, las revelaciones fueron compiladas en un texto formal conocido como el Corán, que significa recitación. El árabe fue y continúa siendo hoy el idioma del Corán para todos los fieles, aunque se han hecho traducciones a la mayoría de los idiomas. Así es que los musulmanes son también, como los judíos y los cristianos, pueblos del libro.

El islamismo es más que una religión. El Corán está al centro de la vida espiritual de todo musulmán, y hay muchos que lo han memorizado por entero. También sirve como guía para la vida cotidiana, para el comportamiento privado y social. La ley islámica, o sharia, está basada en las enseñanzas del Corán así como en las del hadid (proverbios), una colección de tradiciones acerca de las palabras y actos del profeta. Los jueces islámicos se refieren al Corán y al hadid como base de sus juicios legales.

Religión sin sacerdotes
Musulmán orando.

En el islamismo no hay una forma organizada de sacerdocio. Es decir, no existe un grupo de clérigos con autoridad eclesiástica que pueda establecer un único y universalmente aceptado canon o dogma. Lo más cercano al sacerdocio son los teólogos y juristas –conocidos como ulemas– que dedican sus vidas al estudio, la interpretación y la enseñanza de la ley islámica. La oración del viernes en la mezquita es dirigida por un imán, pero cualquier musulmán conocedor de las oraciones puede actuar como tal.

 

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