El Lápiz
Uno de los útiles más usados para escritura 
borrable, es el lápiz. 
En 1564 se descubrió el grafito, en Cumberland, 
(Inglaterra, cercana a la frontera con Escocia).  Esto permitió la invención de 
los lápices de grafito, que se introdujeron en Francia, en la corte de Luis 
XIII.
A partir de la mitad del Siglo XVII, las minas 
inglesas de grafito eran explotadas por la corona, y servían también para la 
fundición de cañones y su producción estaba muy reglamentada, por lo que se 
penaba con pena de muerte al obrero que llegara a extraer un fragmento de dicho 
material.
En 1792 se cortaron las relaciones entre Francia 
e Inglaterra. Esto hizo que el ingeniero francés Jacques-Nicolás Conté, ideara 
unos lápìces de grafito y arcilla, rodeados de madera de cedro. Pronto se 
impusieron en todo el mundo. Aunque otras documentaciones indican que el 
verdadero inventor fue el hijo de un carpintero, el austríaco 
Josef Hardtmuth, del cual se 
habla en detalle en la nota periodística incluida al pie de la página.
La dureza de los lápices depende de la 
proporción entre grafito (una variedad del carbono) y arcilla: cuanto más 
grafito se utilice, más blando u oscuro es el trazo del lápiz. Se mezclaba polvo 
de grafito con arcilla, cortando en pequeñas barras que luego se cocían. 
En 1812 el estadounidense William Monroe 
perfeccionó este proceso.
John Eberhard (nacido en 1822) construyó la 
primera fábrica de lápices en gran escala, en Estados Unidos de América.
En las últimas décadas del Siglo XX, Brasil era 
uno de los principales productores de lápices, con 4.500 millones de unidades 
por año.
Descontento con la baja calidad de los utensilios de los que entonces se 
disponía para escribir, tuvo la ocurrencia de mezclar la arcilla con polvo de 
grafito, formar unas minas y cocerlas, para sumergirlas después en un baño de 
cera para que el grafito dejara rastro en el papel. 
Añadiendo las cantidades adecuadas de arcilla a la mezcla, pudo determinar el 
grado de dureza del lápiz, y en 1792 fundó su propia empresa en Viena, cuya 
producción sigue existiendo hoy en día. 
Anteriormente, en la Edad Media, se solía escribir con una varilla hecha de 
plomo y plata, con la que más bien se grababa en vez de escribir, y en el siglo 
XV se produjo en Italia la primera mina de plomo y estaño. 
En 1658 se descubrieron en Inglaterra unos yacimientos de grafito, que 
supusieron una revolución para los dibujantes, aunque esos lápices resultaban 
muy caros.