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¿Por qué son importantes nuestros huesos?

  • Te has puesto a pensar cómo serías tú si no tuvieras huesos? Parecerías una masa homogénea, que se desplomaría sin forma alguna y se acomodaría en suelo de acuerdo al relieve que este tuviera.
    Quienes permiten que lo anterior no suceda son los huesos, que forman el andamiaje de tu cuerpo. Son ellos los que te permiten ponerte de pie, caminar, correr, doblarte y realizar una gran cantidad de actividades. ¿Sabes cuántos son?, ¿cómo funcionan?, ¿para qué sirve cada uno de ellos? Es lo que te contaremos en este capítulo dedicado exclusivamente al sistema óseo, su estructura y sus enfermedades.

El cuerpo humano está compuesto por 208 huesos articulados, que lo sostienen y conservan su forma, protegiendo cada uno de los órganos que tienes en tu interior.Los más pequeños tienen un centímetro, y los más grandes alcanzan, en algunos casos, los 30. El conjunto de todos ellos se llama esqueleto. El esqueleto consta de varias partes, todas unidas entre sí. Esta unión de dos o más huesos es lo que conocemos como articulaciones. Las articulaciones pueden ser blandas o duras; muy movibles (en el caso de los hombros), o estáticas y rígidas (en el caso del cráneo de un adulto).

Formación del hueso
cartilagosEl proceso de formación de un hueso parte cuando naces y culmina, aproximadamente, cuando cumples 20 años. El cartílago, que viene a ser una especie de amortiguador para la articulación, puede tener un espesor que varía entre uno y siete milímetros y está situado en la superficie de las distintas articulaciones. Durante la fase embrionaria del desarrollo humano, este cartílago actúa como sostén, pero al crecer será reemplazado casi totalmente por hueso, salvo en algunos puntos o lugares especiales, como las articulaciones, la estructura profunda de la oreja y la punta de la nariz. Si te tocas esta última, notarás que no existe un hueso que la sostenga. Durante el crecimiento, se lleva a cabo la osificación, proceso por el cual el cartílago se endurece progresivamente, para formar finalmente cada uno de tus huesos como resultado de la acumulación de sales minerales, sobre todo de calcio. Ahora entenderás por qué debes tomar mucha leche durante la etapa de crecimiento, ya que el calcio que se encuentra en gran cantidad en los lácteos se fija en los huesos hasta los 20 ó 21 años, cuando dejas de crecer.

Las articulaciones

Las articulaciones son zonas de unión entre los huesos o entre los cartílagos del esqueleto. Cumplen una función muy importante, al permitirte doblar las distintas extremidades de tu cuerpo. Si no existieran, serías una estructura totalmente rígida y no podrías realizar movimientos.

El cuerpo humano tiene diversos tipos de articulaciones móviles. La cadera y el hombro son articulaciones del tipo esfera-cavidad, que permiten movimientos libres en todas las direcciones. Los codos, las rodillas y los dedos tienen articulaciones en bisagra, de modo que solo es posible la movilidad en un plano. Las articulaciones en pivote, que permiten solo la rotación, son características de las dos primeras vértebras; es, además, la articulación que hace posible que gires la cabeza de un lado a otro. Y, por último, las articulaciones deslizantes, donde las superficies óseas se mueven separadas por distancias muy cortas. Se observan entre diferentes huesos de la muñeca y del tobillo.

Clasificación de las articulaciones
esqueletoSinartrosis: son articulaciones rígidas y sin movimiento, como, por ejemplo, las que unen los huesos del cráneo. Se mantienen unidas por el crecimiento del hueso, o por un cartílago fibroso resistente.
Sínfisis: estas presentan cierta movilidad, aunque muy escasa y se mantienen unidas por un cartílago elástico.
Diartrosis: son las articulaciones móviles, como las que unen huesos de las extremidades con el tronco, los hombros o las caderas. Tienen una capa externa de cartílago fibroso y están rodeadas por ligamentos resistentes que se sujetan a los huesos. Los extremos óseos de las articulaciones móviles están cubiertos con cartílago liso y lubricados por un fluido espeso denominado líquido sinovial.

La columna vertebral

La estructura fundamental de tu cuerpo es la columna vertebral, ya que se encarga de sostener tu cabeza y cuerpo erguidos, y gracias a la cual puedes doblarte y girarte. Está formada por 33 huesos en forma de anillos, llamados vértebras, unidas por una serie de articulaciones móviles. Entre ellas hay discos de cartílago duro que se comprimen para absorber los choques - que a su vez - se encuentran sometidos a grandes fuerzas durante movimientos determinados.

La columna está configurada por tres tipos de vértebras: cervicales, en el cuello; torácicas, en la parte superior de la espalda; y lumbares, en la parte inferior. Las primeras se encargan de sostener la cabeza y el cuello; las torácicas se preocupan de anclar las costillas; y las lumbares tienen como función soportar el peso y estabilizar el movimiento.

Un componente vital de nuestro cuerpo es la médula espinal. De tejido nervioso, se encarga de emitir mensajes entre el cerebro y las diferentes partes del cuerpo, siendo protegido por las 33 vértebras de la columna dorsal.

¿Cuándo está sana tu columna?
huesosTu columna estará sana si tiene tres curvas suaves que ayudan a hacerla resistente y aseguran un centro de gravedad equilibrado; las secciones cervical y lumbar se curvan ligeramente hacia adelante, mientras que la sección torácica se curva hacia atrás. Las curvas exageradas o anormales pueden deberse a un defecto congénito, una mala postura, músculos abdominales débiles o enfermedades debilitadoras de los huesos.

Los huesos del cráneo

La cabeza ósea está formada básicamente por dos zonas: el cráneo y los huesos de la cara. El cráneo cumple una función muy importante, ya que se preocupa de contener todo el sistema nervioso central, con excepción de la médula. Los huesos de la cara, por su parte, dan soporte a la nariz y a toda la cavidad nasal, a los ojos y al aparato masticador.

El cráneo óseo es prácticamente un rompecabezas. Está compuesto por el hueso frontal, que sirve de base del cráneo y se ubica entre los dos parietales y parte de los temporales. Por detrás, está el hueso occipital, que es la única unión entre la cabeza y la columna vertebral.

Por su parte, la cara ósea, en su parte superior, está formada por la cara externa y anterior del hueso frontal y, en su parte inferior, por los huesos nasales, los unguis y los dos huesos malares (sobre la encía superior). Luego están los dos maxilares, superior e inferior, que permiten los movimientos de masticación, pero solo se mueve el inferior. Y, finalmente, están las cavidades orbitales (de los ojos) y la cavidad nasal.

Caja torácica

Por lo general, cuando respiras e inhalas aire profundamente, ves que sobre el estómago se marcan varios huesos arqueados: esas son tus costillas, huesos largos y curvos formados por una porción ósea posterior y una cartilaginosa (cartílago costal) anterior. Si realizas este ejercicio nuevamente, podrás sentir cada una de ellas y te darás cuenta de que son 12, articuladas en su parte posterior con dos cuerpos vertebrales, aunque solo las siete primeras se unen directamente al esternón por medio de los cartílagos costales; la 8, 9 y 10 se unen entre sí antes de hacerlo al esternón, y la 11 y 12 quedan libres en los músculos abdominales. Estos huesos arqueados también pueden sufrir fracturas, que se producen por traumatismo directo, pero se sueldan espontáneamente en seis semanas, lo que significa que no se debe utilizar ningún tipo de vendaje, solo analgésicos. Su riesgo principal deriva de la falta de movilidad torácica por el dolor, lo cual retiene secreciones y puede facilitar infecciones, como la neumonía. Las fracturas costales múltiples pueden producir sangrado a la cavidad torácica (hemotórax), entrada de aire por lesión pulmonar (neumotórax) o desequilibrio de movimientos respiratorios (tórax volante).

La espada que cruza el tórax
esternonEl esternón es un hueso situado en la parte anterior delantera del tórax. Plano, con forma de espada corta, está situado en el reborde anterior o línea media de la caja torácica, y está formado en realidad por tres huesos unidos por placas de fibrocartílago. Solo cuando se llega a una edad avanzada se calcifican estas placas, formando un hueso único. La porción superior, manubrio esternal -que sería el mango de la espada- se articula con las clavículas y en sus bordes laterales con las costillas primera y segunda. Por su parte, la porción media o cuerpo esternal -”hoja” de la espada- se articula en sus bordes laterales con las costillas tercera a séptima. Y la porción inferior o apéndice xifoides -”punta” de la espada- continúa la dirección del cuerpo hacia adelante y atrás.
El interior del esternón está relleno de abundante médula ósea roja, por lo que es la localización preferida para realizar punciones para el diagnóstico de muchas enfermedades sanguíneas (punción de médula ósea).

Extremidades inferiores

Dejando atrás las manos y bajando por la columna vertebral, te encontrarás con la pelvis, que es una estructura ósea sostenida por las extremidades inferiores. Por la parte de atrás, la forman el cóccix y el sacro, y por delante, los huesos coxales. Hacia los lados se encuentran tus caderas, que se articulan con ella a través de los coxales, y a través de la cabeza del fémur -el hueso más largo de nuestro cuerpo, que forma el muslo- con las extremidades.

Las partes de las extremidades inferiores de tu cuerpo son el fémur, la rótula, la tibia, el peroné y los huesos del pie, formadas cada una por huesos y articulaciones que se unen entre sí.

La rodilla es la articulación del muslo con la pierna, formada por tres huesos. El extremo inferior del fémur (el hueso del muslo) forma los cóndilos femorales, que son dos eminencias voluminosas del extremo inferior del fémur, que se articulan con el extremo superior de la tibia formando la rodilla. El extremo superior de la tibia, las mesetas tibiales externa e interna, tienen forma de bandejas planas unidas por el centro, sobre las que se apoyan, giran, se deslizan y rotan los cóndilos femorales, extendiendo (cuando estás de pie) o flexionando (cuando estás en cuclillas) la rodilla. Por su parte, la rótula es un hueso con forma de disco que se apoya sobre la cara anterior de los cóndilos femorales, deslizándose hacia arriba y abajo al extender y flexionar la rodilla.

La pierna está formada por la tibia, un hueso muy importante ya que soporta los mayores esfuerzos que realizan tus piernas, y el peroné, que tiene la función de articular la pierna con el pie, de manera que puedas caminar y correr libremente. El pie, por su parte, lo forman los huesos del tarso, con los metatarsianos y las tres hileras de falanges del pie. Los huesos que componen las extremidades inferiores soportan todo el peso de tu cuerpo.

El hueso según su forma
huesosSi bien la osteología -estudio de los componentes del sistema óseo- divide la estructura ósea en huesos del cráneo, de la columna vertebral y de las extremidades, al hablar de formas estos se dividen en largos, cortos y planos. Los huesos largos están ubicados en las extremidades, y en ellos se distingue un cuerpo o diáfisis y dos extremos o epífisis, que generalmente son articulares. En etapas de crecimiento, las epífisis son cartilaginosas (no calcificadas). La diáfisis está compuesta de una parte central y una periférica, compacta o dura. Esta parte central contiene la médula roja, que se encarga de la hematopoyesis, es decir, producción de las células fundamentales de la sangre, como son los eritrocitos o glóbulos rojos, los leucocitos o glóbulos blancos y las plaquetas, que derivan de los megacariocitos. En el adulto, la hematopoyesis se circunscribe a ciertos huesos, como el esternón, fémur y crestas ilíacas. Se estima que en el esqueleto se forman más de 200 mil millones de estos glóbulos por minuto.

Los huesos cortos tienen dimensiones iguales en todo sentido; se encuentran en los pies, las manos y la columna vertebral y poseen una forma más o menos cúbica.

Los huesos planos, por su parte, se componen de dos láminas de tejido compacto, separadas por unos pequeños espacios de tejido esponjoso llamado díploe. Ejemplo de estos son los huesos de la bóveda craneana y la pelvis, entre otros.

Extremidades superiores

Son la porción terminal de los brazos o extremidades superiores de tu cuerpo. A veces, en otros mamíferos y formas inferiores de animales, este tipo de apéndices también se llaman manos, para distinguirlos de los pies o miembros inferiores; pero las manos verdaderas solo aparecen en los primates.

Si las observas, podrás ver que constan -cada una- de una palma ancha unida al antebrazo mediante una articulación denominada muñeca. La principal diferencia entre las manos de los seres humanos y las de los otros primates consiste en que sus pulgares no pueden colocarse enfrente de los otros dedos, como sí podemos hacerlo nosotros.

Aunque no lo creas, los huesos de tu mano son 27: ocho en el carpo o muñeca, colocados en dos filas de cuatro huesos; cinco en el metacarpo o palma, uno para cada dedo, y los catorce huesos digitales o falanges, dos en el pulgar y tres en cada uno del resto de los dedos. Los movimientos de la mano se llevan a cabo mediante la participación de dos grupos de músculos y tendones: los flexores, para flexionar los cinco dedos, y los extensores, para extenderlos. Los músculos flexores están localizados en la cara inferior del antebrazo, y están unidos a las falanges de los dedos por los tendones. Los extensores se encuentran en la parte posterior del antebrazo y se unen de forma similar.

La articulación de nuestras manos es mucho más compleja y delicada que la de los órganos comparables de cualquier otro animal. Y precisamente a esta articulación se debe el que solo nosotros, es decir, los seres humanos, seamos capaces de utilizar y manipular una gran variedad de herramientas y utensilios.

¿De qué se enferman nuestros huesos?

Las enfermedades que pueden sufrir los huesos son muy variadas. Tal vez no conozcas muchas de ellas, pero las que te presentamos a continuación son las más comunes.

Reumatismo: problemas que surgen con el tiempo

Aunque en medicina ya no se usa este término, se aplica a diversos trastornos caracterizados por la rigidez, dolor e hipersensibilidad de las articulaciones y de los músculos. Entre las enfermedades, que aunque de forma habitual pero imprecisa se llaman reumatismo, se encuentran la fiebre reumática, la osteoartritis, la miositis, la bursitis, y la artritis reumatoide.

Artritis reumatoide: un ataque a sí mismo

Esta enfermedad es un trastorno autoinmune, en el que el sistema inmunológico (encargado de las defensas en el organismo) empieza a atacar los tejidos del cuerpo. Las articulaciones se inflaman, se ponen rígidas, se hinchan y se deforman. Los síntomas generales son: fiebre, debilidad y palidez. Pero ya en su estado crónico puede afectar los tejidos de los ojos, piel, corazón, nervios y pulmones. Muchas de las articulaciones pequeñas se ven afectadas simétricamente. Las manos y los pies, por ejemplo, se dañan en el mismo grado en ambos lados. Por lo general la rigidez es peor por la mañana, aunque mejora durante el día. Cuando la artritis es grave, los espacios articulares desaparecen y cambia el ángulo de las extremidades como consecuencia de la laxitud (ausencia de tensión) de los ligamentos. Las extremidades se vuelven ásperas y alrededor de ellas se forman nódulos; la piel se ve delgada y frágil, lo que finalmente restringe el movimiento.

Gota: amiga de la mala alimentación

Esta compleja enfermedad, de origen incierto, es causada por una alteración del metabolismo del ácido úrico producido en el organismo por la ruptura de proteínas, y como resultado de una elevación de los niveles de este metabolito en la sangre. Cerca del 95 por ciento de los que padecen este mal son hombres, aunque es raro en jóvenes de edad inferior a los 30 años. Cuando se producen ataques agudos, el dolor es muy intenso y se localiza con frecuencia en el dedo gordo del pie, aunque a veces puede situarse en el tobillo, la rodilla, la cadera, el hombro, la muñeca, o el codo. El ataque suele comenzar en forma brusca; la articulación se hincha, enrojece, e inflama, y se torna muy sensible. Sin tratamiento, los ataques duran entre unos días a varias semanas.
El tratamiento requiere el reposo completo del lugar afectado y una dieta simple baja en proteínas, además de una ingesta elevada de agua, con el fin de reducir el contenido de ácido úrico del organismo. La fase aguda se trata con fármacos antiinflamatorios. La gota crónica se acostumbra tratar con agentes que favorecen la eliminación de ácido úrico y agentes que inhiben su producción.

Heridas de ligamentos: no tanta fuerza
Los ligamentos que unen los extremos de tus huesos son muy fuertes. Pero si se tira demasiado los huesos de una articulación, separándolos, generalmente por un movimiento brusco e inesperado o demasiado forzado, el resultado es la hinchazón, el dolor muscular, y si la herida es grave, podría provocar inestabilidad e incluso dislocación en la articulación.

Esto sucede cuando te tuerces el tobillo, algo bastante rutinario. El tobillo se desgarra por una caída o tropiezo que hace recaer todo el peso de tu cuerpo sobre el borde exterior del pie.

La importancia del calcio en tus huesos

Cuida tus huesos
Uno de los alimentos que contienen mayor cantidad de calcio es la leche y sus derivados. Preocúpate de tomarla todos los días para que crezcas con huesos más fuertes.

La gran pregunta es cómo hacer para que nuestros huesos crezcan sanos y fuertes. Para empezar, lo principal es consumir cierta cantidad de calcio, de acuerdo a tu edad y tamaño.

La forma más fácil de hacerlo es tomando leche, ya que una taza aporta 300 miligramos de calcio. Pero si eres de los que no les gusta la leche o de los que sufren intolerancia a la lactosa, aún hay otros alimentos que te pueden proveer el calcio que necesitas. Por ejemplo, el yogur, el helado y los quesos duros son alternativas por lo general bien toleradas. Pero si esto aún no es de tu agrado, tienes otras opciones como:

• Salmón rosado: 85 gr-167 mg
• Sardinas: 85 gr-372 mg
• Espinaca (cocida): taza-84 mg
• Acelga (cocida): taza-178 mg
• Almendras: 161 gr-300 mg o 2 cdas-50 mg
• Brócoli: 2 y tazas-300 mg
• Garbanzos: 1 taza-78 mg
• Porotos blancos: 1 taza-entre 121 y 128 mg
• Porotos negros: 1 taza-103 mg
• Leche de soya fortificada: 1 taza-entre 250 y 300 mg
• Jugo de naranja fortificado con calcio: 1 vaso-300 mg
• Coliflor: 4 tazas-300 mg

Hay cuatro posibles etapas en el uso del calcio:
• Desde el nacimiento a los 20 años, forma huesos y dientes fuertes.
• En los adultos, mantiene la renovación constante de los huesos.
• Cuando una mujer está embarazada o amamantando, necesita calcio tanto para ella como para el bebé. Si come poco, este lo obtendrá de los huesos de la madre.
• Desde la edad madura en adelante, aún se necesita para renovar la estructura ósea, pero, lamentablemente, el organismo no tiene la misma capacidad para absorberlo (en especial en la mujer).
Los factores que dificultan la absorción del calcio son el tabaco, alcohol, inactividad, laxantes, café, falta de proteína, algunos tipos de medicación y los cambios hormonales en las mujeres de edad madura.
El niño que está en el vientre materno recibe todo lo que la madre ingiere, por lo que es importante el consumo de calcio durante el embarazo, para lograr huesos tan fuertes como estos.

 

 

 

 

 

 
 

Traumatismos en las partes duras del cuerpo

dislocacion
Dislocación
Esto sucede cuando el hueso se desplaza de su lugar original. Lo que hay que hacer es volver a colocar el hueso en su sitio e inmovilizar.

Si bien tus huesos son fuertes y duros, también pueden sufrir complicaciones que, tarde o temprano, te harán pensar que debes cuidarlos mucho. Pueden producirse traumatismos que afectan no solamente a tus huesos, sino a ligamentos y tendones. Se producen por un contacto violento entre una persona y el medio. Este tipo de lesiones se da muy frecuentemente dentro del hogar, en el colegio, en la calle y lugares de trabajo, ya que la causa forma parte de nuestra rutina diaria.

Se pueden distinguir algunos como:

Fracturas: un quiebre en el camino

Puede afectar a uno o más huesos, dependiendo de la magnitud de la fractura. Se producen por lo general por caídas o golpes, que con frecuencia afectan alguna parte de las extremidades superiores. También se pueden observar fracturas de las extremidades inferiores, en los huesos de las piernas, como la tibia y peroné, por ejemplo. Cuando se produce cualquier fractura, por lo general no se pueden realizar movimientos y se produce una inflamación.

¿Qué hacer con una persona fracturada?

• Es importante no mover al afectado sin antes inmovilizar (entablillar) la zona afectada.
• Se debe dar un tratamiento adecuado a la fractura, ya que una mala maniobra puede producir daños a los nervios y vasos sanguíneos de la zona afectada.
• Si la manipulación no es la adecuada, la fractura cerrada puede convertirse en expuesta (cuando el hueso se sale por la herida).
• Si hay que retirar ropa, esta se debe cortar, para no producir movimientos bruscos, que causarían un dolor innecesario.

¡Cuidado con los golpes!
Una caída como ésta podría provocarte desde una fractura complicada hasta una simple torcedura de tobillo. Esto puedes evitarlo usando las protecciones necesarias que requieren tus huesos y articulaciones.

Esguinces: cuando el hueso no quiere morir

En este caso, el hueso podría salirse, pero tiene la posibilidad de volver a entrar a su articulación. Esto provoca un violento estiramiento de los músculos, tendones, ligamentos y vasos sanguíneos que rodean la articulación, produciéndose a veces la ruptura de alguno de ellos.

Los síntomas de los esguinces son: dolor, hinchazón y moretón en la zona afectada. Para tratar este tipo de lesiones, te recomendamos utilizar almohadas, para elevar la articulación, colocando bolsas de hielo o compresas frías sobre la lesión por unos 30 minutos, para lograr reducir el dolor; inmovilizar la zona afectada y concurrir a un centro médico. Los esguinces más comunes son los de muñeca y tobillo.

Luxación o dislocación

Es la salida de un hueso de su articulación. Se conoce vulgarmente como zafadura que, generalmente, se produce por caídas o golpes. Se daña la articulación, ligamentos y tejidos blandos. Si sufres una luxación sentirás ciertos síntomas, como dolor, deformación, hinchazón, imposibilidad de mover la zona afectada y aparición de un moretón después de horas de producido el accidente. El tratamiento de este tipo de traumatismo incluye inmovilizar la zona afectada, reposo, aplicar compresas frías, y concurrir al médico para un tratamiento definitivo. Si sufres alguna luxación, no debes tratar de reducirla si no tienes los conocimientos y práctica en este tipo de traumatismos, porque al intentar hacerlo puedes provocar un daño.

¿Cuanto sabes? Tomar examen sobre:

Huesos de la cabeza   Huesos del tronco  Huesos de las extremidades

 

Fundación Educativa Héctor A. García