L a G r a n E n c i c l o p e d i
a I l u s t r a d a d e l P r o
y e c t o S a l ó n H o g a r |
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Ortografía
La coma que separa el
vocativo

El desconocimiento del
vocativo es tal que parece amenazada la existencia misma de
la coma que lo indica.
Es el receptor (o receptores)
del mensaje de una oración; como no forma parte de esta, se
lo incluye, pero siempre entre comas.
El vocativo sólo se emplea en la segunda
persona. Recuerde usted que en la primera persona figuran yo
y nosotros. La usamos a título personal, en singular (yo) o
plural (nosotros, nosotras). Conjugamos nuestros verbos en
tercera persona (el, ella, ellos, ellas) cuando la acción es
ejercida por cualquier persona, animal o entidad abstracta
que no seamos nosotros o las personas con las cuales estamos
hablando. Esta última instancia se reserva para la segunda
persona (tú, vos, usted, vosotros, ustedes). Si usted se
fija, la segunda persona sólo se emplea cuando nos dirigimos
a alguien:
“¿Qué quieres [tú] de
cenar?”.
“¿Qué querés [vos] de
cenar?”.
“¿Qué quiere [usted]
de cenar?”.
“¿Qué quieren
[ustedes] de cenar?”.
¿Dónde está el
vocativo, pues? ¡Paciencia! Todavía no está, por lo menos no
está en los ejemplos citados. Sólo existe vocativo cuando en
lugar del pronombre incluimos el nombre propio, apodo,
título o algún equivalente. Y la regla que aplicamos es
harto sencilla: el vocativo (el nombre, apodo, título,
etcétera) debe separarse del resto de la oración con una o
dos comas, según su posición. Entonces, si incluimos el
nombre del invitado a cenar, debemos separarlo del resto de
la oración:
¿Rosa María, qué quieres de cenar?
¿Qué quieres de cenar, Rosa Maria?
¿Qué quieres, Rosa María, de cenar?
Hay que fijarse en que
el tercer ejemplo merece dos comas porque el nombre propio
está en medio de la oración.
Como decíamos antes,
en lugar del nombre puede ir un título, un apodo o algún
equivalente. Aquí hay ejemplos con títulos y apodos:
Aquí está su portafolios, licenciado.
Mire, doctor, aún no ha llegado la
vacuna.
¡Habla bien, Tartamudo!
Tuerquitas, pásame el desarmador.
Y luego están los
famosos equivalentes:
¿Me estás oyendo, inútil?
¡Óyeme, baboso, no me toques ahí!
Hermano mío, dame tu voto este 4 de
noviembre…
¡Cangrejeros, al grito de guerra!
¿A qué le tiras cuando sueñas, boricua?
Después de esta explicación ¿se ha dado cuenta usted,
estimado lector, de cómo debió puntuarse el encabezado que
vimos al principio de esta entrada? Creo que sí: “¿Ahora,
qué eres, papá?”. Menos mal que le está hablando a su papá
en lugar de andar cuestionando su paternidad… ¡El vocativo
sí es importante!
Es el receptor (o receptores)
del mensaje de una oración; como no forma parte de esta, se
lo incluye, pero siempre entre comas.