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L  a  G r a n  E n c ic l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

La habilidad de leer

El reporte de lectura    Textos para practicar tu español   

 

Cuando uno no comprende lo que lee, naturalmente se desmotiva, y disminuye o en ocasiones pierde el gusto por la lectura. Por esto, queremos ayudarte a avanzar por el camino de la lectura comprensiva, para que puedas leer siempre con agrado.

Utilicemos bien nuestro lenguaje

El lenguaje es uno de los más grandes inventos del ser humano. Poseer un sistema de signos estructurado, que nos permita transmitir a otro lo que deseamos, y entender lo que este desea transmitirnos, es sencillamente fantástico.

Muchas veces no nos damos cabal cuenta de la importancia que posee esta herramienta que las personas tenemos a nuestra disposición, y hacemos un mal uso de ella, o bien, no le sacamos el provecho que deberíamos. Si todos pusiésemos de nuestra parte, siempre nos entenderíamos, ya que para eso tenemos un lenguaje completísimo.

Cuando decimos que todos debemos poner de nuestra parte, nos referimos a cosas concretas, como son, primero que todo, tener la real voluntad de participar en el proceso de comunicación.

 

La habilidad de lectura, mientras mas temprano mejor

Las habilidades

Como hemos dicho, como seres humanos que somos los puertorriqueños, poseemos un lenguaje, un idioma. Para hacer uso de él, tenemos dos posibilidades: utilizar nuestra voz o utilizar signos escritos. La habilidad se obtiene de la práctica continua y si logramos ser motivados por nuestros padres a temprana edad, esraemos mejor preparados para los retos del mañana.

Así, estaremos expresándonos mas correctamente en el  lenguaje oral o en lenguaje escrito, respectivamente. Por otra parte, para participar en el proceso de comunicación, cada persona asume -en forma alternada- los roles de emisor (que transmite el mensaje), o receptor (que recibe el mensaje).

Observa lo que ocurre si cruzamos estos dos planos.

Como ves, en este cuadro se cruzan el plano de la realización oral y escrita del lenguaje, y el plano de ser emisores o receptores de estos mensajes. El resultado son estas cuatro acciones, las únicas que podemos realizar con el lenguaje; no hay otras.

Podemos hablar un idioma, podemos escuchar a otro que lo habla, podemos leer textos escritos en ese idioma, o bien, escribir nosotros mismos esos textos.

Estas acciones implican el desarrollo de distintas habilidades, las que se definen como: expresión cuando somos emisores -que se divide en la expresión oral y la expresión escrita-, y como comprensión cuando somos receptores -que se divide en la comprensión lectora y la comprensión oral, o de la oralidad.

O sea, cuando tú eres emisor y utilizas lenguaje escrito, empleas tu habilidad para escribir, vale decir, tu expresión escrita. Si eres receptor de un mensaje oral, la habilidad que debes poner en práctica es la de escuchar y comprender lo que oyes.

Evidentemente, a algunas personas les resulta más fácil escribir que hablar, y otros prefieren escuchar una historia que leerla... Sin embargo, para ser parte de un buen proceso de comunicación, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de acrecentar aquellas habilidades que le son más difíciles. De este modo, podremos lograr ser un buen emisor de mensajes -ya sean escritos u orales- y a la vez, ser un buen receptor de mensajes, y decodificar y comprender con la misma eficacia un mensaje oral o uno escrito.

La comprensión lectora

La lectura es un acto individual. Cuando leemos nos enfrentamos a un texto que está escrito, solos. Aunque nos encontremos en la sala de clases, por ejemplo, leyendo con el curso un mismo cuento, cada uno de nosotros realiza el acto de leer en forma personal.

Es por eso que algunos nos demoramos más que otros en leer un texto de igual tamaño, y es por eso también que al leer un texto, no todos entienden en el mismo grado lo que allí está escrito.

Cuando hablamos de comprensión lectora nos referimos a la capacidad que posee cada uno de entender textos escritos de distinta naturaleza, asimilando el mensaje que el texto contiene, y recreándolo, es decir, haciéndolo parte nuestra, siendo capaz luego de explicar e interpretar, cada uno a su manera, lo que leyó.

Es decir, estamos hablando de la comprensión en el sentido profundo: no basta con entender la letra de un texto manuscrito, o con entender las palabras de una noticia o un poema, para afirmar que lo hemos comprendido.

La comprensión, es mucho más que eso, y en ocasiones, es un trabajo largo y no siempre fácil.

Cuando uno no comprende lo que lee, naturalmente se desmotiva, y disminuye o en ocasiones pierde el gusto por la lectura. Por esto, queremos ayudarte a avanzar por el camino de la lectura comprensiva, para que puedas leer siempre con agrado.

Consejos para una lectura comprensiva

Hemos dicho que queremos ayudarte a practicar una lectura comprensiva. Para lograrlo, hay que partir precisamente por la acción misma de leer, pensando en el momento en que nos disponemos a realizar dicha acción.

Para comenzar, entonces, te entregamos algunos consejos.

No aseguramos que solo con ponerlos en práctica, lograrás mejorar tu comprensión lectora, pero sin duda, ellos te ayudarán a hacerlo.

Comodidad de cuerpo y alma

Además de ser una actividad que se hace solo, al leer debemos estar quietos. Por lo tanto, es muy importante encontrarse cómodo físicamente, en una postura flexible, que favorezca tu concentración, pero que no te lleve a distraerte por un posible dolor de espalda, por ejemplo, ni a relajarte tanto que puedas dormirte.

Lo ideal es estar sentado, con la espalda apoyada, los pies sobre el suelo y los codos sobre alguna superficie. También, es parte de esta comodidad, no tener necesidades físicas insatisfechas al momento de leer: no se puede iniciar la lectura con ganas de ir al baño, con hambre o con sueño.

Del mismo modo, es muy importante estar cómodo interiormente, en una especie de "silencio interior" que permita recibir en forma tranquila la lectura, sin preocupaciones u otros pensamientos que te perturben.

Como no hay casi nadie que no tenga otras preocupaciones, además de la lectura, la idea es alejar esos pensamientos de la mente por un momento, o resolver aquello que te preocupa y que te impide concentrarte. Por ejemplo, no inicies la lectura pensando que no puedes olvidar llamar a tu mejor amiga porque es su cumpleaños; es mejor que hagas esa llamada y luego te dispongas a leer en paz.

Facilidad para ver y oir

Para leer se utiliza principalmente la vista, pero también el oído. No solo pasamos los ojos por las letras. Lo que sucede es que estas letras cobran sonoridad cuando las leemos, es como si escucháramos una "voz" en nuestro interior, que articula esos sonidos.

Por lo tanto, necesitas un lugar iluminado para leer: ya sea una playa al aire libre, una pieza iluminada por una lámpara, una silla junto a una ventana, etcétera. Lo ideal es que la luz caiga sobre el libro y sobre ti -no solo sobre el libro-, y que al momento de comenzar la lectura te asegures de que la luz durará todo el tiempo necesario. No te dispongas a leer en un lugar con luz natural, cuando faltan diez minutos para la puesta de Sol.

Por otra parte, es necesario contar con facilidades para "oír" la voz silenciosa que resuena dentro de ti cuando lees; es posible lograr esto en completo silencio, o bien con alguna música o sonido de fondo que no te perturbe.

Si bien es cierto que solo tú sabes qué es lo que realmente te molesta y qué es lo que puedes tolerar, o que incluso te ayuda a concentrarte, en reglas generales no te recomendamos leer con audífonos, ni en una habitación donde está la televisión o la radio a gran volumen.

Es importante señalar que una radio transmitiendo solo música es un factor mucho menos distractivo, que un programa donde hay un locutor que habla cada cierto tiempo, ya que los seres humanos nos encontramos predispuestos a poner mucha más atención a las voces humanas. Si vas a leer, ojalá la única voz que escuches sea la que lee dentro de ti.

TOMARSE UN TIEMPO, NO TOMAR EL TIEMPO

Idealmente, deberíamos leer sin reloj, con la disposición de leer todo el tiempo que queramos, hasta que ya no tengamos ganas de seguir. Sin embargo, es posible que ocurran dos cosas: aquellos a quienes les gusta leer, pueden entusiasmarse demasiado, y dejar de hacer otras cosas que son también importantes; y aquellos a quienes no les gusta o no les es fácil leer, pueden abandonar la lectura demasiado pronto.

Entonces, es aconsejable darse un tiempo limitado para leer: tiempo que decidirás tú mismo, según tus capacidades, tus intereses, y las demás ocupaciones que tengas. Sin embargo, es bueno que este tiempo no sea demasiado breve ni demasiado extenso; disciplínate para seguir si las ganas te abandonan muy pronto, y para detenerte si tienes otras obligaciones. Independiente de esto, lo ideal es no verse obligado a leer "a presión", contra el tiempo, apremiado porque "la prueba es mañana". Si sabes que eres lento para leer, programa tu tiempo y comienza un poco antes.

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Fundación Educativa Héctor A. García