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LUDOVICO PÍO
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  Revisemos el estado del mundo civilizado tras la muerte de Carlomagno: La China de los Tang trataba de recuperarse de la crisis de finales del siglo precedente. Su influencia sobre Japón aumentó. La nobleza estaba ganando el apoyo popular frente los funcionarios del estado, que mantenían un agobiante sistema de impuestos. Muchos nobles apoyaron el budismo, que desarrolló variedades más cercanas a las gentes sencillas, por contraposición a las doctrinas elitistas que se enseñaban en las escuelas de las grandes ciudades.

La religión islámica estaba empezando a infiltrarse en el Imperio Turco. En Bagdad se había impuesto finalmente el Califa al-Mamún frente a su hermano al-Amín. Era un hombre de gran cultura y estaba totalmente bajo la influencia persa. Bajo su reinado el califato experimentó un gran avance cultural. La literatura árabe entró en su periodo clásico y proliferaron los poetas.

En Kufa vivió un alquimista llamado Yabir. Enseñaba la transmutación de los metales, pero negaba la influencia de los astros sobre su creación. Parece ser que descubrió el ácido sulfúrico, el ácido nítrico y el agua regia. Creo carbonato de plomo y separó el arsénico y el antimonio de sus sulfuros. Describió la fabricación del acero, el tinte de telas y cueros y la destilación del vinagre para obtener ácido acético. Su Summa perfectionis constituye el tratado de química más antiguo que se conoce.

En Bagdad vivió el matemático al-Jwarizmi, que escribió el Libro de la reducción (Kitab al-yabr), del que procede la palabra álgebra. En él se consignan, en efecto, las primeras reglas del cálculo algebraico y se desarrolla completamente la teoría sobre las ecuaciones de segundo grado. También contiene diversas demostraciones geométricas. Otra de sus obras, cuyo original árabe se ha perdido, es "De numero indorum", en la que se describe el sistema de numeración usado por los indios y que es el que usamos actualmente con el nombre de numeración arábiga. Del nombre de al-Jwarizmi proceden también las palabras "guarismo" y "algoritmo".

Los vikingos, después de varios tanteos sobre las costas inglesas, habían decidido que las costas del norte eran más vulnerables, y concentraban sus ataques sobre los pictos, los escotos y los celtas de Irlanda.

El reino de Asturias se reafirmaba cada vez con más vehemencia sobre el emirato de Córdoba. Durante el reinado de Alfonso II se descubrió una tumba en la localidad gallega de Compostela y a nadie le cupo duda de que se trataba de la tumba del apóstol Santiago, el que había evangelizado España según Beato de Liébana y que fue ejecutado en Judea por Herodes Agripa. No se sabe a ciencia cierta quién está enterrado allí, pero una teoría más verosímil es que se trata del obispo Prisciliano.  En 816 el ejército de Alfonso II se enfrentó con el apoyo de los vascos a un gran ejército moro.

En el Tíbet subió al trono el que sería el último de los reyes guerreros, un budista llamado Ralpa-chan.

Mientras tanto murió el Papa san León III y fue sucedido por Esteban IV. Como ya era habitual, el nuevo pontífice temía por su seguridad frente a la aristocracia romana y se apresuró a buscar la protección del monarca franco. Juró fidelidad al emperador e instó al pueblo romano a hacer lo mismo. Luego propuso a Luis visitarle en cualquier lugar que él designase. La astuta política de Carlomagno había dado sus frutos, la monarquía franca había ganado el pulso al papado y ahora el Papa estaba dispuesto a arrojarse a los pies del emperador suplicando su protección. Pero Luis no era Carlomagno. Recibió a Esteban IV en Reims, y tan pronto como lo tuvo ante sí fue él quien se postró a los pies del Papa y le pidió que lo coronase emperador. Luis ya se había coronado emperador a sí mismo ante su padre tres años antes, sin la intervención del Papa, y la coronación había sido aceptada por todo el mundo, hasta por el Papa. Ya había sido establecido que el Papa no era necesario para investir a un monarca con la dignidad Imperial, y ahora Luis lo había echado todo a perder. Carlomagno debió de revolverse en su tumba. Necedades como esta le valieron al ingenuo emperador el apelativo de Luis el Piadoso, Ludwig der Fromme o Ludouicus Pius. Por ello es más conocido en la historia por la versión latina de su nombre: Ludovico Pío. Ludovico llevó a gala tal sobrenombre, pero era menos admirable de lo que hoy podría parecer. Para los nobles francos, esa "piedad" era signo de debilidad y afeminamiento, por lo que despreciaron y ridiculizaron a su "emperador". Por su parte, el clero supo bien cómo aprovechar la piedad de Ludovico.

La nueva coronación se celebró en Reims y el Papa recobró para siempre la potestad de coronar (y, eventualmente, destituir) emperadores. Al contrario que su padre, Ludovico Pío ya no volvió a llevar el título de "Rey de los francos y los lombardos", sino que se hizo llamar solamente emperador. Con Ludovico Pío el Imperio Romano se hizo un poco más real que con Carlomagno.

En Al-Ándalus, el Emir al-Hakam no acababa de superar las dificultades. La inseguridad en que se movía le llevó a crearse una guardia de corps formada por soldados extranjeros conocidos como los mudos, porque no conocían las lenguas locales. Se trataba de un recurso habitual en este tipo de situaciones, pues la falta de comunicación hace que la guardia no se relacione con la población nativa sino que, más bien al contrario, se establece una relación mutua de rechazo, con lo que es muy improbable que la guardia traicione al gobernante en defensa de otros intereses. Hacía ya un tiempo que los alfaquíes (teólogos islámicos) soliviantaban a la población contra el Emir denunciando la prepotencia de los mudos y la falta de piedad de al-Hakam y sus cortesanos. Recordaban sin duda la "jornada del foso" y así en 817 lograron que estallara la que se llamó Rebelión del Arrabal, en la que el Emir se vio acosado en palacio y logró salvar la vida gracias a su sangre fría. Como represalia ordenó decapitar a un gran número de alfaquíes y a los sublevados que sobrevivieron se los exilió. Unos 15.000 hombres partieron por mar conducidos por Abú Hafs, cruzaron el Mediterráneo y se apoderaron de Alejandría, ciudad que usaron como base para dedicarse a la piratería por el Mediterráneo oriental.

El emperador bizantino León V derrotó al kan búlgaro Omurtag en una violenta batalla. Desde entonces los búlgaros abandonaron toda pretensión sobre Constantinopla y se volcaron hacia el noroeste, formando un gran Imperio entre el Imperio Franco y el Imperio Bizantino.

Mientras tanto murió el Papa Esteban IV y fue sucedido por Pascual I, que no tuvo dificultades en obtener de Ludovico Pío el reconocimiento del derecho absoluto del Papa sobre los Estados Pontificios. Carlomagno seguía aporreando su lápida.

Ludovico Pío tenía tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. El emperador quiso dejar acordada la sucesión, por lo que convocó una reunión de la nobleza en la que se acordó que Lotario, el mayor de los hermanos, fuera proclamado emperador y sucesor de Ludovico Pío, mientras que Pipino y Luis fueron nombrados reyes de dos territorios situados en los extremos opuestos del Imperio: Pipino se convirtió en rey de Aquitania y Luis en rey de Baviera. Quedó acordado que ambos reyes estarían sometidos a la autoridad del emperador. Los tres hermanos aceptaron de buen grado el reparto. Quien no lo aceptó fue Bernardo, el sobrino de Ludovico Pío que había heredado de su padre el trono de Italia. Decidió sublevarse, pero fue capturado en 818 y condenado a muerte. Por clemencia se decidió conmutar la pena por la de sacarle los ojos, pero murió a consecuencia de la "operación". Ese año murió también Ermengarda, la esposa de Ludovico Pío, el cual se casó a los cuatro meses con una joven princesa Bávara llamada Judit.

En 820 Ludovico Pío destituyó a Bera, el conde de Barcelona, y en su lugar puso a Rampón, el conde de Gerona, con lo que ambos condados quedaron unidos durante algún tiempo. Además el condado de Ausona había sido absorbido por el de Barcelona.

Por otra parte, el conde de Aragón, Aznar Galindo I, tenía dos hijos, llamados Céntulo y Galindo, y una hija, Matrona. Ésta se casó con García el Malo, llamado así porque mató a Céntulo, repudió a Matrona, contrajo segundas nupcias con una hija del noble Íñigo Íñiguez y, con las tropas que le proporcionó su suegro, expulsó a Aznar Galindo I y se erigió en conde de Aragón. (Según la tradición, la causa de todo esto fue que Céntulo y Galindo habían gastado a su cuñado la broma de encerrarlo en un pajar el día de san Juan.) Aznar Galindo I marchó a Aquisgrán, y Ludovico Pío lo puso al frente de los condados de Urgel y Cerdaña, encomendándole la misión de repoblarlos.

El emperador bizantino León V tenía un amigo, antiguo compañero de armas, llamado Miguel. Desde que empezó a defender la iconoclastia los monjes no dejaron de urdir conspiraciones, por lo que León V terminó sospechando (probablemente con razón) que Miguel ya no era de fiar, así que lo acusó de traición, lo hizo apresar y ordenó su ejecución. Un argumento en favor de que las sospechas del emperador estaban fundadas es que inmediatamente, el día de Navidad, mientras León V dirigía el canto en los servicios de la capilla de palacio, un grupo de conspiradores se lanzó sobre él. León V trató de defenderse levantando una pesada cruz, pero los atacantes eran muchos y lograron asesinarlo. Miguel fue sacado de su celda y proclamado emperador, con lo que pasó a ser Miguel II, también conocido como Miguel el Tartamudo. Para consolidar su posición hizo salir de un monasterio a Efrosina, hija de Constantino VI, y se casó con ella. Miguel II firmó una alianza con los búlgaros, para los cuales la principal amenaza eran los francos, que iban extendiendo lentamente sus fronteras hacia el este.

Tras la muerte del rey picto Constantino Mac Fergus, parece que destacó un caudillo escoto llamado Alpin, aunque no se sabe prácticamente nada de su reinado y hasta qué punto tenía influencia sobre los pictos.

Al-Mamún encargó el gobierno de Jurasán (la región situada al sur del mar Caspio, en el actual Irán) al general Tahir ibn Husayn, quien desde el final de la guerra civil había sido gobernador de Siria y de la Alta Mesopotamia. En este destino más alejado, Tahir logró una gran autonomía, hasta que al año siguiente, en 821, Jurasán fue declarado estado independiente vasallo del Califato de Bagdad. Tahir inició así la dinastía de los Tahiríes, con capital en Nishapur.

En 822 murió el Emir Hakam I de Al-Ándalus y fue sucedido por su hijo de treinta años Abd al-Rahmán II. Ordenó una ampliación de la mezquita de Córdoba, fue un gran protector de las artes y las letras, pero durante su reinado continuó la inestabilidad política y social que caracterizó el reinado de su padre. Una de las regiones más inestables fue Murcia, la que había sido el reino de Teodomiro, que por esta época ya había sido anexionado al Emirato.

La nulidad política de Ludovico Pío hizo que los antiguos ministros de Carlomagno se pusieran en su contra, por lo que muchos de ellos fueron desterrados poco después de la sucesión. Así mismo, Ludovico Pío había encerrado en un convento a sus hermanas y sobrinas, pero éstas recibieron el apoyo de los obispos y lograron que el emperador protagonizara un humillante acto de penitencia en el que se retractó de sus decisiones. Los desórdenes provocados en Italia por la rebelión y la ejecución de Bernardo todavía no habían cesado, y Lotario inició una larga campaña para apaciguar el territorio.

En 823 el Papa Pascual I coronó emperador en Reims al que pasó a ser definitivamente Lotario I. Ese mismo año Ludovico Pío tuvo un hijo con Judit, que recibió el nombre de Carlos en honor a su abuelo.

El rey Egberto de Wessex dominaba ya todos los reinos sajones, y ahora Anglia Oriental le pidió ayuda en la guerra que sostenía contra Mercia. En 823 Egberto derrotó al ejército de Mercia.

En 824 murió el Papa san Pascual I, y fue sucedido por Eugenio II, cuya elección fue obra de la nobleza franca. Firmó con Ludovico Pío la Constitutio Romana, que establecía el protectorado franco en Roma, otorgaba gran poder el emperador e incluso reconocía que el Papa y sus súbditos le jurarían fidelidad.

El hijo de Íñigo Jiménez, llamado Íñigo Arista, se negó a aceptar la soberanía franca y se erigió en (el primer) rey de Pamplona. (Arista viene del vasco Aritza, y significa "roble".) Ludovico Pío envió una expedición contra él al frente de la cual estaban los condes Eblo y Aznar. Por su parte, Íñigo Arista contó con el apoyo de su hermanastro por parte de madre, Musá ibn Musá, hijo de Musá ibn Fortún y que se había casado con Assona, hija de Íñigo. A ellos se unió a su vez el conde de Aragón, García el Malo, y entre todos rechazaron a los francos.

En 825 Egberto dominaba casi toda Mercia.

Lotario I dio por concluida su labor en Italia y Ludovico Pío lo asoció al gobierno, es decir, hizo que pasara a ejercer de coemperador.

El rey Alfonso II de Asturias derrotó a dos ejércitos moros que penetraron en Galicia.

El rey danés Hemming había muerto y los hijos de su predecesor, Godofredo, disputaban el trono a Harald I, quien pidió ayuda a Ludovico Pío. Éste exigió como condición que se convirtiera al cristianismo, y en 826 Harald I fue bautizado junto con su familia y sus soldados. Antes de que acabara el año estaba firmemente consolidado como rey de Dinamarca y allí recibió a Anscario, un monje benedictino de veinticinco años que inició la evangelización de los daneses.

Ese año murió el conde Rampón y Ludovico Pío nombró conde de Barcelona-Gerona al duque de Septimania, Bernardo, hijo de san Guillermo, el conde de Tolosa. Al poco tiempo se produjo una rebelión, porque la población nativa no estaba contenta con la intervención franca en la Marca Hispánica. Los sublevados, capitaneados por Aissó, contaron con un ejército moro que en 827 asedió sin éxito las ciudades de Barcelona y Gerona. Luego se dedicaron al saqueo por la región, que terminó prácticamente despoblada. Ludovico Pío recompensó a Bernardo asignándole numerosos condados de Septimania. Por su parte, el hermano de Bernardo, llamado Gaucelmo, era conde de Rosellón y de Ampurias, por lo que todos estos condados formaron un núcleo político muy sólido.

Ese mismo año se convirtió en emperador de China Wenzong. Durante su reinado proliferaron las empresas ilegales, el contrabando y la piratería.

Tras la muerte de Eugenio II, fue elegido Papa Valentín, pero murió a los cuarenta días, tras lo cual fue elegido Gregorio IV. Él fue quien introdujo la fiesta de Todos los Santos en el calendario romano.

También murió el dux veneciano Agnello, y fue sucedido por su hijo Giustiniano.

El gobernador abasí de Egipto ofreció un buen soborno a Abú Hafs, el cual comprendió al punto que unos valerosos musulmanes como eran sus hombres no debían causar disturbios en territorio musulmán, sino en territorio bizantino, así que partió con ellos y se apoderó de la isla de Creta, donde fundó un emirato independiente. Erigió una nueva capital llamada Chandax, y con el tiempo toda la isla fue conocida con la versión italiana de este nombre: Candia.

Al mismo tiempo que Bizancio perdía Creta, el comandante naval que tenía a cargo Sicilia decidió sublevarse. Se llamaba Eufemio, y decidió pedir ayuda a los musulmanes Aglabíes, los cuales enviaron una flota que pronto empezó a luchar por su cuenta. En 828 Eufemio murió en una emboscada, pero los aglabíes no se retiraron, sino que continuaron combatiendo en la isla contra el ejército bizantino.

Ese año un barco mercante veneciano llevó a su capital desde Egipto nada menos que los restos de san Marcos, que fueron depositados en la capilla ducal. Es difícil saber quién tuvo la idea, pero sin duda el dux Giustiniano comprendió que podía dotar a Venecia de un prestigio religioso inmenso, tal vez sólo superado por Roma. Desde entonces, el león alado, símbolo de san Marcos, surcaría el Mediterráneo oriental.

En 829 Egberto de Wessex dominaba los reinos sajones y el reino de Mercia salvo una región al norte, había obtenido la sumisión nominal de Northumbria y era aliado de Anglia Oriental. En definitiva, Wessex estaba ahora a la cabeza de la heptarquía. El monje Anscario hizo un viaje de un año al territorio que actualmente es Suecia, donde continuó su labor misionera. Los nórdicos transformaron su nombre en Óscar.

Ese mismo año murió el emperador Miguel II, y fue sucedido por su hijo Teófilo.

Judit, la segunda esposa de Ludovico Pío, llevaba años insistiendo a su marido para que modificara el acuerdo de sucesión de modo que su hijo Carlos tuviera también una parte equiparable a la de sus tres hermanastros. Finalmente logró convencerlo y el emperador convocó una nueva reunión de la nobleza en la que se nombró a Carlos rey de Neustria, decisión que contó con la firme oposición de los tres hermanos, Lotario, Luis y Pipino. Éstos pronto recibieron el apoyo de diversos nobles, principalmente los de las familias de sus respectivas esposas, que se prestaron a apoyar a los "legítimos herederos" a conservar toda su herencia frente al hermanastro advenedizo confiando, por supuesto, en que tal apoyo redundaría a la larga en beneficio propio. En 830 los tres hermanos contaban con un poderoso ejército con el que enfrentarse a su padre. Ludovico Pío fue capturado junto con su esposa y su hijo menor, y fueron enviados a monasterios distintos. Al parecer los tres hermanos confiaban en que su padre, como consecuencia del disgusto, optaría por hacerse monje y renunciaría al trono. En tal caso sería fácil privar a Judit y a Carlos de todo derecho a la sucesión. La Emperatriz Judit fue acusada de adulterio con Bernardo, el duque de Septimania, que tuvo que huir de la corte y refugiarse en sus posesiones. Probablemente, la acusación fue un intento de desanimar a Ludovico Pío, porque Bernardo se convirtió pronto en consejero de Pipino.

El Califa al-Mamún hizo construir en Bagdad una "Casa de la sabiduría" en la que reunió a sabios de todo el mundo. Allí se tradujeron al árabe y se estudiaron las obras científicas y filosóficas de los autores clásicos griegos. Los principales traductores fueron cristianos nestorianos. También se construyó un observatorio para el estudio de la astronomía.

Irlanda sufrió la primera gran ofensiva vikinga.

En 831 los musulmanes lograron apoderarse de Palermo pese a los esfuerzos bizantinos por defernderla, y convirtieron la ciudad en una base para dedicarse a la piratería. Los piratas moros eran conocidos como Sarracenos.

Los sectores leales a Ludovico Pío (el clero, sobre todo, y una parte del ejército que consideraba significativo que el emperador fuera hijo de Carlomagno) lograron llevarlo a Austrasia, donde se convocó una reunión de la nobleza en Nimega (en la actual Holanda) y allí se confirmó el acuerdo de otorgar un reino a Carlos. Además Ludovico Pío quitó sus posesiones al duque Bernardo de Septimania y se las otorgó a Berenguer, el conde de Tolosa.

El monje Anscario, evangelizador de los daneses, se convirtió en el primer arzobispo de Hamburgo, ciudad fundada por Carlomagno unos años antes.

El kan búlgaro Omurtag murió y fue sucedido por Malamir, bajo cuyo reinado el Imperio Búlgaro continuó fortaleciéndose y extendiéndose hacia el oeste.

El emperador Teófilo resultó ser un acérrimo defensor de la iconoclastia. En 832 promulgó un edicto que declaró ilegal el culto a los iconos y nuevamente intentó simplificar el culto bizantino.

Los musulmanes sunníes habían desarrollado la "teoría" de que el Corán era eterno e increado: existía desde el principio de los tiempos y le había sido revelado a Mahoma palabra por palabra. Frente a esta opinión, los mutazilíes, afirmaban que el Corán estaba escrito en árabe y era obra del hombre. Como tal, podía tener imperfecciones, ambigüedades o anacronismos y estaba sujeto a la crítica reverente. Además los mutazilíes sostenían que la razón permite llegar al conocimiento de Dios, por lo que el hombre no debe aceptar ciega y fanáticamente lo que se le presente como voluntad divina. En 833 el Califa al-Mamún, que era un hombre ilustrado, convirtió al mutazilismo en la religión oficial, e incluso hizo ejecutar a algunos fundamentalistas radicales. Sin embargo, murió ese mismo año y, bajo su sucesor, su hermano al-Mutasim, el mutazilismo no tardó en perder prestigio, hasta que la doctrina de la naturaleza eterna e increada del Corán pasó a formar parte de la ortodoxia sunní.

Al igual que había hecho el Emir al-Hakam en Al-Ándalus, al-Mutasim se rodeó de una guardia de corps bárbara. Concretamente, eligió mercenarios turcos y, aún así, no se sintió seguro en la enorme y turbulenta Bagdad, así que se retiró a Samarra, situada también sobre el Tigris, unos cien kilómetros río arriba. Para evitar disturbios, estableció que Samarra sería la ciudad de residencia del Califa, mientras que la capital del Califato seguiría siendo Bagdad. En Samarra, al-Mutasim llevó una vida desentendida de la política, entregado a los placeres y delegando su autoridad en sus ministros.

En la India murió el rey Prathiara Nagabhatta II. Fue sucedido por Rambhadra, un monarca incapaz que hizo declinar su reino, en beneficio del vecino rey bengalí Devpala.

Las relaciones de Ludovico Pío y sus hijos eran tensas desde el intento de éstos de derrocar a su padre. En un momento dado, el emperador se enfadó con Pipino y decidió desheredarlo, así que añadió Aquitania al reino de Carlos. Una consecuencia indirecta de esta decisión fue que los condados francos de Pallars y Ribagorza en la Marca Hispánica dejaron de depender del conde de Tolosa para ser anexionados a los dominios de Aznar Galindo I, el que había sido conde de Aragón y que ahora era conde de Urgel y Cerdaña.

La reacción de los hijos de Ludovico Pío no se hizo esperar. Se rebelaron nuevamente y esta vez el clero no se alineó con el emperador tan claramente como en la ocasión anterior. Al clero le preocupaba que los arrebatos de Ludovico Pío acabaran desintegrando el Imperio Franco, lo que dejaría indefenso al papado y a la Iglesia Occidental en general. Lotario se encontraba en Italia y aprovechó la reprobación del clero franco hacia el emperador para tratar de convencer al Papa Gregorio IV para que instase a abdicar a Ludovico Pío. El Papa, que no se atrevió a ir tan lejos, trató de mediar en el conflicto, pero no consiguió nada. Lotario formó un ejército con el que se dispuso a unirse a sus hermanos, pero decidió entrar antes en Roma con fuerzas suficientes para que Gregorio IV no considerara oportuno rechazar su invitación de unirse a la expedición.

Su ejército se encontró con el de su padre cerca de Colmar (en la actual Alsacia). Los soldados de Ludovico Pío se horrorizaron al comprobar que frente a ellos estaba el mismo Papa. Temiendo por la salvación de sus almas, se negaron a combatir y el emperador fue capturado sin lucha. Para la mentalidad feudal, la traición que las tropas de Ludovico Pío habían hecho a su señor era un crimen terrible, y el lugar donde no se celebró la batalla fue conocido desde entonces como el Campo de las Mentiras.

Ludovico Pío fue retenido más firmemente que en la ocasión anterior. Se le acusó de una larga lista de crímenes, se le obligó a confesar sus faltas en un humillante ritual de penitencia y se le forzó a renunciar al trono. También intentaron hacerle monje (lo que le incapacitaría definitivamente para reinar), pero en esto no transigió. Tal vez esperaba que sucediera lo que en efecto sucedió: los tres hermanos intentaron repartirse el Imperio según el acuerdo original de 817, pero no lograron ponerse de acuerdo. Lotario reclamaba el vasallaje de sus hermanos, según lo dispuesto entonces, pero éstos acababan de luchar junto a él en términos de igualdad y no veían por qué tenían que quedar en segundo plano cuando habían contribuido por igual. Estalló una nueva guerra civil y ahora el clero, que había dado la espalda a Ludovico Pío en aras de la estabilidad del Imperio, vio que ello no había servido de nada y le devolvieron su apoyo. Ludovico Pío fue absuelto de todas las acusaciones y un grupo de obispos lo coronó emperador nuevamente. Pipino y Luis también apoyaron a su padre en contra de Lotario. En 834 Ludovico Pío volvió a Aquisgrán y allí se le unieron su esposa y su hijo Carlos. Lotario tuvo que retirarse a Italia, al igual que Pipino y Luis regresaron a sus dominios. Todos ellos fueron perdonados por su padre. En los años siguientes hubo continuas negociaciones y cambios sobre los territorios que corresponderían a cada hermano sin que ninguna solución resultara satisfactoria para todos, pero al menos no hubo guerras.

Ludovico Pío transfirió los condados de Ampurias y Rosellón, que estaban en manos de Gaucelmo, el hermano de Bernardo, el duque de Septimania caído en desgracia, al conde Suñer I, hijo del conde de Carcasona.

En Toledo se produjo una insurrección por cuestiones sociales y la ciudad permaneció en la anarquía durante varios años sin que Abd al-Rahmán II lograra controlarla.

En 835 murió el conde de Tolosa y para entonces Bernardo había logrado congraciarse con Ludovico Pío, el cual le devolvió sus posesiones.

El apogeo de Carlomagno
Índice El tratado de Verdún

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