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                                      2. LA ESTRUCTURA Y LA NATURALEZA FÍSICOQUÍMICA DE LA TIERRA. 
										
											Al analizar los datos de la velocidad de las ondas P y S 
											que atraviesan el interior de la Tierra se obtuvo la siguiente 
											gráfica:
 
 
										
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														|   | Teniendo en cuenta los cambios bruscos 
														en la velocidad de las ondas se establecen 
														dos discontinuidades, una más superficial, 
														denominada discontinuidad de Mohorovicic, que 
														supone un gran aumento en la velocidad de las 
														ondas y,  otra a los 2.900 km, denominada 
														discontinuidad de Gutenberg, no atravesada por 
														las ondas S y que hace disminuir la velocidad de 
														las ondas P. 
 Así, según estos cambios de velocidad, se establecen 
														una serie de niveles:  Corteza (A), Manto (B+C+D) y  
														Núcleo (E+F), separados los dos primeros por la 
														discontinuidad de Mohorovicic, y los dos últimos por la 
														de Gutenberg. Dentro del Manto se realizan más divisiones 
														atendiendo al incremento en la velocidades de las ondas 
														sísmicas (superior e inferior), y en el Núcleo se diferencian: 
														Núcleo externo (fundido) e interno (sólido).
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												| Desde el punto de vista de la tectónica de 
														placas se utiliza también el término Litosfera 
														(A+B) para referirse a la corteza más la parte del 
														Manto superior, de profundidad variable y que se 
														traslada solidariamente con ella. 
 
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                                						| ¿Y la Astenosfera? 
 Los últimos estudios demuestran que la 
															astenosfera no existe, puesto que la zona 
															de baja velocidad no es universal y, al 
															parecer, las pequeñas zonas donde se encuentra 
															un Manto más plástico, serían debidas a restos 
															de antiguas plumas.
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 2.1. Corteza:
 Es la capa más superficial y la menos densa, con una densidad 
											media de 2,7 g/cm3 y una profundidad media de 30 kilómetros. 
											Presenta una gran variabilidad, desde 5 km bajo los océanos, 
											a los 70 km bajo las grandes cordilleras. Aparentemente, es la 
											más heterogénea, tal vez por ser la mejor conocida. Desde el 
											punto de vista composicional y genético se presentan dos 
											variedades bien definidas: Corteza oceánica y Corteza continental.
 Corteza oceánica: 0-10 kilómetros.
 Es más densa y más delgada que la corteza continental, y 
												muestra edades que, en ningún caso, superan los 180 millones 
												de años. Se encuentra en su mayor parte bajo los océanos y 
												manifiesta un origen volcánico. Se forma continuamente en 
												las dorsales oceánicas y, más tarde, es recubierta por 
												sedimentos marinos. Presenta una estructura en capas.
 
                                      				
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 Nivel 1: Capa de sedimentos. Desde un espesor muy 
															variable, 1.300 metros de media, pero inexistente 
															en las zonas de dorsal, hasta espesores de 10 km en 
															las zonas que bordean a los continentes.
 
 Nivel 2: Lavas almohadilladas. Basaltos submarinos 
															emitidos en las zonas de dorsal que, al sufrir un rápido 
															enfriamiento, ofrecen superficies lisas y semiesféricas.
 
 Nivel 3: Diques Basálticos.  Son de composición similar 
															a las lavas almohadilladas y están solidificados en forma 
															de diques verticales. Cada dique tiene un antiguo conducto 
															por donde se emitía la lava que formó el nivel anterior.
 
 Nivel 4: Gabros. Representa material solidificado en 
															la cámara magmática existente bajo la zona de dorsal. Este 
															material solidificado alimentó los dos niveles anteriores.
 
 
 
 
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														| Corteza Continental: de 0-70 kilómetros. Menos densa y más gruesa que la Corteza Oceánica. Se encuentra en las 
															tierras emergidas y plataformas continentales. Muestra 
															edades mucho más antiguas que la Corteza Oceánica, pudiendo 
															encontrarse rocas que se formaron hace 4000 millones de 
															años. Las rocas más antiguas tienden a presentarse en el 
															interior de los continentes y a ser rodeadas por otras más 
															modernas, siendo el aspecto de esta Corteza un continuo 
															parcheo de todo tipo de rocas. La Corteza Continental, a 
															diferencia de la Oceánica, no ofrece ninguna estructura 
															definida. Su origen está en sucesivos procesos de colisión 
															continental. En la base de la Corteza Continental aparece 
															un nivel más plástico, causado por la deshidratación de ciertos 
															minerales, lo que unido a su menor densidad, evita su posible 
															subducción.
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														| En la interfase de ambas tipos de Corteza, 
															se halla la Corteza transicional que se presenta como 
															una Corteza continental adelgazada por fallas normales. 
															Aparecen, además, intercalaciones de rocas volcánicas 
															antes de llegar a la corteza oceánica. Se manifiesta 
															recubierta por sedimentos de plataforma continental. Su 
															origen está en el comienzo del proceso de ruptura 
															continental, correspondiéndose con uno de los laterales 
															del antiguo valle de Rift. Debido a su baja actividad 
															tectónica, frente a las zonas de subducción, también recibe 
															el nombre de margen continental pasivo. |  
 
 
 
 
 2.2. Manto:
 De mayor densidad que la corteza. 
											Hacia 1.950, el objetivo prioritario consistía en la 
											obtención de muestras directas del Manto por medio de 
											sondeos, pero los métodos indirectos actuales han cubierto 
											gran parte de ese objetivo. En términos generales, los cambios 
											estructurales en los minerales que lo componen hacen que varíe 
											de densidad y rigidez en profundidad, originándose dos divisiones:
 
 Manto superior:
 Su parte superior, junto a la corteza, 
												forma parte de la Litosfera. La aparición de rocas ultrabásicas 
												en la base de los complejos  de ofiolitas (ver colisión continental), 
												entre las que destacan las peridotitas, permitió suponer que 
												estas rocas son las que se encuentran bajo la corteza, formando, 
												al menos, parte del Manto superior. Su composición es rica en 
												silicatos magnésicos, los minerales típicos de este tipo de roca 
												son el olivino, los piroxenos, los granates y la espinela.
 
 
 
 Pueden existir zonas del Manto con mayor plasticidad 
												debido  a que ciertos minerales (granate y algunos piroxenos) 
												de las peridotitas se funden. Así, tendríamos un Manto en el que, 
												entre sus minerales (olivino), circula una cierta cantidad de 
												material fundido de composición basáltica. Este mineral puede 
												ascender originando magmas y dejando una roca rica en olivino, 
												la Dunita.
 
 
 
 Manto inferior:
 Más rígido, de composición similar al Manto superior, 
												presenta una mayor densidad debido a un mayor 
												empaquetamiento en los minerales. Cada átomo de 
												silicio está rodeado de seis átomos de oxigeno 
												(coordinación octaédrica) en vez de cuatro (coordinación 
												tetraédrica), por efecto de las mayores presiones 
												existentes. Además, puede existir una mayor proporción 
												de hierro frente a magnesio en los minerales.
 
 
 
 
 
 En el límite del Manto con el Núcleo se establece un 
												nivel de transición (nivel D). Este nivel es el origen 
												de las plumas del Manto y el final de los restos de Litosfera 
												que subducen.
 
 
 
 2.3. Núcleo:
 (desde los 2.900 hasta los 6.370 km). La densidad es muy 
											alta, de tal manera que su composición debe ser parecida a los 
											sideritos (meteoritos de hierro). Está constituido en su mayor 
											parte por una aleación de hierro y níquel. El comportamiento de 
											las ondas S nos muestra dos partes muy diferenciadas, separadas 
											hacia los 5.100 kilómetros:
 
 Núcleo externo:
 Fundido, puesto que las ondas S no lo atraviesan. La 
												 temperatura alcanza los 5.000 grados. La menor densidad 
												 con respecto al interno hace pensar que, además de hierro y 
												 níquel, puede haber otros elementos, fundamentalmente, azufre 
												 y, en menor cantidad, silicio y oxígeno. Presenta fuertes 
												 corrientes de convección.
 
 Núcleo interno:
 Sólido, evidenciado por una mayor velocidad de las ondas P. 
												 Por su mayor densidad se piensa que su contenido en azufre 
												 es mucho menor que el del Núcleo externo. Esta circunstancia, 
												 junto con las mayores presiones existentes en el interior, 
												 posibilita su estado sólido pese a existir mayores temperaturas 
												 (superiores a 6000 º C).
 
 
 
                                      				
														|   | En el Núcleo está el origen del campo magnético 
															terrestre. Su convección genera una corriente de 
															electrones que crea por inducción ese campo magnético 
															(hipótesis de la dinamo autoinducida). Los cambios de 
															polaridad detectados en el campo magnético terrestre 
															podrían estar causados por cambios drásticos en la 
															distribución de las corrientes de convección del Núcleo. 
 
 
 
 
 
 
 
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