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										4. ESTUDIO DEL DNA COMO PORTADOR DE LA INFORMACIÓN GENÉTICA: RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DE 
										LA BÚSQUEDA DE EVIDENCIAS DE SU PAPEL Y SU INTERPRETACIÓN
 	
                                          El DNA fue aislado y estudiado por primera vez por el suizo Friedrich 
										Miescher en 1869. En su investigación intentaba digerir proteínas de las células del pus, 
										observando que el núcleo de esas células no era digerido, por lo que lo que había allí no 
										eran proteínas, sino otra sustancia a la que llamó "nucleína" por su localización en el 
										núcleo celular. Más  tarde, al comprobarse su carácter ácido, recibió el nombre de "ácido nucleico". 
										El alemán Felix Hoppe-Seyler aisló un ácido nucleico de levaduras que difería en sus propiedades del 
										ácido nucleico de Mieschler, al que se denominó ácido timonucleico (por su facilidad para ser extraído 
										del timo de animales) para diferenciarlo del de levaduras.
										Hacia 1890, el químico alemán Albrecht Kossel, hidrolizó el ácido nucleico, descubriendo la 
										existencia de hidratos de carbono y de unos compuestos o bases nitrogenadas a las que dio los 
										nombres de "adenina", "guanina", "citosina" y "timina". Kossel recibió el premio Nobel de 
										Fisiología y Medicina en 1910.
										 En 1911, el bioquímico estadounidense de origen ruso, Theodore Leven, demostró que los 
										hidratos de carbono eran pentosas. Tras este descubrimiento se observó que el ácido nucleico 
										de levadura poseía, como pentosa, la ribosa, mientras que el timonucleico poseía un derivado 
										desoxigenado de la ribosa, la desoxirribosa, recibiendo a partir de entonces los nombres de 
										ácido RIBONUCLEICO (RNA), y ácido DESOXIRRIBONUCLEICO (DNA). Se descubrió también que el RNA 
										no poseía una de las bases que se conocían en la época, la timina, pero a cambio poseía una 
										base nitrogenada nueva, el "uracilo".
										 En 1934 Levene aisló, a partir de ácidos nucleicos, unas moléculas más sencillas que estaban 
										formadas por una pentosa, una base nitrogenada y una molécula de ácido fosfórico. A este conjunto 
										se le dio el nombre de NUCLEÓTIDO, y Levene pensó que los ácidos nucleicos estaban formados por 
										cuatro nucleótidos, uno con cada una de las bases. Hasta mediados de los años 50 no se certificó 
										que los ácidos nucleicos en realidad estaban formados por miles e, incluso, millones de nucleótidos 
										y no por sólo cuatro.
										 Poco después, el británico Alexander R. Todd sintetizó nucleótidos en situaciones controladas 
										que sólo permitían un único tipo de enlace, observando que los ácidos nucleicos estaban formados 
										por pentosas de nucléotidos contiguos unidos por ácidos fosfóricos, a la vez que a las pentosas 
										se unían también las bases nitrogenadas. Por sus trabajos, Todd recibió el Premio Nobel de Química en 1957.
										 En la década de los 40, diversos investigadores (Feulgen, Caspersson, Mirsky, Sager y otros) 
										desarrollaron técnicas de tinción y análisis que permitieron estudiar en qué lugares de las células 
										aparecían los ácidos nucleicos. Se  observó que el DNA solía aparecer casi exclusivamente en el núcleo 
										y en pequeñas cantidades en algún orgánulo celular como las mitocondrias y los cloroplastos, mientras 
										que el RNA aparecía repartido por el citoplasma, sobre todo en los ribosomas, y en cierta cantidades 
										también en el núcleo. Se comprobó también que existía DNA en los cromosomas, unido a proteínas, 
										viéndose cómo la cantidad de DNA era siempre constante y propia de cada especie, lo que llevó a 
										sospechar que tal vez existía relación entre el DNA de los cromosomas y los genes o factores hereditarios.
										 Una primera pista la obtuvo en 1928 F. Griffith, trabajando con dos cepas de neumococos, una 
										de envoltura lisa y otra de envoltura rugosa. Cuando Griffith mezclaba bacterias rugosas vivas 
										con bacterias lisas muertas y esta mezcla se inyectaba en ratones, de éstos se obtenían bacterias 
										lisas vivas, lo cual sólo se podía explicar si algo de las lisas muertas había pasado a las rugosas 
										vivas y las había transformado.  La cuestión era averiguar la naturaleza de ese "algo".
										 No sería hasta 1944 cuando Avery, McLeod y McCarthy repitieron los experimentos de Griffith 
										y demostraron que el "Principio transformante" que convertía a las bacterias rugosas en lisas 
										era, precisamente, el DNA, descubrimiento que marcó un hito importante en la historia de la Genética.
										 	
                                          	Otra cuestión importante era la función exacta del DNA, es decir, 
										cómo el hecho de tener un DNA determinado da unas características y 
										otro DNA da otras características diferentes.
										 El primero en intentar responder a la cuestión fue A. Garrod, en 1909.  
										Al estudiar la alcaptonuria (enfermedad metabólica producida por un error 
										en un gen que impide sintetizar una enzima) propuso la idea de que la 
										enfermedad se debía a la falta de una proteína específica relacionada con 
										la presencia de un gen recesivo, según la terminología de De Vries, Correns 
										y Tschermack, que habían redescubierto los principios de Mendel.
										 	
                                          	Sin embargo la cuestión se mantendría hasta principios de la década de 1940, 
										en que los estadounidenses, George W. Beadle y Edward L. Tatum, trabajando con 
										hongos filamentosos, como Neurospora y Penicillium, descubrieron que los genes 
										dirigían la formación de las enzimas a través de los polipéptidos  que las constituyen, de tal  forma 
										que  cada polipéptido  está producido  por un gen  específico.  Este descubrimiento fue el origen de la hipótesis
 UN GEN = UNA ENZIMA.
 En 1953, el bioquímico estadounidense James D. Watson y el británico Francis H. C. 
										Crick aunaron sus conocimientos químicos, utilizaron la información de Rosalin Franklin 
										y Maurice Wilkins obtenida mediante difracción de rayos X, así como los trabajos de Chargaff 
										sobre composición química del DNA y elaboraron una hipótesis sobre la estructura del DNA: 
										la DOBLE HÉLICE. 
										   
                                    				
													(Contiene vídeo)
													 
   En 1955 Severo Ochoa  y su equipo sintetizaron, por primera vez, un ácido nucleico 
										gracias a la enzima polinucleótido fosforilasa
										 	
                                          	De 1960 a 1975 los nuevos descubrimientos se sucederán con gran rapidez, sobre todo 
										para el conocimiento de los mecanismos de acción génica:  descubrimiento del RNA mensajero, 
										establecimiento del Código genético, regulación de la expresión génica, descubrimiento del 
										DNA recombinante...
										 En 1975 se iniciará lo que se ha dado en llamar la Nueva Genética, basada en la tecnología 
										para la manipulación de los ácidos nucleicos. El Consejo de Asilomar estudiará las implicaciones 
										del recién descubierto DNA recombinante, la primera manipulación genética realizada por el hombre. 
										Es el momento de la secuenciación del DNA, descubrimiento de los intrones, etc.
										 A partir de la década de los 80 se desarrollarán las técnicas de la pcr y hacia 
										los 90 otros tipos de análisis de secuencias tales como rapds, rflps, microsatélites, etc.
										 	
                                          Desde 1990 la manipulación genética alcanza el nivel de su utilización para la obtención 
										de recursos: plantas y animales transgénicos, 
										inicio de la terapia génica humana, 
										inicio del Proyecto Genoma Humano en 
										1995, clonación, etc.
										 Los últimos años en los que los medios técnicos permiten vislumbrar unas posibilidades 
										futuras muy esperanzadoras en la obtención de recursos para el hombre y en la cura de 
										muchas enfermedades, entre ellas el cáncer, así como la obtención de órganos para transplantes, 
										se ha visto surgir también una importante corriente bioética de prevención contra las 
										consecuencias del mal uso de estas técnicas. Nos  encontramos en el momento actual en 
										una controversia científica y social que tendrá que dilucidarse antes de avanzar en las 
										líneas de investigación del siglo XXI.										
										 
										 
 
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