L a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

 


Clásicos de la literartura

 

La Vida es sueño

Pedro Calderón de la Barca

 

Proyecto Salón Hogar


 

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA
 
ROSAURA,   dama. 
SEGISMUNDO,   príncipe.  
COTALDO,   viejo. 
ESTRELLA,   infanta. 
CLARÍN,   gracioso.  
BASILIO,   rey. 
ASTOLFO,   príncipe. 
Soldados. 
Guardas. 
Músicos. 

 


ArribaAbajo[Jornada I]

Sale en lo alto de un monte ROSAURA en hábito de hombre, de camino, y en representando los primeros versos va bajando.

ROSAURA

Hipogrifo violento,

que corriste parejas con el viento,

¿dónde rayo sin llama,

pájaro sin matiz, pez sin escama

y bruto sin instinto

5

natural, al confuso laberinto

de esas desnudas peñas te desbocas,

te arrastras y despeñas?

Quédate en este monte,

donde tengan los brutos su Faetonte;

10

que yo, sin más camino

que el que me dan las leyes del destino,

ciega y desesperada,

bajaré la cabeza enmarañada

deste monte eminente

15

que arruga el sol el ceño de la frente.

Mal, Polonia, recibes

a un extranjero, pues con sangre escribes

su entrada en tus arenas;

y apenas llega, cuando llega a penas.

20

Bien mi suerte lo dice;

mas ¿dónde halló piedad un infelice?

(Sale CLARÍN, gracioso.)

CLARÍN

Di dos, y no me dejes

en la posada a mí cuando te quejes;

que si dos hemos sido

25

los que de nuestra patria hemos salido

a probar aventuras,

dos los que entre desdichas y locuras

aquí habemos llegado,

y dos los que del monte hemos rodado,

30

¿no es razón que yo sienta

meterme en el pesar y no en la cuenta?

ROSAURA

No quise darte parte

en mis quejas, Clarín, por no quitarte,

llorando tu desvelo,

35

el derecho que tienes al consuelo;

que tanto gusto había

en quejarse, un filósofo decía,

que, a trueco de quejarse,

habían las desdichas de buscarse.

40

CLARÍN

El filósofo era

un borracho barbón. ¡Oh, quién le diera

más de mil bofetadas!

Quejárase después de muy bien dadas.

Mas ¿qué haremos, señora,

45

a pie, solos, perdidos y a esta hora

en un desierto monte,

cuando se parte el sol a otro horizonte?

ROSAURA

¡Quién ha visto sucesos tan extraños!

Mas si la vista no padece engaños

50

que hace la fantasía,

a la medrosa luz que aún tiene el día

me parece que veo

un edificio.

CLARÍN

O miente mi deseo,

o termino las señas.

55

ROSAURA

Rústico nace entre desnudas peñas

un palacio tan breve

que el sol apenas a mirar se atreve;

con tan rudo artificio

la arquitectura está de su edificio

60

que parece, a las plantas

de tantas rocas y de peñas tantas

que al sol tocan la lumbre,

peñasco que ha rodado de la cumbre.

CLARÍN

Vámonos acercando;

65

que éste es mucho mirar, señora, cuando

es mejor que la gente

que habita en ella generosamente

nos admita.

ROSAURA

La puerta

(mejor diré funesta boca) abierta

70

está, y desde su centro

nace la noche, pues la engendra dentro.

(Suena ruido de cadenas.)

CLARÍN

¡Qué es lo que escucho, cielo!

ROSAURA

Inmóvil bulto soy de fuego y yelo.

CLARÍN

Cadenita hay que suena.

75

Mátenme, si no es galeote en pena;

bien mi temor lo dice.

(Dentro SEGISMUNDO.)  

SEGISMUNDO

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

ROSAURA

¡Qué triste voz escucho!

Con nuevas penas y tormentos lucho.

80

CLARÍN

Yo con nuevos temores.

ROSAURA

Clarín...

CLARÍN

Señora...

ROSAURA

Huigamos los rigores

desta encantada torre.

CLARÍN

Yo aún no tengo

ánimo de huir, cuando a eso vengo.

ROSAURA

¿No es breve luz aquella

85

caduca exhalación, pálida estrella,

que en trémulos desmayos,

pulsando ardores y latiendo rayos,

hace más tenebrosa

la obscura habitación con luz dudosa?

90

Sí, pues a sus reflejos

puedo determinar (aunque de lejos)

una prisión obscura

que es de un vivo cadáver sepultura;

y porque más me asombre,

95

en el traje de fiera yace un hombre

de prisiones cargado,

y sólo de la luz acompañado.

Pues hüir no podemos,

desde aquí sus desdichas escuchemos;

100

sepamos lo que dice.

(Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y a la luz, vestido de pieles.)

SEGISMUNDO

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

    Apurar, cielos, pretendo

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

105

contra vosotros naciendo;

aunque si nací, ya entiendo

qué delito he cometido.

Bastante causa ha tenido

vuestra justicia y rigor;

110

pues el delito mayor

del hombre es haber nacido.

    Sólo quisiera saber,

para apurar mis desvelos

(dejando a una parte, cielos,

115

el delito de nacer),

qué más os pude ofender,

para castigarme más.

¿No nacieron los demás?

Pues si los demás nacieron,

120

¿qué privilegios tuvieron

que yo no gocé jamás?

    Nace el ave, y con las galas

que le dan belleza suma,

apenas es flor de pluma,

125

o ramillete con alas

cuando las etéreas salas

corta con velocidad,

negándose a la piedad

del nido que deja en calma:

130

¿y teniendo yo más alma,

tengo menos libertad?

    Nace el bruto, y con la piel

que dibujan manchas bellas,

apenas signo es de estrellas,

135

gracias al docto pincel,

cuando, atrevido y crüel,

la humana necesidad

le enseña a tener crueldad,

monstruo de su laberinto:

140

¿y yo con mejor distinto

tengo menos libertad?

    Nace el pez, que no respira,

aborto de ovas y lamas,

y apenas bajel de escamas

145

sobre las ondas se mira,

cuando a todas partes gira,

midiendo la inmensidad

de tanta capacidad

como le da el centro frío:

150

¿y yo con más albedrío

tengo menos libertad?

    Nace el arroyo, culebra

que entre flores se desata,

y apenas, sierpe de plata,

155

entre las flores se quiebra,

cuando músico celebra

de las flores la piedad

que le dan la majestad,

el campo abierto a su ida:

160

¿y teniendo yo más vida

tengo menos libertad?

    En llegando a esta pasión

un volcán, un Etna hecho,

quisiera sacar del pecho

165

pedazos del corazón.

¿Qué ley, justicia o razón

negar a los hombres sabe

privilegio tan süave,

excepción tan principal,

170

que Dios le ha dado a un cristal,

a un pez, a un bruto y a un ave?

ROSAURA

    Temor y piedad en mí

sus razones han causado.

SEGISMUNDO

¿Quié[n] mis voces ha escuchado?

175

¿Es Clotaldo?

CLARÍN

 (Aparte.) 

Di que sí.

ROSAURA

No es sino un triste, ¡ay de mí!

que en estas bóvedas frías

oyó tus melancolías.

SEGISMUNDO

 (Ásela.)  

Pues la muerte te daré,

180

porque no sepas que sé,

que sabes flaquezas mías.

    Sólo porque me has oído,

entre mis membrudos brazos

te tengo de hacer pedazos.

185

CLARÍN

Yo soy sordo, y no he podido

escucharte.

ROSAURA

Si has nacido

humano, baste el postrarme

a tus pies para librarme.

SEGISMUNDO

Tu voz pudo enternecerme,

190

tu presencia suspenderme,

y tu respeto turbarme.

    ¿Quién eres? Que aunque yo aquí

tan poco del mundo sé,

que cuna y sepulcro fue

195

esta torre para mí;

y aunque desde que nací

(si esto es nacer) sólo advierto

este rústico desierto,

donde miserable vivo,

200

siendo un esqueleto vivo,

siendo un animado muerto;

    y aunque nunca vi ni hablé

sino a un hombre solamente

que aquí mis desdichas siente,

205

por quien las noticias sé

de cielo y tierra; y aunque aquí,

porque más te asombres

y monstruo humano me nombres,

entre asombros y quimeras,

210

soy un hombre de las fieras,

y una fiera de los hombres;

    y aunque en desdichas ta[n] graves

la política he estudiado,

de los brutos enseñado,

215

advertido de las aves,

y de los astros süaves

los círculos he medido,

tú sólo, tú, has suspendido

la pasión a mis enojos,

220

la suspensión a mis ojos,

la admiración al oído.

    Con cada vez que te veo

nueva admiración me das,

y cuando te miro más

225

aun más mirarte deseo.

Ojos hidrópicos creo

que mis ojos deben ser;

pues cuando es muerte el beber,

beben más, y desta suerte,

230

viendo que el ver me da muerte,

estoy muriendo por ver.

    Pero véate yo y muera;

que no sé, rendido ya,

si el verte muerte me da,

235

el no verte qué me diera.

Fuera, más que muerte fiera,

ira, rabia y dolor fuerte;

fuera muerte; desta suerte

su rigor he ponderado,

240

pues dar vida a un desdichado

es dar a un dichoso muerte.

ROSAURA

    Con asombro de mirarte,

con admiración de oírte,

ni sé qué pueda decirte,

245

ni qué pueda preguntarte.

Sólo diré que a esta parte

hoy el cielo me ha guiado

para haberme consolado,

si consuelo puede ser,

250

del que es desdichado, ver

a otro que es más desdichado.

    Cuentan de un sabio, que un día

tan pobre y mísero estaba,

que sólo se sustentaba

255

de unas yerbas que comía.

¿Habrá otro -entre sí decía-

más pobre y triste que yo?

Y cuando el rostro volvió

halló la respuesta, viendo

260

que iba otro sabio cogiendo

las hojas que él arrojó.

    Quejoso de la fortuna

yo en este mundo vivía,

y cuando entre mí decía:

265

¿Habrá otra persona alguna

de suerte más importuna?,

piadoso me has respondido;

pues volviendo en mi sentido,

hallo que las penas mías,

270

para hacerlas tú alegrías,

las hubieras recogido.

    Y por si acaso mis penas

pueden aliviarte en parte,

óyelas atento, y toma

275

las que dellas me sobraren.

Yo soy...

CLOTALDO

 (Dentro CLOTALDO.)  

Guardas desta torre,

que, dormidas o cobardes,

disteis paso a dos personas

que han quebrantado la cárcel...

280

ROSAURA

Nueva confusión padezco.

SEGISMUNDO

Este es Clotaldo, mi alcaide.

Aún no acaban mis desdichas.

CLOTALDO

 (Dentro.)  

    ... acudid, y vigilantes,

sin que puedan defenderse,

285

o prendeldes o mataldes.

TODOS

 (Dentro.)  

¡Traición!

CLARÍN

Guardas desta torre,

que entrar aquí nos dejasteis,

pues que nos dais a escoger,

el prendernos es más fácil.

290

(Sale CLOTALDO con escopeta, y SOLDADOS, todos con los rostros cubiertos.)

CLOTALDO

Todos os cubrid los rostros;

que es diligencia importante

mientras estamos aquí

que no nos conozca naide.

CLARÍN

¿Enmascaraditos hay?

295

CLOTALDO

¡Oh vosotros, que ignorantes

de aqueste vedado sitio

coto y término pasasteis

contra el decreto del Rey,

que manda que no ose nadie

300

examinar el prodigio

que entre estos peñascos yace!

¡Rendid las armas y vidas,

o aquesta pistola, áspid

de metal, escupirá

305

el veneno penetrante

de dos balas, cuyo fuego

será escándalo del aire!

SEGISMUNDO

Primero, tirano dueño,

que los ofendas y agravies,

310

será mi vida despojo

destos lazos miserables;

pues en ellos, vive Dios,

tengo de despedazarme

con las manos, con los dientes,

315

entre aquestas peñas, antes

que su desdicha consienta

y que llore sus ultrajes.

CLOTALDO

Si sabes que tus desdichas,

Segismundo, son tan grandes,

320

que antes de nacer moriste

por ley del cielo; si sabes

que aquestas prisiones son

de tus furias arrogantes

un freno que las detenga

325

y una rienda que las pare,

¿por qué blasonas? La puerta

cerrad desa estrecha cárcel;

escondelde en ella.

(Ciérranle la puerta, y dice dentro.)

SEGISMUNDO

¡Ah cielos,

qué bien hacéis en quitarme

330

la libertad! Porque fuera

contra vosotros gigante,

que, para quebrar al sol

esos vidrios y cristales,

sobre cimientos de piedra

335

pusiera montes de jaspe.

CLOTALDO

Quizá porque no los pongas,

hoy padeces tantos males.

ROSAURA

Ya que vi que la soberbia

te ofendió tanto, ignorante

340

fuera en no pedirte humilde

vida que a tus plantas yace.

Muévate en mí la piedad;

que será rigor notable

que no hallen favor en ti

345

ni soberbias ni humildades.

CLARÍN

Y si Humildad y Soberbia

no te obligan, personajes

que han movido y removido

mil autos sacramentales,

350

yo, ni humilde ni soberbio,

sino entre las dos mitades

entreverado, te pido

que nos remedies y ampares.

CLOTALDO

¡Hola!

SOLDADOS

Señor...

CLOTALDO

A los dos

355

quitad las armas, y ataldes

los ojos, porque no vean

cómo ni de dónde salen.

ROSAURA

Mi espada es ésta, que a ti

solamente ha de entregarse,

360

porque, al fin, de todos eres

el principal, y no sabe

rendirse a menos valor.

CLARÍN

La mía es tal, que puede darse

al más ruin; tomadla vos.

365

ROSAURA

Y si he de morir, dejarte

quiero, en la fe desta piedad,

prenda que pudo estimarse

por el dueño que algún día

se la ciñó. Que la guardes

370

te encargo, porque aunque yo

no sé qué secreto alcance,

sé que esta dorada espada

encierra misterios grandes;

pues sólo fiado en ella

375

vengo a Polonia a vengarme

de un agravio.

CLOTALDO

 (Aparte. 

¡Santos cielos!

¿Qué es esto? Ya son más graves

mis penas y confusiones,

mis ansias y mis pesares.)

380

¿Quién te la dio?

ROSAURA

Una mujer.

CLOTALDO

¿Cómo se llama?

ROSAURA

Que calle

su nombre es fuerza.

CLOTALDO

¿De qué

infieres agora, o sabes,

que hay secreto en esta espada?

385

ROSAURA

Quien me la dio, dijo: «Parte

a Polonia, y solicita

con ingenio, estudio o arte,

que te vean esa espada

los nobles y principales;

390

que yo sé que alguno dellos

te favorezca y ampare»;

que por si acaso era muerto

no quiso entonces nombrarle.

CLOTALDO

 (Aparte. 

¡Válgame el cielo! ¿Qué escucho?

395

Aun no sé determinarme

si tales sucesos son

ilusiones o verdades.

Esta espada es la que yo

dejé a la hermosa Violante,

400

por señas que el que ceñida

la trujera, había de hallarme

amoroso como hijo,

y piadoso como padre.

Pues ¿qué he de hacer, ¡ay de mí!,

405

en confusión semejante,

si quien la trae por favor

para su muerte la trae,

pues que sentenciado a muerte

llega a mis pies? ¡Qué notable

410

confusión! ¡Qué triste hado!

¡Qué suerte tan inconstante!

Éste es mi hijo, y las señas

dicen bien con las señales

del corazón, que por verle

415

llama el pecho, y en él bate

Proyecto Salón Hogar

las alas, y no pudiendo

romper los candados, hace

lo que aquel que está encerrado,

y oyendo ruido en la calle

420

se asoma por la ventana:

y él así, como no sabe

lo que pasa, y oye el ruido,

va a los ojos a asomarse,

que son ventanas del pecho

425

por donde en lágrimas sale.

¿Qué he de hacer? ¡Válgame el cielo!

¿Qué he de hacer? Porque llevarle

al Rey es llevarle, ¡ay triste!,

a morir, pues ocultarle

430

al Rey no puedo, conforme

a la ley del homenaje.

De una parte el amor propio,

y la lealtad de otra parte

me rinden. Pero ¿qué dudo?

435

¿La lealtad al Rey no es antes

que la vida y que el honor?

Pues ella viva y él falte.

Fuera de que, si ahora atiendo

a que dijo que a vengarse

440

viene de un agravio, hombre

que está agraviado, es infame.

No es mi hijo, no es mi hijo,

ni tiene mi noble sangre.

Pero si ya ha sucedido

445

un peligro de quien nadie

se libró, porque el honor

es de materia tan fácil

que con una acción se quiebra

o se mancha con un aire,

450

¿qué más puede hacer, qué más

el que es noble de su parte,

que a costa de tantos riesgos

haber venido a buscarle?

Mi hijo es, mi sangre tiene,

455

pues tiene valor tan grande;

y así, entre una y otra duda,

el medio más importante

es irme al Rey, y decirle

que es mi hijo, y que le mate.

460

Quizá la misma piedad

de mi honor podrá obligarle;

y si le merezco vivo,

yo le ayudaré a vengarse

de su agravio. Mas si el Rey,

465

en sus rigores constante,

le da muerte, morirá

sin saber que soy su padre.)

Venid conmigo, extranjeros.

No temáis, no, de que os falte

470

compañía en las desdichas;

pues en duda semejante

de vivir o de morir,

no sé cuáles son más grandes.

(Vanse.)  

(Sale por una parte ASTOLFO con acompañamiento de SOLDADOS, y por otra ESTRELLA con damas. Suena música.)

ASTOLFO

    Bien al ver los excelentes

475

rayos, que fueron cometas,

mezclan salvas diferentes

las cajas y las trompetas,

los pájaros y las fuentes;

    siendo con música igual,

480

y con maravilla suma,

a tu vista celestial,

unos, clarines de pluma,

y otras, aves de metal;

    y así os saludan, señora,

485

como a su reina las balas,

los pájaros como a Aurora,

las trompetas como a Palas,

y las flores como a Flora;

    porque sois, burlando el día,

490

que ya la noche destierra,

Aurora en el alegría,

Flora en paz, Palas en guerra,

y reina en el alma mía.

ESTRELLA

    Si la voz se ha de medir

495

con las acciones humanas,

mal habéis hecho en decir

finezas tan cortesanas,

donde os pueda desmentir

    todo ese marcial trofeo

500

con quien ya atrevida lucho;

pues no dicen, según creo,

las lisonjas que os escucho,

con los rigores que veo.

    Y advertid que es baja acción,

505

que sólo a una fiera toca,

madre de engaño y traición,

el halagar con la boca

y matar con la intención.

ASTOLFO

    Muy mal informada estáis,

510

Estrella, pues que la fe

de mis finezas dudáis,

y os suplico que me oigáis

la causa, a ver si la sé.

    Falleció Eustorgio tercero,

515

Rey de Polonia, quedó

Basilio por heredero,

y dos hijas, de quien yo

y vos nacimos. No quiero

    cansar con lo que no tiene

520

lugar aquí. Clorilene,

vuestra madre y mi señora,

que en mejor imperio agora

dosel de luceros tiene,

    fue la mayor, de quien vos

525

sois hija. Fue la segunda,

madre y tía de los dos,

la gallarda Recisunda,

que guarde mil años Dios.

    Casó en Moscovia, de quien

530

nací yo. Volver agora

al otro principio es bien.

Basilio, que ya, señora,

se rinde al común desdén

    del tiempo, más inclinado

535

a los estudios que dado

a mujeres, enviudó

sin hijos; y vos y yo

aspiramos a este estado.

    Vos alegáis que habéis sido

540

hija de hermana mayor;

yo, que varón he nacido,

y aunque de hermana menor,

os debo ser preferido.

    Vuestra intención y la mía

545

a nuestro tío contamos.

Él respondió que quería

componernos, y aplazamos

este puesto y este día.

    Con esta intención salí

550

de Moscovia y de su tierra;

con ésta llegué hasta aquí,

en vez de haceros yo guerra,

a que me la hagáis a mí.

    ¡Oh, quiera Amor, sabio dios,

555

que el vulgo, astrólogo cierto,

hoy lo sea con los dos,

y que pare este concierto

en que seáis reina vos,

    pero reina en mi albedrío,

560

dándoos, para más honor,

su corona nuestro tío,

sus triunfos vuestro valor,

y su imperio el amor mío!

ESTRELLA

    A tan cortés bizarría

565

menos mi pecho no muestra,

pues la imperial monarquía,

para sólo hacerla vuestra,

me holgara que fuese mía;

    aunque no está satisfecho

570

mi amor de que sois ingrato

si en cuanto decís, sospecho

que os desmiente ese retrato

que está pendiente del pecho.

ASTOLFO

    Satisfaceros intento

575

con él... Mas lugar no da

tanto sonoro instrumento,

que avisa que sale ya

el Rey con su parlamento.

(Tocan, y sale el REY BASILIO, viejo y acompañamiento.)

ESTRELLA

    Sabio Tales...

ASTOLFO

Docto Euclides...

580

ESTRELLA

que entre signos...

ASTOLFO

que entre estrellas...

ESTRELLA

hoy gobiernas...

ASTOLFO

hoy resides...

ESTRELLA

y sus caminos...

ASTOLFO

sus huellas...

ESTRELLA

describes...

ASTOLFO

tasas y mides...

ESTRELLA

    deja que en humildes lazos...

585

ASTOLFO

deja que en tiernos abrazos...

ESTRELLA

yedra dese tronco sea...

ASTOLFO

rendido a tus pies me vea.

BASILIO

Sobrinos, dadme los brazos,

    y creed, pues que leales

590

a mi precepto amoroso,

venís con afectos tales,

que a nadie deje quejoso,

y los dos quedéis iguales.

    Y así, cuando me confieso

595

rendido al prolijo peso,

sólo os pido en la ocasión

silencio, que admiración

ha de pedirla el suceso.

    Ya sabéis (estadme atentos

600

amados sobrinos míos,

corte ilustre de Polonia,

vasallos, deudos y amigos),

ya sabéis que yo en el mundo

por mi ciencia he merecido

605

el sobrenombre de docto;

pues, contra el tiempo y olvido,

los pinceles de Timantes,

los mármoles de Lisipo,

en el ámbito del orbe

610

me aclaman el gran Basilio.

Ya sabéis que son las ciencias

que más curso y más estimo,

matemáticas sutiles,

por quien al tiempo le quito,

615

por quien a la fama rompo

la jurisdicción y oficio

de enseñar más cada día;

pues cuando en mis tablas miro

presentes las novedades

620

de los venideros siglos,

le gano al tiempo las gracias

de contar lo que yo he dicho.

Esos círculos de nieve,

esos doseles de vidrio,

625

que el sol ilumina a rayos,

que parte la luna a giros,

esos orbes de diamantes,

esos globos cristalinos,

que las estrellas adornan

630

y que campean los signos,

son el estudio mayor

de mis años, son los libros

donde en papel de diamante,

en cuadernos de zafiros,

635

escribe con líneas de oro,

en caracteres distintos,

el cielo nuestros sucesos,

ya adversos o ya benignos.

Estos leo tan veloz,

640

que con mi espíritu sigo

sus rápidos movimientos

por rumbos y por caminos.

¡Pluguiera al cielo, primero

que mi ingenio hubiera sido

645

de sus márgenes comento

y de sus hojas registro,

hubiera sido mi vida

el primero desperdicio

de sus iras, y que en ellas

650

mi tragedia hubiera sido,

porque de los infelices

aun el mérito es cuchillo,

que a quien le daña el saber,

homicida es de sí mismo!

655

Dígalo yo, aunque mejor

lo dirán sucesos míos,

Proyecto Salón Hogar

para cuya admiración

otra vez silencio os pido.

En Clorilene, mi esposa,

660

tuve un infelice hijo,

en cuyo parto los cielos

se agotaron de prodigios,

antes que a la luz hermosa

le diese el sepulcro vivo

665

de un vientre, porque el nacer

y el morir son parecidos.

Su madre infinitas veces,

entre ideas y delirios

del sueño, vio que rompía

670

sus entrañas atrevido

un monstruo en forma de ho[m]bre,

y entre su sangre teñido

le daba muerte, naciendo

víbora humana del siglo.

675

Llegó de su parto el día,

y los presagios cumplidos

(porque tarde o nunca son

mentirosos los impíos),

nació en horóscopo tal,

680

que el sol, en su sangre tinto,

entraba sañudamente

con la luna en desafío;

y siendo valla la tierra,

los dos faroles divinos

685

a luz entera luchaban,

ya que no a brazo partido.

El mayor, el más horrendo

eclipse que ha padecido

el sol, después que con sangre

690

lloró la muerte de Cristo,

éste fue, porque, anegado

el orbe entre incendios vivos,

presumió que padecía

el último parasismo.

695

Los cielos se escurecieron,

temblaron los edificios,

llovieron piedras las nubes,

corrieron sangre los ríos.

En este mísero, en este

700

mortal planeta o signo,

nació Segismundo dando

de su condición indicios,

pues dio la muerte a su madre,

con cuya fiereza dijo:

705

«Ho[m]bre soy, pues que ya empiezo

a pagar mal beneficios.»

Yo, acudiendo a mis estudios,

en ellos y en todo miro

que Segismundo sería

710

el hombre más atrevido,

el príncipe más crüel

y el monarca más impío,

por quien su reino vendría

a ser parcial y diviso,

715

escuela de las traiciones

y academia de los vicios;

y él, de su furor llevado,

entre asombros y delitos,

había de poner en mí

720

las plantas, y yo rendido

a sus pies me había de ver

(¡con qué congoja lo digo!),

siendo alfombra de sus plantas

las canas del rostro mío.

725

¿Quién no da crédito al daño,

y más al daño que ha visto

en su estudio, donde hace

el amor propio su oficio?

Pues dando crédito yo

730

a los hados, que adivinos

me pronosticaban daños

en fatales vaticinios,

determiné de encerrar

la fiera que había nacido,

735

por ver si el sabio tenía

en las estrellas dominio.

Publicóse que el Infante

nació muerto; y, prevenido,

hice labrar una torre

740

entre las peñas y riscos

desos montes, donde apenas

la luz ha hallado camino,

por defenderle la entrada

sus rústicos obeliscos.

745

Las graves penas y leyes,

que con públicos editos

declararon que ninguno

entrase a un vedado sitio

del monte, se ocasionaron

750

de las causas que os he dicho.

Allí Segismundo vive

mísero, pobre y cautivo,

adonde solo Clotaldo

le ha hablado, tratado y visto.

755

Éste le ha enseñado ciencias;

éste en la ley le ha instrüido

católica, siendo solo

de sus miserias testigo.

Aquí hay tres cosas: la una

760

que yo, Polonia, os estimo

tanto que os quiero librar

de la opresión y servicio

de un rey tirano, porque

no fuera señor benigno

765

el que a su patria y su imperio

pusiera en tanto peligro.

La otra es considerar

que si a mi sangre le quito

el derecho que le dieron

770

humano fuero y divino,

no es cristiana caridad;

pues ninguna ley ha dicho

que por reservar yo a otro

de tirano y de atrevido,

775

pueda yo serlo, supuesto

que si es tirano mi hijo,

porque él delitos no haga,

vengo yo a hacer los delitos.

Es la última y tercera

780

el ver cuánto yerro ha sido

dar crédito fácilmente

a los sucesos previstos;

pues aunque su inclinación

le dicte sus precipicios,

785

quizá no le vencerán,

porque el hado más esquivo,

la inclinación más violenta,

el planeta más impío,

sólo el albedrío inclinan,

790

no fuerzan el albedrío. Y así,

entre una y otra causa

vacilante y discursivo,

previne un remedio tal

que os suspenda los sentidos.

795

Yo he de ponerle mañana

sin que él sepa que es mi hijo

y rey vuestro, a Segismundo

(que aqueste su nombre ha sido)

en mi dosel, en mi silla,

800

y, en fin, en el lugar mío,

donde os gobierne y os mande,

y donde todos rendidos

la obediencia le juréis;

pues con aquesto consigo

805

tres cosas, con que respondo

a las otras tres que he dicho.

Es la primera, que siendo

prudente, cuerdo y benigno,

desmintiendo en todo al hado

810

que dél tantas cosas dijo,

gozaréis el natural

príncipe vuestro, que ha sido

cortesano de unos montes,

y de sus fieras vecino.

815

Es la segunda, que si él,

soberbio, osado, atrevido

y crüel, con rienda suelta

corre el campo de sus vicios,

habré yo piadoso entonces

820

con mi obligación cumplido;

y luego en desposeerle

haré como rey invicto,

siendo el volverle a la cárcel

no crueldad, sino castigo.

825

Es la tercera, que siendo

el príncipe como os digo,

por lo que os amo, vasallos,

os daré reyes más dignos

de la corona y el cetro,

830

pues serán mis dos sobrinos;

juntando en uno el derecho

de los dos, y convenidos

con la fe del matrimonio

tendrán lo que han merecido.

835

Esto como rey os mando,

esto como padre os pido,

esto como sabio os ruego,

esto como anciano os digo;

y si el Séneca español

840

que era humilde esclavo, dijo,

de su república un rey,

como esclavo os lo suplico.

ASTOLFO

Si a mí el responder me toca,

como el que en efeto ha sido

845

aquí el más interesado,

en nombre de todos digo

que Segismundo parezca

pues le basta ser tu hijo.

TODOS

Danos al príncipe nuestro,

850

que ya por rey le pedimos.

BASILIO

Vasallos, esa fineza

os agradezco y estimo.

Acompañad a sus cuartos

a los dos atlantes míos,

855

que mañana le veréis.

TODOS

¡Viva el grande rey Basilio!

(Éntranse todos.)

(Antes que se entre el REY salen CLOTALDO, ROSAURA y CLARÍN, y [CLOTALDO] detiene al REY.)

CLOTALDO

¿Podréte hablar?

BASILIO

¡Oh Clotaldo,

tú seas muy bien venido!

CLOTALDO

Aunque viniendo a tus pla[n]tas

860

es fuerza el haberlo sido,

esta vez rompe, señor,

el hado triste y esquivo,

el privilegio a la ley,

y a la costumbre el estilo.

865

BASILIO

¿Qué tienes?

CLOTALDO

Una desdicha,

señor, que me ha sucedido,

cuando pudiera tenerla

por el mayor regocijo.

BASILIO

Prosigue.

CLOTALDO

Este bello joven,

870

osado o inadvertido,

entró en la torre, señor,

adonde al Príncipe ha visto,

y es...

BASILIO

No te aflijas, Clotaldo.

Si otro día hubiera sido,

875

confieso que lo sintiera;

pero ya el secreto he dicho,

y no importa que él lo sepa,

supuesto que yo lo digo.

Vedme después porque tengo

880

muchas cosas que advertiros,

y muchas que hagáis por mí;

que habéis de ser, os aviso,

instrumento del mayor

suceso que el mundo ha visto;

885

y a esos presos, porque al fin

no presumáis que castigo

descuidos vuestros, perdono.

 (Vase.)  

CLOTALDO

¡Vivas, gran señor, mil siglos!

  (Aparte. 

Mejoró el cielo la suerte.

890

Ya no diré que es mi hijo,

pues que lo puedo excusar.)

Extranjeros peregrinos,

libres estáis.

ROSAURA

Tus pies beso

mil veces.

CLARÍN

Y yo los viso,

895

que una letra más o menos

no reparan dos amigos.

ROSAURA

La vida, señor, me has dado;

y pues a tu cuenta vivo,

eternamente seré

900

esclavo tuyo.

CLOTALDO

No ha sido

vida la que yo te he dado,

porque un hombre bien nacido,

si está agraviado, no vive;

y supuesto que has venido

905

a vengarte de un agravio,

según tú propio me has dicho,

no te he dado vida yo,

porque tú no la has traído;

que vida infame no es vida.

910

ROSAURA

 (Aparte. 

Bien con aquesto le animo.)

Confieso que no la tengo,

aunque de ti la recibo;

pero yo con la venganza

dejaré mi honor tan limpio,

915

que pueda mi vida luego,

atropellando peligros,

parecer dádiva tuya.

CLOTALDO

Toma el acero bruñido

que trujiste; que yo sé

920

que él baste, en sangre teñido

de tu enemigo, a vengarte;

porque acero que fue mío

(digo este instante, este rato

que en mi poder le he tenido)

925

sabrá vengarte.

ROSAURA

En tu nombre

segunda vez me le ciño,

y en él juro mi venganza,

aunque fuese mi enemigo

más poderoso.

CLOTALDO

¿Eslo mucho?

930

ROSAURA

Tanto que no te lo digo;

no porque de tu prudencia

mayores cosas no fío,

sino porque no se vuelva

contra mí el favor que admiro

935

en tu piedad.

CLOTALDO

Antes fuera

ganarme a mí con decirlo;

pues fuera cerrarme el paso

de ayudar a tu enemigo.

ROSAURA

 (Aparte. 

¡Oh, si supiera quién es!)

940

Porque no pienses que estimo

tan poco esa confianza,

sabe que el contrario ha sido

no menos que Astolfo, duque

de Moscovia.

CLOTALDO

 (Aparte. 

Mal resisto

945

el dolor, porque es más grave

que fue imaginado, visto.)

Apuremos más el caso.

Si moscovita has nacido,

el que es natural señor

950

mal agraviarte ha podido.

Vuélvete a tu patria, pues,

y deja el ardiente brío

que te despeña.

ROSAURA

Yo sé

que, aunque mi príncipe ha sido,

955

pudo agraviarme.

CLOTALDO

No pudo,

aunque pusiera, atrevido,

la mano en tu rostro.

ROSAURA

 (Aparte. 

¡Ay cielos!)

Mayor fue el agravio mío.

CLOTALDO

Dilo ya, pues que no puedes

960

decir más que yo imagino.

ROSAURA

Sí dijera; mas no sé

con qué respeto te miro,

con qué afecto te venero,

con que estimación te asisto,

965

que no me atrevo a decirte

que es este exterior vestido

enigma, pues no es de quien

parece. Juzga advertido,

si no soy lo que parezco,

970

y Astolfo a casarse vino

con Estrella, si podrá

agraviarme. Harto te he dicho.

(Vanse ROSAURA y CLARÍN.)

CLOTALDO

¡Escucha, aguarda, detente!

¿Qué confuso laberinto

975

es éste, donde no puede

hallar la razón el hilo?

Mi honor es el agraviado,

poderoso el enemigo,

yo vasallo, ella mujer.

980

Descubra el cielo camino;

aunque no sé si podrá,

cuando en tan confuso abismo

es todo el cielo un presagio,

y es todo el mundo un prodigio.

985

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