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  Crecimiento religioso y politico

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Edad Media occidental y oriental

Mientras Europa se encontraba en la Temprana Edad Media (siglos V-VII), apareció en Arabia una nueva religión que determinaría con fuerza la conformación política y religiosa de la humanidad. Esto sucedió en La Meca, donde un camellero llamado Mahoma (570-632) aseguró haber recibido una revelación celestial que le comunicaba la existencia de un solo Dios (Alá) y que él sería su profeta. Esta aparición ayudó a los árabes, ya que hasta aquella época no habían tenido un papel importante, pues no formaban un estado homogéneo, sino que se componían de provincias independientes y de tribus dispersas por guerras continuas.
Un siglo después, en Europa, durante la Alta Edad Media (siglos VIII-XII), la dinastía carolingia extendió su influencia a la mayor parte de Europa occidental.


Si bien fue el rey Pipino el Breve quien se dedicó a ampliar los límites de su reino, convirtiendo a la Galia en una unidad territorial regida por una sola corona, fue su hijo Carlomagno (nombrado emperador el 800 d.C.) quien llevó el reino de los francos a su mayor desarrollo. De hecho, durante su reinado Europa experimentó un notable auge cultural, conocido con el nombre de Renacimiento carolingio, en que se crearon escuelas de enseñanza en catedrales y monasterios e incluso en la propia corte.

Cúpula de la Roca (Jerusalén). Según la tradición islámica, alberga la roca sobre la cual Abraham debía sacrificar a su hijo y desde la cual el profeta Mahoma emprendió su viaje al cielo.

570 d.C. 632 d.C.

Mahoma, el profeta del Islam

Mahoma tuvo su primera revelación a los 40 años cuando, según afirma, se le apareció el arcángel Gabriel en una visión. Ahí se le comunicó la existencia de un solo Dios (Alá) y que él sería su profeta.

Datos biográficos

Mahoma nació en La Meca, ciudad de Arabia occidental (en la región conocida como Al-Hijaz), en el año 570 de la era cristiana. Su padre, Abdallah, muerto dos meses antes de este hecho, fue hijo de uno de los sacerdotes del célebre templo de la Kaaba; su madre, Amina, era hija de un jefe de tribu de los Quraysies.

Mahoma fue primero amamantado por su madre y después, según costumbre, colocado en una tribu nómada del desierto, donde no permaneció más que hasta la edad de tres años. Sin embargo, a los seis años quedó huérfano, quedando al cuidado de su abuelo Abd-el-Mottatib, que lo crió en medio de comodidades. Pero este murió dos años después de Amina, por lo que fue recogido por su tío paterno Abu Talib, que lo cuidó hasta su muerte. Años después, cuando Mahoma tenía 25, se casó con una adinerada viuda llamada Jadidja, 20 años mayor que él, a la que fue fiel y de la que estuvo enamorado hasta que murió (619).

Gracias a las caravanas comerciales que emprendió por los negocios de su familia política, Mahoma entró en contacto con las principales ideas de las religiones monoteístas, es decir, del judaísmo y el cristianismo, pero en versiones alejadas de la ortodoxia. Según la tradición islámica, en el año 610, cuando Mahoma tenía 40 años, tuvo su primera revelación. El arcángel Gabriel se le apareció en el monte Hira y le comunicó la existencia de un solo Dios (Alá), y que él, Mahoma, sería su profeta, por lo que su misión era llevar la palabra de Dios a los infieles (no creyentes).

Nace el profeta

Después de dudas y depresiones, en el año 613 Mahoma comenzó a predicar en la ciudad de La Meca, el centro comercial más próspero de los árabes y sitio de la Kaaba, el templo principal del culto politeísta. Esta nueva religión -el Islam- provocaría un cambio en las estructuras políticas y económicas de la ciudad, por lo que Mahoma empezó a ser considerado como un enemigo público.

Mahoma

"Di la verdad aunque sea amarga. Di la verdad aun contra ti mismo". (Mahoma)

Sus planteamientos religiosos se extendieron gracias a su incipiente apostolado, llegando a aldeas cercanas. Pero el peligro que suponía Mahoma en La Meca motivó su marcha a la ciudad árabe de Medina. A este episodio de su vida se le llama la Hégira, y con él se señala el fin de la época preislámica y el inicio de la era del Islam, por lo que los musulmanes lo consideran el año cero de su calendario lunar (622 de la era cristiana). A su llegada a Medina empezó a organizar el culto que había fundado; y el libro sagrado del Corán, que entonces no era más que un bosquejo, fue completándose por medio de frecuentes revelaciones que el cielo enviaba al profeta. Desde ese momento, el propósito de Mahoma fue extender la nueva religión, planteando la Guerra Santa (Yihad) como vehículo de expansión. Se volvió amargado e intolerante hacia los judíos, aunque se apropió de parte de sus creencias religiosas, principalmente declarando a Abraham como primer musulmán, como prototipo del profeta y buscador de un dios monoteísta (hanif), así como fundador de la Kaaba en La Meca como lugar de veneración del Dios único, Alá.

Su peregrinación

Entre el 625 y 630 hubo entre los partidarios de Mahoma y los habitantes de La Meca una serie de escaramuzas y de asaltos recíprocos a la caravanas, en los cuales Mahoma dio muestras de ser un estratega capacitado.

Las revelaciones del Corán de la época de Medina muestran la seguridad con que Mahoma y los musulmanes creían que su suerte en la batalla estaba determinada por Dios. Pero, sobre todo, Mahoma consolidó su comunidad calmando con habilidad las tensiones peligrosas entre los antiguos creyentes de La Meca (sus primeros seguidores) y los nuevos creyentes de Medina y alrededores.

Finalmente, en enero de 630 volvió victorioso a su ciudad natal, La Meca, donde se mostró cada vez más tolerante con sus anteriores detractores, “purificó” la Kaaba de ídolos y declaró el peregrinaje a La Meca como una institución musulmana. Poco después de su “peregrinaje de despedida” a La Meca, en marzo del año 632, Mahoma murió en Medina el 8 de junio de ese mismo año, tras una breve enfermedad, mientras planeaba la conquista de Bizancio y Persia.

Después de Mahoma

A partir del año 632, fecha de la muerte de Mahoma, sus sucesores, los califas, construyeron un gran imperio musulmán. El primer califato, llamado legítimo u ortodoxo (632-661) conquistó Siria, Palestina y Egipto (las zonas más ricas y pobladas del Imperio Bizantino) y los territorios dominados por Persia. En el 661, tras el asesinato de Alí, primo e hijo adoptivo de Mahoma, nació el califato Omeya, cuya capital se asentó en la ciudad de Damasco.

La corte de los califas adoptó un refinamiento y una estructura administrativa inspirados en los modelos bizantinos y persas; el Imperio quedó organizado en una red de provincias gobernadas por los emires o walíes bajo la dirección suprema del califa (soberano político y religioso) y sus colaboradores, el Mexuar (consejo), el hachib (primer ministro), los visires (ministros) y los cadíes (jueces). El 750, los chiítas, grupo musulmán formado por los partidarios de la dinastía de Alí, destronaron a los omeyas e impusieron un nuevo califato, el Abasí, con capital en la ciudad de Bagdad. A partir de ese momento se inició un período caracterizado por la progresiva fragmentación del imperio árabe, hasta la desaparición del califato en 1258 y el surgimiento de distintos reinos musulmanes, entre los que alcanzó papel sobresaliente el de los turcos otomanos.

El Corán

Al poco tiempo de la muerte de Mahoma, en el año 632, las revelaciones fueron compiladas en un texto formal conocido como el Corán, que significa recitación o lectura. El árabe fue y continúa siendo hoy el idioma del Corán para todos los fieles, aunque se han hecho traducciones a la mayoría de los idiomas. Así es que los musulmanes son también, como los judíos y los cristianos, pueblos del libro. El islamismo es más que una religión. El Corán está al centro de la vida espiritual de todo musulmán, y hay muchos que lo han memorizado por entero. También sirve como guía para la vida cotidiana, para el comportamiento privado y social.

Mahoma y las mujeres

Según el historiador árabe Abulfeda, Mahoma aseguraba que existía cierto número de hombres perfectos; pero que entre las mujeres no podía citarse más que a cuatro: Aseia, mujer de Faraón; María, madre de Jesús; Jadidja, mujer del profeta, y Fátima, su hija.

Mahoma no tuvo hijos sino de su esposa Jadidja, y de esos hijos, que fueron siete, tres varones murieron, no quedándole más que cuatro hijas, la más conocida de las cuales es Fátima, que se casó con su hijo adoptivo, Alí.
A su muerte, Mahoma dejó nueve viudas, las que no se casaron en virtud de la prohibición que de ello hiciera el Profeta.

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Carlomagno, rey de los francos

Carlomagno

"El sueño de los que están despiertos es la esperanza" (Carlomagno)

742 d.C. 814 d.C.

Carlomagno fue el rey más influyente en Europa durante la Edad Media, ya que condujo a su ejército franco a la victoria sobre numerosos pueblos, y estableció su dominio en la mayor parte de Europa central y occidental.

Datos biográficos

Carlos, conocido posteriormente como Carlomagno o Carlos I el Grande, nació en Aquisgrán (Aix-la-Chapelle), Alemania, en el año 742. Sobre su infancia, adolescencia y educación no se sabe casi nada; solo que en el año 754, tres años después de que su padre, Pipino el Breve, destronara al último rey merovingio, el papa Esteban II coronó a este como rey e invistió a Carlomagno y a su hermano menor, Carlomán. Ese mismo año, Pipino invadió Italia para proteger al papa de los lombardos. Desde el 760, los principales esfuerzos militares de Pipino se centraron en la conquista del ducado de Aquitania. Carlomagno acompañó a su padre en la mayoría de esas expediciones, pero cuando Pipino murió, en el 768, el reino fue heredado por sus dos hijos.

Carlomagno compartió el reino con su hermano y buscó una alianza con los lombardos (Italia), casándose en 770 con la hija de su rey, Desiderio. Tras la muerte repentina de Carlomán, en 771, Carlomagno se apoderó de sus territorios. Los herederos de Carlomán buscaron refugio en la corte de Desiderio. Sin embargo, Carlomagno había repudiado a su esposa, por lo que Desiderio ya no era su aliado y lo derrocó en 774, siendo coronado rey de los lombardos.

La lucha por el poder

Animado por su éxito en Italia, Carlomagno concentró, en el 775, sus energías en la conquista de Sajonia (norte de Alemania). Este desafío le exigió 18 campañas sucesivas entre los años 772 y 804. Carlomagno dominaba así el más importante reino de la Europa de su época, pero para mantenerlo tuvo que combatir continuamente: unas veces contra rebeliones o resistencias internas y otras para asegurar las fronteras contra enemigos exteriores. Entre estas rebeliones, una de las más importantes fue la guerra contra los ávaros, en la frontera oriental, que lo llevó a dominar los territorios actuales de Hungría, Croacia y parte de Serbia. También realizó un intento infructuoso de penetrar en España, abortado por la derrota que le infligieron los vascos en la batalla de Roncesvalles (778), pero que le sirvió al menos para crear una Marca Hispánica sometida al reino franco, que iba desde Pamplona a Barcelona.

En 800 restauró a León III en el papado y fue coronado emperador por él en Roma mientras se encontraba orando. Según relata su biógrafo, Eginardo, el rey quedó sorprendido por esta coronación, que dio origen al Sacro Imperio Romano.

Extensión del Imperio

La extensión geográfica del reino de Carlomagno correspondió a la totalidad de lo que hoy son Francia, Suiza, Austria, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, y la mayor parte de Alemania, Italia, Hungría, la República Checa, Eslovaquia y Croacia. Por ello, hasta hoy es considerado un precedente de la unidad europea, ya que ningún monarca había reunido en su mano un territorio tan extenso, desde la caída del Imperio Romano (476).

La influencia de la Iglesia

La alianza y complementariedad que existía entre el emperador y el papa daría lugar a una pugna por la supremacía entre ambos poderes, que se prolongaría a lo largo de la Edad Media. En una época caracterizada por el alto grado de violencia y de anarquía que presidía la vida social, el Imperio carolingio fue un gran esfuerzo de organización político-administrativa. Aunque no había una capital fija (la capital del Imperio estaba donde se encontrara el emperador con su corte), la ciudad germánica de Aquisgrán cumplió esas funciones de manera casi permanente. Desde allí, una Cancillería, a cuyo frente se encontraba un clérigo culto, dirigía los asuntos tanto civiles como eclesiásticos; el control del territorio estaba en manos de los condes, salvo en las marcas fronterizas, organizadas militarmente, y unos enviados del emperador (missi dominici) supervisaban la administración en cada rincón del territorio. La religión cristiana constituyó un elemento cultural de integración, de estabilidad y de orden social, que el emperador se encargó de cultivar: protegió a los monasterios y procuró extender la fe cristiana hacia el norte (imponiéndola por la fuerza a los sajones). Sin embargo, aquel gran conglomerado territorial no sobrevivió mucho tiempo.

El fin de su reinado

Las últimas guerras libradas por Carlomagno fueron contra los bohemios (805), los linones (808-811) y los daneses (810). Como consecuencia de todas estas luchas, llevadas a cabo durante los 47 años que duró el reinado, el Imperio de Carlomagno se duplicó en proporciones respecto a lo heredado de su padre.

Antes de morir, Carlomagno designó como sucesor al único hijo que le quedaba, Luis (que pasó a ser conocido como Luis I el Piadoso o Ludovico Pío). La ceremonia de coronación se realizó el 11 de septiembre del año 813 y en ella le nombró heredero de la corona imperial ante la asamblea de próceres. El 28 de enero de 814, falleció Carlomagno a la edad de 72 años. Su hijo trató de seguir con su obra, pero las rebeliones de los nobles se lo impidieron, por lo que dividió el Imperio entre sus tres hijos, Luis, Lotario y Carlos. Pero se produjo una lucha entre ellos, y en el Tratado de Verdún (843) acordaron dividir el Imperio en tres partes. Luis II recibió la corona imperial e Italia; Lotario II, la parte norte: de Frisia a Suiza, denominada tras su muerte Lotaringia; Carlos, la Provenza y Borgoña.

Así comenzó el fraccionamiento del poder y del territorio, que caracterizó a gran parte de la Edad Media.

Administración del Imperio

Carlomagno estableció su residencia en Aquisgrán desde 794. Allí construyó una iglesia y un palacio, basado en parte en influencias arquitectónicas tomadas de Rávena y Roma. En su palacio reunió eruditos de toda Europa, el más famoso de los cuales fue el clérigo inglés Alcuino de York, al que puso a cargo de la escuela palatina.

La administración del Imperio fue confiada a unos 250 personeros reales denominados condes. Carlomagno emitió cientos de decretos, llamados capitulares, tratando un amplio abanico de asuntos, desde cuestiones jurídicas y militares, hasta cuestiones relativas a monasterios, a la educación y a la gestión de los dominios imperiales.


Los amores de Carlomagno

Antes de sus numerosos matrimonios Carlos mantuvo relaciones con una joven noble llamada Himiltrudis, naciendo de esta relación un hijo llamado Pipino el Jorobado. Hacia el año 770 se casó con Ermengarda, hija de Desiderio, a la que repudió por desconocidos motivos tras un año del enlace. La segunda esposa fue Hildelgarda, mujer noble de origen suabo con la que tuvo nueve hijos, cuatro varones y cinco mujeres. A la muerte de Hildelgarda se casó con Fastrada, de origen germánico, con quien al menos tuvo dos hijas, pero mientras tanto, otra amante le daba otra hija de nombre Rodaida. De nuevo viudo en el año 794, contrajo matrimonio con la alemana Liutgarda, con la que no tuvo hijos. Al fallecer esta, se relacionó con cuatro mujeres: Madelgarda, con quien tuvo a Rotilda; Gersvinda, madre de Adeltrius; Regina, que tuvo dos hijos, y Adelinda, con la que tuvo a Teodorico. En total, diez relaciones conocidas de las que nacieron al menos 18 hijos conocidos.

 

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