HISTORIA MUNDIAL CON  el Proyecto Salón Hogar

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  Filosofía

Sócrates, Platón, Aristóteles y Jesús

Alejandro Magno, Julio Cesar y Augusto Continua>>>>

Socrates, Platón y Aristóteles, Jesús Alejandro Magno, Julio Cesar y Augusto
Mahoma y Carlo Magno Gengis Khan y Marco Polo
 

 

Presentación

La historia universal preserva los nombres de una serie de hombres que, en diversos campos, han hecho aportes significativos a la evolución de la humanidad. Entre ellos se cuentan, por ejemplo, un Sócrates en la filosofía, un Mahoma en la religión, un polifacético Leonardo da Vinci en la pintura, un Beethoven en la música o un Albert Einstein en la ciencia, entre otros.

También en la historia de Puerto Rico hubo personajes que marcaron la época en que vivieron y el ámbito en que actuaron. Es el caso de Eugenio Maria de Hostos durante el proceso independentista que dio vida a nuestro sentido patriótico, o de Pablo Neruda en el campo de la literatura.

Proyecto Salón Hogar, ha reunido todos estos personajes en una serie llamada Forjadores de la Historia, que se inicia hoy y se publicará durante todo el año. Son casi 25 siglos de historia universal y mas de 500 años de historia de Puerto Rico relatados a través de la biografía de quienes ayudaron a construirla.

Junto con los antecedentes sobre la vida de cada uno de ellos y el aporte que realizaron, se traza una panorámica de la época en que vivieron. Textos redactados en un lenguaje claro y ameno, combinados con imágenes e ilustraciones novedosas que entregan una forma distinta de ver la historia, de gran utilidad en la enseñanza de esta disciplina.

Sócrates, el más sabio de los hombres

470 a.C. 399 a.C.

 

"Sólo sé que no se nada..." (Sócrates)

 

Este pensador griego, fue uno de los más grande filósofos de la antigüedad, porque consagró el pensamiento filosófico. Fue maestro de Platón, Euclides, Fedón, Jenofonte y Aristipo.

Este filósofo griego, que encarnó la virtud y la sabiduría, vivió en Atenas en el siglo V a.C, más conocido como el Siglo de Pericles, la época de mayor gloria de la cultura griega.

Datos biográficos

Nació en el año 470 a.C., aproximadamente. Fue ateniense, hijo del escultor Sofronisco y de la partera Fenareta. De su infancia y juventud no se sabe casi nada, solo que aprendió el arte de su padre, lo que le ayudó para su subsistencia cuando este murió y quedó solo. De ahí se interesó por el conocimiento y su formación la llevó a cabo con los filósofos Pródico y Arquelao. Luego tuvo una gran participación como soldado en varias batallas de la Guerra del Peloponeso.

En su parte física, no fue precisamente agraciado. Tenía los ojos saltones, la nariz chata, los labios gruesos y era calvo. Se casó a una edad algo avanzada, con Jantipa, con quien tuvo dos hijas y un hijo.

En el mundo solo se le conoció a través de sus discípulos Platón, Jenofonte y Aristófanes, que escribieron sobre él, ya que no dejó ninguna doctrina filosófica escrita.

Sus diálogos

Sócrates tenía poco dinero y nunca se esforzó demasiado por poseer más. Solo dedicó su vida a la polémica y a la enseñanza. Las plazas públicas, las tiendas de artesanos, los gimnasios o cualquier otro lugar era bueno para que hubiera hombres, preferentemente jóvenes, que desearan ilustrarse, que estuvieran dispuestos a conversar con él, a responder a sus preguntas, a buscar y exponer la verdad. Además, para él los valores éticos y la virtud debían tener un fundamento absoluto, ajeno a las circunstancias y accesible a la razón.

La diferencia del pensamiento de Sócrates con otros sabios de la época, como fueron los sofistas (ver recuadro), radica en que este rechazó la retórica (arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover), considerando que el conocimiento conducía siempre a una verdad necesaria. Para ello, creó un método llamado mayéutica, con el cual se puede encontrar la verdad que existe en la mente de cada interlocutor. Esto lo hizo mediante diálogos, en los que examinó las contradicciones de sus discípulos.

Su tumba

En 1995, la prensa informó que, cuando se excavaba para construir el Metro de Atenas, se había encontrado la que posiblemente fuese la tumba de Sócrates. En ella se encontró un esqueleto de varón, dos ánforas, un pocillo con restos de una sustancia venenosa y otros utensilios. Hasta hoy siguen las investigaciones del hallazgo.

Juicio y muerte

En el año 399 a.C., Sócrates fue acusado de inconformismo con la religión oficial y de corromper a la juventud con sus enseñanzas. Por ello, fue llevado a la cárcel y condenado a beber cicuta (veneno preparado con el jugo de esta planta). Aunque su amigo Critón le propuso fugarse, él no aceptó y obedeció el fallo, pese a considerarlo injusto.

Pensamiento

1. Sócrates no escribió nada y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores. Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema socrático, es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no merece mayor consideración.

2. Más problemas plantea la interpretación del Sócrates platónico: ¿Responden las teorías puestas en boca de Sócrates en los diálogos platónicos al personaje histórico, o al pensamiento de Platón? La posición tradicional es que Platón puso en boca de Sócrates sus propias teorías en buena parte de los diálogos llamados de transición y en los de madurez, aceptándose que los diálogos de juventud reproducen el pensamiento socrático. Esta posición se vería apoyada por los comentarios de Aristóteles sobre la relación entre Sócrates y Platón, quien afirma claramente que Sócrates no "separó" las Formas, lo que nos ofrece bastante credibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte años en la Academia.

3. El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la búsqueda de la definición universal, que pretendía alcanzar mediante un método inductivo; probablemente la búsqueda de dicha definición universal no tenía una intención puramente teórica, sino más bien práctica. Tenemos aquí los elementos fundamentales del pensamiento socrático..

4. Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respecto al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno" será porque tenemos alguna noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquiera podríamos decir que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el resultado de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates, por el contrario, está convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y que su definición ha de valer universalmente. La búsqueda de la definición universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del relativismo.

5. ¿Cómo proceder a esa búsqueda? Sócrates desarrolla un método práctico basado en el diálogo, en la conversación, la "dialéctica", en el que a través del razonamiento inductivo se podría esperar alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Dicho método constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica. En la primera fase el objetivo fundamental es, a través del análisis práctico de definiciones concretas, reconocer nuestra ignorancia, nuestro desconocimiento de la definición que estamos buscando. Sólo reconocida nuestra ignorancia estamos en condiciones de buscar la verdad. La segunda fase consistiría propiamente en la búsqueda de esa verdad, de esa definición universal, ese modelo de referencia para todos nuestros juicios morales. La dialéctica socrática irá progresando desde definiciones más incompletas o menos adecuadas a definiciones más completas o más adecuadas, hasta alcanzar la definición universal. Lo cierto es que en los diálogos socráticos de Platón no se llega nunca a alcanzar esa definición universal, por lo que es posible que la dialéctica socrática hubiera podido ser vista por algunos como algo irritante, desconcertante o incluso humillante para aquellos cuya ignorancia quedaba de manifiesto, sin llegar realmente a alcanzar esa presunta definición universal que se buscaba.

6. Esa verdad que se buscaba ¿Era de carácter teórico, pura especulación o era de carácter práctico? Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquel conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar. En este sentido es llamada la ética socrática "intelectualista": el conocimiento se busca estrictamente como un medio para la acción. De modo que si conociéramos lo "Bueno", no podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones será identificada pues con la ignorancia, y la virtud con el saber.

7. En el año 399 Sócrates, que se había negado a colaborar con el régimen de los Treinta Tiranos, se vio envuelto en un juicio en plena reinstauración de la democracia bajo la doble acusación de "no honrar a los dioses que honra la ciudad" y "corromper a la juventud". Al parecer dicha acusación, formulada por Melitos, fue instigada por Anitos, uno de los dirigentes de la democracia restaurada. Condenado a muerte por una mayoría de 60 o 65 votos, se negó a marcharse voluntariamente al destierro o a aceptar la evasión que le preparaban sus amigos, afirmando que tal proceder sería contrario a las leyes de la ciudad, y a sus principios. El día fijado bebió la cicuta.

La influencia de Sócrates

Sócrates ejercerá una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarán su pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas. Algunos de ellos fundaron escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de Megara (fundador de la escuela de Megara), Fedón de Elis (escuela de Elis), el ateniense Antístenes (escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope) y Aristipo de Cirene (escuela cirenaica).

"La muerte de Sócrates", óleo sobre lienzo del pintor francés Jacques Louis David. Fue pintado en 1787. En la actualidad, se encuentra en el Museo

 

Conozca los Díalogos Platónicos

con Sócrates de protagonista

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Los sofistas

Eran maestros de retórica que, en la Grecia del siglo V a. C., enseñaban el arte de analizar los sentidos de las palabras como medio de educación y de influencia sobre los ciudadanos.
Simulaban saber de todo: política, astronomía, geometría, aritmética, fonética, música, pintura. Pero su ciencia no buscaba la verdad, sino la apariencia de saber, porque está revestida de autoridad.
Sócrates fue contrario a este grupo, ya que nunca fue político ni escribió nada. Simplemente se dedicó a conversar con quien quería hablar con él.

Platón, el amante de los diálogos

427 a.C. 347 a.C.

Discípulo de Sócrates, Platón es el hombre del cual se ha dicho que deriva toda la filosofía occidental. Creó la escuela más importante de Grecia.

 

"El cuerpo es la cárcel del alma inmortal". (Platón)

 

Datos biográficos

Este filósofo griego nació en el año 427 a.C., aproximadamente. En aquellos años, Atenas era la democracia más poderosa, con una fuerza naval y marítima de carácter imperial (la Liga de Delos) y el centro intelectual y artístico del mundo griego.

Su nombre original era Aristocles, pero en sus años de estudiante recibió el seudónimo de Platón (que significa ancho), a causa de su ancha espalda. Fue un devoto seguidor de Sócrates y su muerte fue un duro golpe para él. Luego visitó diversas ciudades de África e Italia durante varios años, absorbiendo las ideas del filósofo y matemático griego Pitágoras.

Volvió a Atenas en el año 387. Allí se dedicó a la filosofía durante la segunda mitad de su larga vida. A las afueras de la ciudad fundó la primera escuela filosófica, llamada Academia.

La influencia de Sócrates

En el año 407, a la edad de veinte años, conoce a Sócrates, quedando admirado por la personalidad y el discurso de Sócrates, admiración que le acompañará toda la vida y que marcará el devenir filosófico de Platón. No parece probable que Platón mantuviera una relación muy intensa con el que consideró su maestro, si entendemos el término relación en su sentido más personal; sí es cierto que entendida en su sentido más teórico la hubo, y de una intensidad que raya en la dependencia. Pero también sobre su relación con Sócrates hay posiciones contradictorias. El que no estuviera presente en la muerte de Sócrates ha hecho pensar que no pertenecía al círculo íntimo de amigos de Sócrates; sin embargo, parece que sí se ofreció como aval de la multa que presumiblemente la Asamblea impondría a Sócrates, antes de que cambiara su decisión por la condena a muerte.

Primeros viajes

En el año 399, tras la muerte de Sócrates, Platón abandona Atenas y se instala en Megara, donde residía el filósofo Euclides que había fundado una escuela socrática en dicha ciudad. Posteriormente parece que realizó viajes por Egipto y estuvo en Cirene, (noticias ambas, aunque probables, difíciles de contrastar, no habiéndose referido Platón nunca a dichos viajes, por lo que también es probable que luego de una breve estancia en Megara regresara a Atenas ) yendo posteriormente a Italia en donde encontraría a Arquitas de Tarento, quien dirigía una sociedad pitagórica, y con quien trabó amistad.

Invitado a la corte de Dionisio I, en Siracusa, se hizo amigo de Dión, que era cuñado de Dionisio, y con quien concibió la idea de poner en marcha ciertas ideas políticas sobre el buen gobierno que requerían la colaboración de Dionisio. Al parecer, las condiciones de la corte no eran las mejores para emprender tales proyectos, ejerciendo Dionisio como tirano de Siracusa; irritado por la franqueza de Platón, según la tradición, le retuvo prisionero o lo hizo vender como esclavo en Egina, entonces enemiga de Atenas, siendo rescatado finalmente por un conciudadano que lo devolvió libre a Atenas.

La Academia

Vista de la Acrópolis de AtenasUna vez en Atenas, en el año 388-387, fundó la Academia, nombre que recibió por hallarse cerca del santuario dedicado al héroe Academos, especie de "Universidad" en la que se estudiaban todo tipo de ciencias, como las matemáticas (de la importancia que concedía Platón a los estudios matemáticos da cuenta la leyenda que rezaba en el frontispicio de la Academia: "que nadie entre aquí que no sepa matemáticas"), la astronomía, o la física, además de los otros saberes filosóficos y, al parecer, con una organización similar a la de las escuelas pitagóricas, lo que pudo comportar un cierto carácter secreto, o mistérico, de algunas de las doctrinas allí enseñadas. La Academia continuará ininterrumpidamente su actividad a lo largo de los siglos, pasando por distintas fases ideológicas, hasta que Justiniano decrete su cierre en el año 529 de nuestra era.

Últimos viajes

En el año 369 emprende un segundo viaje a Siracusa, invitado por Dión, esta vez a la corte de Dionisio II, hijo de Dionisio I, con el objetivo de hacerse cargo de su educación; pero los resultados no fueron mejores que con su padre; tras algunas dificultades (al parecer estaba en situación de semi-prisión) consigue abandonar Siracusa y regresar a Atenas. También Dión tuvo que refugiarse en Atenas habiéndose enemistado con Dionisio I, donde continuará la amistad con Platón. Unos años después, en el 361, y a petición de Dionisio II, vuelve a realizar un tercer viaje a Siracusa, fracasando igual que en las ocasiones anteriores, y regresando a Atenas en el año 360 donde continuó sus actividades en la Academia, siendo ganado progresivamente por la decepción y el pesimismo, lo que se refleja en sus últimas obras, hasta su muerte en el año 348-347.

Formador de la elite

El objetivo de esta escuela fue formar a la nueva elite dirigente, mediante una preparación científica y filosófica, para administrar la ciudad con justicia. Su éxito fue destacable y rivalizó con la escuela retórica de Isócrates (436-338 a.C), heredero de la cultura sofística de la época de Pericles.

Platón se quedó en la Academia durante el resto de su vida, exceptuando dos breves periodos de la década del 370 al 360. En esa época visitó Siracusa, la ciudad principal de la Sicilia griega, para servir de tutor al nuevo rey Dionisio II. Aquí tuvo la oportunidad de hacer a un rey filósofo, cosa que resultó muy mal, ya que el rey insistió en comportarse como un rey.

Murió tranquilo y feliz, puesto que se supone que falleció durmiendo, a la edad de ochenta años, después de haber ido al banquete de boda de uno de sus estudiantes.

Su pensamiento

Platón es uno de los pocos filósofos griegos cuya obra nos ha llegado casi en su totalidad. En su mayoría se trata de diálogos escritos con belleza, claridad y exactitud, en los que las discusiones entre Sócrates y otros se presentan con infinito encanto.

Al igual que Sócrates, Platón estaba principalmente interesado por la filosofía moral, dejando a un lado la filosofía naturalista.

Además, a Platón le gustaban las matemáticas por sus abstracciones idealizadas y por su separación de lo meramente material. Actualmente, la matemática más pura trata de ser aplicada a los problemas prácticos de la ciencia. En cambio, en la época de Platón esto no era así, y el matemático podía considerarse a sí mismo tratando con las formas más elevadas del pensamiento puro y absolutamente ajeno al mundo de cada día, burdo e imperfecto.

Por otra parte, a Platón se le vincula con la doctrina fundamental que se conoce como teoría de las ideas.

Este llamó ideas a las realidades individuales estables y permanentes que existen en forma independiente de las cosas sensibles. En definitiva, las ideas constituyen “lo que es una cosa” o, lo que es igual, la definición esencial de las cosas: aquello que hace que sean como son. Por lo mismo, se le llama el padre de la corriente filosófica llamada idealismo.

A su vez, consideró que la relación entre las ideas y el mundo sensible podía pensarse de dos maneras. Una, que las cosas existen en tanto participan de la idea, de modo que, por ejemplo, una cosa bella es bella porque participa de lo bello en sí, y la otra, pensando que lo sensible imita a lo comprensible.

Su herencia filosófica

El pensamiento de Platón ha dejado un legado imborrable en muchos filósofos que los sucedieron. El neoplatonismo, con Plotino (203/4-270 d.C) a la cabeza, significó una restauración y renovación de la filosofía platónica, y San Agustín (354-430 d.C), lo introdujo en el pensamiento cristiano medieval.

En la cultura moderna, la influencia de Platón se reduce, pero igual se encuentran algunos de sus conceptos. En el francés René Descartes (1596-1650), los alemanes Gottfried Wilhelm Leibnitz (1646-1716), Baruch Spinoza (1632-1677), Inmanuel Kant (1724-1804) y Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher (1768-1834); y para el pensamiento contemporáneo, Platón es una referencia obligada: Friedrich Nietzsche (1844-1900) y Martin Heidegger (1889-1976).

Platón y Aristóteles.


Ruinas del Partenón, en Atenas. Se construyó en tiempos de Sócrates. Su base mide 70 por 31 metros. En su interior había una estatua de Atenea de 11 metros de alto.


“La Escuela de Atenas”, obra del pintor renacentista Rafael Sanzio. Aparecen Sócrates, Platón y Aristóteles, entre otros. Decora una de las paredes de la Estancia de la Signatura Apostólica, en el Vaticano.
 

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Amores platónicos

Para el imaginario popular, el amor platónico se asocia a las relaciones románticas, imposibles o lejanas. Se dice que se está enamorado platónicamente cuando el corazón se desboca ante la visión idealizada e inalcanzable de la persona amada.

Pese al paso del tiempo, el adjetivo platónico se mantiene vivo aun entre quienes ignoran que hace unos 26 siglos, en una ciudad llamada Atenas, vivió un filósofo llamado Platón.

 

Aristóteles, el padre de la lógica

Este filósofo es uno de los pensadores decisivos de la historia, ya que fundó la lógica como disciplina del razonamiento y aplicó las bases del método científico a todas las ciencias de su tiempo.

"Un hombre engendra a un hombre..." (Aristóteles)

Datos biográficos

Nació alrededor del 384 a.C. en la ciudad jónica de Estagira, situada al norte de Grecia, en la península de Calcidia, muy cerca de Macedonia. Su padre, Nicómaco, era amigo y médico del rey macedónico Amintas III, cuyo nieto Amintas IV fue desplazado por su tío Filipo II, padre de Alejandro Magno.

Como perdió a sus padres a temprana edad, su infancia y parte de su juventud transcurrieron en la corte macedónica, donde fue compañero de estudios y amigo de Filipo II (382-226 a.C).

A la edad de 17 años, Aristóteles viajó a Atenas para realizar sus estudios superiores en la Academia de Platón, donde trabajó asiduamente durante 20 años. Con el tiempo se convertiría en el más célebre de todos los alumnos de Platón (él le llamó “el lector”)Pero cuando su maestro murió, Aristóteles dejó la escuela y emprendió un viaje que le llevó a distintas partes del mundo griego, particularmente a Assos, en Asia Menor. Estando allí se casó con Pitias, sobrina del rey Hermias, y se dedicó al estudio de la biología y de la historia natural.

El profesor

En el año 342, fue requerido en Macedonia por Filipo II para que se convirtiera en el maestro de su hijo Alejandro, cuando este tenía 14 años. Aquí, Aristóteles estuvo por varios años, hasta que Alejandro se convirtió en Alejandro Magno, el conquistador de Persia. Al volver a Atenas, fundó su propia escuela, llamada el Liceo. Tuvo gran éxito, haciendo hincapié en la filosofía naturalista. Sin embargo, en el año 323 llegó la noticia de la muerte de Alejandro Magno en Babilonia y como se sabía que Aristóteles había sido su tutor y estaba relacionado con la monarquía de Macedonia, la reacción antimacedónica que rondaba en aquellos tiempos a los atenienses, provocó rabia y se le acusó de irreligioso. Por ello, para no sufrir el mismo destino de Sócrates, abandonó la ciudad y se fue a vivir a Calcis de Eubea, donde murió al año siguiente de úlcera.

Filósofo y científico

Una vez que murió su maestro Platón, Aristóteles creó una nueva teoría del conocimiento, que rompe con los conceptos platónicos del mundo de las ideas y postula que el saber no es innato, sino adquirido. La ciencia que desarrolló se denomina lógica y considera tres elementos fundamentales del saber: el concepto mental, con el que se puede conocer la esencia de las cosas; el juicio, que hace desarrollar afirmaciones sobre la realidad, y el razonamiento, que permite expresar el pensamiento.

Con posterioridad, Aristóteles elaboró una teoría en astronomía, donde la Tierra era imperfecta y situada al centro del universo. Se componía de cuatro elementos centrales: tierra, aire, agua y fuego, que se movían, desde su punto de vista, en movimientos rectilíneos y esporádicos. En cambio, el movimiento de los cuerpos celestes (el Sol, los planetas y las estrellas) era continuo y circular. A fin de explicar el movimiento independiente de los planetas, Aristóteles sostenía que ellos rotaban haciéndolo sobre esferas concéntricas. Este sistema fue asumido por la cristiandad en el siglo XIII, llegando a adquirir un rango ritualizado como fundamento universal de la concepción del mundo. Solo logró ponerse en duda con la llegada de las ideas planteadas en el heliocentrismo por Nicolás Copérnico.

“Aristóteles contemplando el busto de Homero”. Óleo sobre lienzo del pintor Rembrandt (1653). Actualmente se encuentra en el Museo Metropolitano (Nueva York).

 

Pensamiento aristotélico

En zoología, Aristóteles propuso un conjunto fijo de especies, que se reproducen de forma fiel a su clase, pero pensó que la excepción a esta regla la constituía la aparición, “por generación espontánea”, de algunas moscas y gusanos “muy inferiores” a partir de fruta en descomposición o estiércol. Los ciclos vitales típicos son epiciclos: se repite el mismo patrón, aunque a través de una sucesión lineal de individuos. Dichos procesos son, por lo tanto, un paso intermedio entre los círculos inmutables de los cielos y los simples movimientos lineales de los elementos terrestres.

Aristóteles creó una nueva teoría del conocimiento que rompe con los conceptos platónicos del mundo de las ideas.

Además, creía que la libertad de elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y completo de las cuestiones humanas, con lo que las “ciencias prácticas”, como la política o la ética, se llamaban ciencias solo por cortesía y analogía.

Las limitaciones inherentes a las ciencias prácticas quedan aclaradas en los conceptos aristotélicos de naturaleza humana y autorrealización. La naturaleza humana implica, para todos, una capacidad para formar hábitos, pero los hábitos formados por un individuo en concreto dependen de la cultura y opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres humanos anhelan la “felicidad”, es decir, una realización activa y comprometida de sus capacidades innatas, aunque este objetivo puede ser alcanzado por muchos caminos.

Amor por la lectura

Impulsado por una innata curiosidad universal y una pasión ordenadora, Aristóteles fue el primer sabio griego que contó con una importante biblioteca personal, que estaba en su escuela, el Liceo. En ella se encontraban grandes recopilaciones de libros y documentos sobre los más diversos temas: investigación histórica, historiografía filosófica, obras científicas sobre biología, física, etc.


Sus obras

Entre las principales obras de Aristóteles figuran Organon -que reúne sus escritos sobre lógica-, Física, Del Cielo, De la generación y de la corrupción, Del alma, Ética nicomaquea, Política, Retórica y Poética.

 

 

 

Jesús de Nazareth  (Nacido entre el 8 y 4 a.C. y el 29 d.C.)

Figura principal del cristianismo, que nació en Belén, Judea. Desde el siglo VI se considera que la era cristiana comienza el año de su nacimiento, pero en la actualidad se cifra un error de cuatro a ocho años. Para los cristianos, Jesús fue el Hijo de Dios encarnado y concebido por María, la mujer de José, un carpintero de Nazaret. El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah (es decir 'Yahvé es salvación'); y el título de Cristo, de la palabra griega christos, a su vez una traducción del hebreo mashiah ('el ungido'), o Mesías. Los primeros cristianos emplearon Cristo por considerarle el libertador prometido de Israel; más adelante, la Iglesia lo incorporó a su nombre para designarle como redentor de toda la humanidad.

Las principales fuentes de información sobre su vida se encuentran en los Evangelios, escritos en la segunda mitad del siglo I para facilitar la difusión del cristianismo por todo el mundo antiguo. Las epístolas de san Pablo y el libro de los Hechos de los Apóstoles también aportan datos interesantes. La escasez de material adicional de otras fuentes y la naturaleza teológica de los relatos bíblicos provocaron que algunos exegetas bíblicos del siglo XIX dudaran de su existencia histórica. Otros, interpretando de diferente manera las fuentes disponibles, escribieron biografías naturalistas de Jesús. En la actualidad, los eruditos consideran auténtica su existencia, para lo que se basan en la obra de los escritores cristianos y en la de varios historiadores romanos y judíos.

Nacimiento e infancia

Los evangelios de san Mateo y san Lucas recogen datos sobre el nacimiento e infancia de Jesús, e incluyen su genealogía que se remonta hasta Abraham y David (Mt. 1,1-17; Lc. 3,23-38). Se supone que la descripción de su genealogía se hizo para probar el mesianismo de Jesús. Según Mateo (1,18-25) y Lucas (1,1-2,20), Jesús fue concebido por su madre, que "aunque desposada con José, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo" (Mt. 1, 18). Nació en Belén, donde José y María habían acudido para cumplir con el edicto romano que obligaba a inscribirse en el censo. Mateo es el único que describe (2,13-23) el viaje a Egipto, cuando José y María se llevaron al niño lejos del alcance del rey judío Herodes el Grande. Sólo Lucas relata el cumplimiento de José y María con la ley judía que requiere la circuncisión y presentación en el templo de todos los recién nacidos de Jerusalén (2,21-24); el mismo evangelista también describe su siguiente viaje (2,41-51) con el joven Jesús al templo para la fiesta de la Pascua. Los Evangelios omiten la vida de Jesús desde que tuvo 12 años hasta que empezó su ministerio público, unos 18 años después.

Comienzos de su vida pública

Todos los Evangelios sinópticos (los tres primeros, llamados así porque, en general, presentan una visión similar de la vida de Cristo) relatan que el ministerio público de Jesús comienza tras el encarcelamiento de Juan Bautista y se prolonga casi un año. El evangelio de Juan describe su labor, que comienza con la elección de sus primeros discípulos (1,40-51) y se prolonga quizá unos tres años.

El relato del ministerio público y los acontecimientos que le precedieron es similar en los Evangelios sinópticos. Los tres describen el bautismo de Jesús en el río Jordán por Juan Bautista y su retiro durante 40 días de ayuno y meditación al borde del desierto, que algunos exégetas consideran como un tiempo de preparación ritual, donde el demonio (o Satán) trató de tentarle. Mateo (4,3-9) y Lucas (4,3-12) añaden la descripción de las tentaciones.

Después del bautismo y el retiro en el desierto, Jesús volvió a Galilea y visitó su hogar en Nazaret (Lc. 4,16-30). Se trasladó a Cafarnaum y comenzó a predicar. Según los sinópticos, fue entonces cuando nombró a sus primeros discípulos, "Simón, que se llama Pedro, y su hermano Andrés" (Mt. 4,21) y "Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano" (Mt. 4,21). Más adelante, cuando el número de sus seguidores creció, escogió a doce discípulos para que le ayudaran.

Aumento de los seguidores de Jesús

En compañía de sus discípulos, Jesús estableció su base en Cafarnaum y viajó a los pueblos y aldeas cercanas para proclamar la llegada del reino de Dios, como hicieron muchos profetas hebreos antes que él. Cuando los enfermos de cuerpo o espíritu se acercaron a él en busca de ayuda, los curó con la fuerza de la fe. Insistió en el amor infinito de Dios por los más débiles y desvalidos, y prometió el perdón y la vida eterna en el cielo a los pecadores siempre que su arrepentimiento fuera sincero. La esencia de estas enseñanzas se encuentra en el sermón de la montaña (Mt. 5,1-7), que contiene las bienaventuranzas (5,3-12) y la oración del padrenuestro (6,9-13). El énfasis de Jesús en la sinceridad moral más que en la observancia estricta del ritual judío provocó la enemistad de los fariseos, que temían que sus enseñanzas pudieran incitar a los judíos a rechazar la autoridad de la Ley, o Torá. Otros judíos se mostraron recelosos ante las actividades de Jesús y sus seguidores porque podrían predisponer a las autoridades romanas contra una eventual restauración de la monarquía.

A pesar de esta creciente oposición, la fama de Jesús se extendió sobre todo entre los marginados y los oprimidos, y el entusiasmo de sus seguidores les llevó a tratar de "arrebatarle y hacerle rey" (Jn. 6,15), pero Jesús lo impidió cuando escapó con sus discípulos por el mar de Galilea (lago Tiberíades) a Cafarnaum (Jn. 6,15-21), donde pronunció un sermón en el que se proclamó "pan de la vida" (Jn. 6,35). Este sermón, que hace hincapié en la comunión espiritual con Dios, desconcertó a muchos de los que le escucharon, pensando que se trataba de "duras palabras" (Jn. 6,60), y desde entonces "muchos se retiraban y ya no le seguían" (Jn. 6,66).

Posteriormente, Jesús repartió su tiempo entre viajar a las ciudades dentro y fuera de la provincia de Galilea, enseñar a sus discípulos y retirarse en Betania (Mc. 11,11-12) y Efrem (Jn. 11,54), dos ciudades próximas a Jerusalén. Según los Evangelios sinópticos pasó la mayor parte del tiempo en Galilea, pero Juan centra el ministerio público de Jesús en la provincia de Judea y relata sus numerosas visitas a Jerusalén. Los sermones que pronunció y los milagros que realizó en esta época, en particular la resurrección de Lázaro en Betania (Jn. 11,1-44), hicieron que muchos creyeran en él (Jn. 11,45); pero el momento más importante de su vida pública ocurre en Cesárea de Filipo cuando Simón (después Pedro) comprobó que Jesús era Cristo (Mt. 16,16; Mc. 8,29; Lc. 9,20), a pesar de que Jesús nunca se lo había revelado (según los Evangelios sinópticos), ni a él ni a los demás discípulos. Esta revelación, además de la posterior predicción de su muerte y su resurrección, las condiciones que debían cumplir sus discípulos en su misión, y su transfiguración (momento en que se oyó una voz del cielo proclamándole hijo de Dios y confirmando así la revelación) constituyen la base principal de la misión histórica de la Iglesia cristiana (autorización explícita de Jesús recogida en Mt. 16,17-19).

Últimos días

Cerca de la Pascua, Jesús viajó a Jerusalén por última vez (Juan menciona numerosos viajes a Jerusalén y más de una Pascua, mientras que los sinópticos dividen el ministerio público en las provincias de Galilea y Judea, y mencionan sólo una Pascua después de que Jesús abandonara Galilea para ir a Judea y Jerusalén) y el domingo de víspera entró triunfante en la ciudad donde le recibió una gran muchedumbre que le aclamó. Allí (el lunes y el martes, según los sinópticos), expulsó del templo a los mercaderes y cambistas que, según una vieja costumbre estaban autorizados a realizar sus transacciones en el patio exterior (Mc. 11,15-19) y discutió con los sacerdotes, los escribas, los fariseos y los saduceos, que le hicieron preguntas sobre su autoridad, tributos del César, y la resurrección. El martes, Jesús reveló a sus discípulos los signos que acompañarían a la parusía, o su segunda venida.

El miércoles Jesús fue ungido en Betania por María, que anticipaba la unción de la sepultura (Mt. 26,6-13; Mc. 14,3-9). Mientras tanto, en Jerusalén, los sacerdotes y los escribas, preocupados porque las actividades de Jesús iban a poner a los romanos en su contra (Jn. 11,48), conspiraron con uno de sus discípulos, Judas Iscariote, para arrestar a Jesús de manera furtiva, "porque temían al pueblo" (Lc. 22,2). Juan 11,47-53 sitúa la conspiración antes de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. El jueves, Jesús celebró la cena de Pascua con sus discípulos y les habló de su inminente traición y muerte como sacrificio por los pecados de la humanidad. Durante la cena bendijo el pan ácimo y el vino, llamó al pan su cuerpo y al vino su "sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt. 26,27), y pidió que lo repartieran entre todos. Desde entonces, los cristianos recuerdan este ritual, la Eucaristía, en oficios de culto que constituyen el principal sacramento de la Iglesia.

Después de la cena, Jesús y sus discípulos fueron al monte de los Olivos, donde según Mateo (26,30-32) y Marcos (14,26-28), les aseguró que resucitaría (de la muerte). Al presentir que la hora de su muerte estaba cerca, se retiró al huerto de Getsemaní, donde, "lleno de angustia" (Lc. 22,44), meditó y oró. Una muchedumbre enviada por los sacerdotes y los ancianos judíos, conducida por Judas Iscariote, le arrestó en Getsemaní.

Juicio y crucifixión

Según Juan (18,13-24), primero le condujeron ante Anás, suegro del máximo sacerdote Caifás, para un interrogatorio preliminar. Los sinópticos no mencionan este incidente, sólo relatan que Jesús fue conducido al consejo supremo de los judíos, el Sanedrín, donde Caifás pidió a Jesús que declarase si era "el Mesías, el hijo de Dios" (Mt. 26,63). Por esta afirmación (Mc. 14,62), el consejo le condenó a muerte por blasfemia, pero como sólo el procurador romano tenía poder para imponer la pena capital, el viernes por la mañana condujeron a Jesús ante Poncio Pilatos para sentenciarle. Antes del juicio, Pilatos le preguntó si era el rey de los judíos, Jesús contestó, "Tú lo has dicho" (Mc. 15,2). Pilatos intentó varios recursos para salvarle antes de dejar la decisión final en manos de la muchedumbre. Cuando el populacho insistió en su muerte, Pilatos (Mt. 27,24) ordenó su ejecución. El papel real de Pilatos ha sido muy debatido por los historiadores. La Iglesia antigua tendió a culpabilizar más a los judíos y a juzgar con menos severidad al gobernador romano.

Jesús fue llevado al Gólgota y crucificado, que era la pena romana para los criminales y los delincuentes políticos. Dos ladrones fueron también crucificados con él, uno a cada lado. En la cruz, sobre la cabeza de Jesús escribieron su acusación: "este es Jesús, el rey de los judíos'" (Mt. 27,37). Al caer el día, su cuerpo fue descendido, y como estaba cerca el sabbath (sábado, día festivo de los judíos), tiempo durante el cual no estaba permitido el enterramiento, fue rápidamente depositado en una tumba cercana por José de Arimatea (Jn. 19,39-42 relata que Nicodemo ayudó a José).

La resurrección

El domingo siguiente, al amanecer, "María Magdalena, y María la madre de Santiago" (Mac. 16,1) fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús antes de enterrarlo, y lo encontraron vacío. En Mt. 28,2 se recoge que después de un terremoto apareció un ángel y apartó la piedra de la entrada. En el interior de la tumba, "un joven" (Mc. 16,5) vestido de blanco les anunció que Jesús había resucitado (esta noticia es anunciada por el ángel en Mateo 28,5-6 y por dos hombres "con vestiduras deslumbrantes" en Lucas 24,4. Según Juan 21:11-18, María Magdalena vio dos ángeles y después a Cristo resucitado). Más tarde, el mismo día (según Lucas, Juan y Marcos) Jesús se apareció a las mujeres y a otros discípulos en varios lugares en Jerusalén y sus proximidades. La mayoría de los discípulos no dudaron en que habían visto y escuchado de nuevo al maestro que conocían y habían seguido durante el tiempo de su predicación en Galilea y Judea. Pero hubo discípulos que dudaron en un primer momento (Mt. 28,17), como Tomás, que no presenció las primeras apariciones (Jn. 20,24-29). Según recoge el Nuevo Testamento, la resurrección de Jesús se convirtió en una de las doctrinas esenciales de la cristiandad, pues al resucitar de la muerte dio esperanzas a la humanidad de una vida después de la muerte en el reino de los cielos.

Todos los evangelios señalan que después de su resurrección Jesús siguió enseñando a sus discípulos sobre asuntos relativos al reino de Dios. También les encomendó una misión: "Id, pues… haced discípulos de todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt. 28,19). Lucas (24,50-51), también relata que en Betania, Jesús fue visto ascender a los cielos por sus discípulos. Los Hechos de los Apóstoles 1:212 recogen que la ascensión ocurrió cuarenta días después de la resurrección. Todas las doctrinas de su ministerio fueron desarrolladas en los principios fundamentales de la teología cristiana.

Teología

La vida y enseñanzas de Jesús fueron muchas veces objeto de disputa y de interpretaciones diferentes en la historia del cristianismo. En las primeras épocas de la Iglesia, por ejemplo, fue necesario regularizar las creencias sobre Jesucristo y su papel, para facilitar la conversión y responder a los cristianos que adoptaron opiniones inaceptables para los dirigentes de la Iglesia cristiana. Definir la naturaleza de Jesús se convirtió en el objeto de una disciplina llamada cristología.

 

 

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